El Gobierno mutante
«¿Serán los de Iglesias los únicos que alcen la voz cuando se destape la caja de los truenos?»
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez se abrazan después de que éste fuera elegido presidente del Gobierno
Al final, miradlo, ahí está con el premio del cetro presidencial ceñido a la testa, después de haber ganado un concurso de transformismo que le ha permitido ser constitucionalista entre los suyos, autodeterminista entre los indepes, moderado entre los centinelas del ... Ibex y radical entre sus socios podemitas. Sánchez tiene la misma capacidad acomodaticia que Leonard Zelig en el relato de Scott Fitzgerald que Woody Allen llevó al cine. Zelig poseía la capacidad sobrenatural de transformarse físicamente en las personas que le rodeaban, Sánchez la tiene para transformarse ideológicamente. Ya está claro el secreto de su éxito. Es un mutante. En el mundo del cómic, un mutante es un homo sapiens superior capaz de desarrollar habilidades sobrehumanas gracias a un rasgo genético que comienza a manifestar sus poderes a partir de la pubertad. Uno de los primeros antecedentes de estas criaturas literarias fue Roger Carstairs , nacido en septiembre de 1953 en la revista Man Comics. Su mente podía controlar las mentes de otros y hacerles ver cosas irreales, bichos monstruosos que, literalmente, les mataban de miedo.
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Sánchez ha proyectado en la cabeza de sus seguidores la ilusión de hordas cadavéricas de extrema derecha viniendo sobre Poniente, bajo la batuta de Abascal, como un ejército de caminantes blancos. Y a los independentistas, la de una conjura de constitucionalistas vengativos cayendo sobre las instituciones catalanas como maceros del 155. Ante los agentes del mundo financiero se ha hecho pasar por un cómplice fiable de la ortodoxia económica que demanda Bruselas, y a sus socios del Gobierno les ha prometido una solución habitacional en el cielo populista que tanto anhelaban. ¿Pero se puede ser cuatro cosas distintas al mismo tiempo? ¿Cancerbero de la Constitución, explorador del derecho a decidir, adalid de la disciplina presupuestaria y apóstol del gasto público? No, no se puede. Se puede engañar a uno alguna vez, a algunos algunas veces, pero no a todos todas las veces. El Gobierno que ya conocemos viene a demostrar, incluso antes de que haya tomado posesión, que las ilusiones irreales provocadas por el Gen-X de Sánchez, acaban desvaneciéndose más pronto que tarde.
Vicepresidencia descafeinada
Iglesias ya sabe que ha sido víctima de un engaño de proporciones mayúsculas. De hecho, no hay gran diferencia entre el poder que su partido ostentará en la coalición gubernamental naciente y el que Sánchez le ofreció tras las elecciones de abril. El único cambio significativo es su presencia personal en una vicepresidencia tan descafeinada que ya se ha convertido en el hazmerreír de los memes que invaden las redes sociales. Tras la investidura fallida de julio, Podemos explicó a sus bases que no habían apoyado a PSOE porque no servía de nada dirigir ministerios sin competencias. Para votar que sí exigían cuatro de estas cinco áreas de gobierno: Igualdad (con rango vicepresidencial), Trabajo y Seguridad Social, Sanidad y Consumo , Transición ecológica, y Universidades, Ciencia e Innovación. Lo que han obtenido seis meses después ha sido Igualdad (sin rango vicepresidencial), Trabajo sin Seguridad Social, Consumo sin Sanidad y Universidades sin Ciencia ni Innovación. Es decir, la mitad de lo que pedían. A la postre, ministerios sin competencias. Justo lo que ellos denostaban.
El enfado podemita cabalga por las praderas, todavía silenciosas, del memorial de agravios que antes o después ha de convertir la coexistencia social comunista en una jaula de grillos. ¿Pero serán los de Iglesias los únicos que pongan el grito en el cielo cuando se destape la caja de los truenos ? Mi tesis es que el independentismo republicano, que ya se ha tragado los sapos de la expulsión europarlamentaria de Junqueras, la inhabilitación de Torra y la euroorden de Puigdemont en los últimos dos días, no dejará que el mutante Sánchez siga haciéndoles ver cosas irreales en su cabeza durante mucho tiempo. O los espejismos de la amnistía y la autodeterminación se convierten pronto en objetos tangibles, o pincho de tortilla y caña a que la negociación presupuestaria se envenena. Las cañas se tornarán lanzas y el mutante será devorado por los bichos monstruosos que ha fabricado su mente. Ojalá que cuando eso suceda el edificio del Estado no esté en ruinas .