El Gobierno descarta avances a corto plazo en la mesa y Junts cuestiona a Aragonès

El Govern pide «voluntad política» a Sánchez para encajar el referéndum en la Constitución

Para el independentismo la mesa de diálogo constituye un instrumento. Una herramienta con la que tratar de convencer a sus bases de que esta fórmula de negociación es la mejor para debilitar al Estado. El Gobierno, por contra, ve en la mesa un fin en ... sí mismo. Un instrumento que, por su existencia misma, ya pone fin a la etapa de enfrentamiento más crispada con el independentismo : «Yo creo que hay un convencimiento cada vez más extendido de que la vía unilateral no tiene recorrido y que por lo tanto solo hay una vía abierta que es la del diálogo», dijo ayer el ministro de Cultura e integrante de la mesa de diálogo, Miquel Iceta.

Las posiciones siguen siendo las mismas. Total rechazo del Gobierno a las demandas de los grupos secesionistas que reclaman amnistía y autodeterminación como reivindicaciones fundamentales. Pero el mero hecho de que el Gobierno admita tratar los dos asuntos, que no tienen encaje en la Constitución, es ya una victoria política para el independentismo. Al menos en términos de relato. Ya que eso abre al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès , un horizonte discursivo en el que pueda presumir de que ha sentado al Gobierno a negociar sin que se veten sus posiciones. Fue Félix Bolaños, ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, que coordinará los trabajos del Gobierno en la mesa de diálogo, planteó ayer en una entrevista para Rac1 que, pese a que «las posiciones están muy alejadas» entre los dos Ejecutivos o precisamente por esto, en la «mesa de diálogo» se hablará de amnistía y autodeterminación. «Vamos a hablar de la 'Agenda para el Reencuentro' y también de lo que el Govern quiera plantear. Lo importante es hablar», señaló Bolaños.

Así, La Moncloa se agarra a los 44 puntos de la 'Agenda para el Reencuentro', que es un compendio de las demandas nacionalistas y que, básicamente, suponen más recursos económicos para la Generalitat y más competencias, en principio sin necesidad de retocar la actual estructura constitucional (incluyendo el Estatuto de Autonomía). Pero no es suficiente para ERC, y menos aún para Junts y la CUP, que forman parte del Govern directamente, los primeros, e indirectamente los segundos, sosteniéndolo.

Sobre este asunto concreto, Pere Aragonès, presidente de la Generalitat, indicó, en un reportaje publicado ayer por 'The New York Times', que quería explorar la posibilidad de crear una legislación en España que legalice un hipotético referéndum de secesión . «Lo importante es que haya voluntad política» en el Gobierno para llegar a un acuerdo en esta dirección, dijo al diario estadounidense.

Junts presiona a Aragonès

Mientras tanto, la presión del partido de Carles Puigdemont sobre Aragonès sigue su curso, después de la polémica por los nombres de los representantes de este partido en la «mesa de diálogo». Jordi Turull, uno de los 'vetados', reiteró que su partido no tiene pensado cambiar la propuesta inicial (él, Jordi Sànchez, Míriam Nogueras y Jordi Puigneró ), por lo que a corto plazo no parece que Junts se incorpore a la «mesa de diálogo», pero descartó que se rompiera el Govern.

Más dura fue Elsa Artadi, una de las vicepresidentas de Junts, como Turull, y portavoz del partido, que defendió que bajo la presidencia de Aragonès el independentismo va para atrás, «peor que el cangrejo», y criticó la cita del miércoles en Barcelona comparándola con la que protagonizó Quim Torra , anterior 'president', hace un año y medio: «Si aquello era muy pobre, lo que vimos ayer [por el miércoles] es todavía más pobre».

Por otro lado, en la misma entrevista que dio Bolaños, el coordinador de la « mesa de diálogo », defendió que las próximas reuniones serán ocultas y no se darán a conocer a la opinión pública. A partir de ahora, la negociación será «discreta» y sin fecha límite, apuntó. Bolaños dijo que «lo importante es que trabajemos con tranquilidad» y que esta tarea se haga de forma «rigurosa, leal y discreta». Y cuando haya acuerdos «serán públicos», añadió.

El Ejecutivo quiere adormecer la cuestión catalana. Exponer la vigencia de la mesa de diálogo era algo importante para Pedro Sánchez, en tanto que era fundamental para ERC . Pero a partir de ahí el mensaje del presidente es claro: negociar «sin plazos». Y desde el propio Gobierno no se espera que haya margen para poder alcanzar acuerdos sustanciales. Al menos en el corto plazo. Iceta reconocía ayer que sería «ingenuo» pensar que se dan las condiciones para llevar a cabo acuerdos que requieran de un «gran consenso».

Pedro Sánchez quiere un tiempo largo en el que esta mesa sirva para que la situación catalana no se desborde. Ayer, tras pasar en Barcelona la jornada del viernes, el presidente del Gobierno intentó abrir el abanico de colaboración institucional. Se reunió con el presidente de Aragón, Javier Lambán , para transmitir el apoyo del Gobierno al proyecto de los Juegos Olímpicos de Invierno. Un proyecto que se desarrollaría en Cataluña y Aragón pero que inicialmente se había vendido como un gesto a la Generalitat.

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