entrevista
Herrera: «Todas las autonomías han de ir en la misma dirección»
«Antes de decidir cualquier rebaja fiscal, hay que esperar a que Rajoy centre la situación», asegura el presidente de Castilla y León
montserrat lluis
A muchos les sobran kilos y/o les falta pelo, pero los políticos arrastran fama de pirrarse por salir en la foto. No es el caso de Juan Vicente Herrera . El presidente de Castilla y León ha tardado seis meses en ... confirmar esta entrevista. Cuando le fue solicitada a comienzos de verano, pidió tiempo para rodar su nuevo Gobierno salido de las autonómicas de mayo, en las que dejó al PSOE a 22 puntos. En septiembre, prefirió volver a retrasar la cita para no robar protagonismo a Rajoy en su carrera hacia La Moncloa. Tras regalarle mayoría el 20-N en las nueve provincias de la región, pidió esperar a que se repartieran las carteras. Han dado las uvas y unos cuantos días más de 2012 hasta que, por fin, el discreto burgalés ha recibido esta semana a ABC .
«Se nos acabaron las excusas...», ironiza antes de empezar a responder largo y distendido, durante hora y media, a 39 preguntas. Dos minutos y pico para cada una. Al reportaje gráfico le dedica menos tiempo y entusiasmo. Se confirma que no le gusta salir en la foto, ni del tiesto. Se fía a un sentido común, prudencia y moderación que antepone incluso a sus siglas. Igual que el razonamiento, a los titulares. Es lo que corresponde a un personaje magistralmente mimetizado con su comunidad tras diez años al frente: «sin ser estridente» ni prodigarse en alardes, es la autonomía mejor valorada en los informes PISA sobre educación y en atención de la dependencia, una de las menos endeudadas y con menor tasa de paro. Tampoco es el paraíso. Es Castilla y León y campea la crisis «con y para» el resto de España.
—La última semana de diciembre, la víspera de que el Gobierno central anunciara la subida del IRPF, también usted presentó nuevos gravámenes para su comunidad como el «céntimo sanitario» o una «ecotasa». ¿Podremos los ciudadanos con tantas sobrecargas?
—Son esfuerzos extraordinarios para un momento también extraordinario y dirigidos a objetivos esenciales, a garantizar prioridades. Así lo ha planteado el presidente del Gobierno y así lo expliqué yo al presentar nuestro conjunto de medidas, que hay que considerar equilibrado pues mantiene nuestra tarifa del IRPF e incluye un marco bastante amplio de beneficios fiscales.
—¿Así se reactivará la economía? Si pagamos más impuestos, tendremos menos dinero para consumir...
—Con estas medidas intentamos garantizar la financiación de algunas de nuestras atribuciones básicas. Las necesidades financieras de la sanidad pública son un problema que hay que abordar en el marco de un sistema nacional de salud. Hasta ahora, hemos echado de menos políticas de cohesión. Ahora bien, es injusto olvidarse de que las comunidades somos depositarias de algunas de las grandes competencias sociales. Es injusto olvidarlo a la hora de medir el esfuerzo en términos de déficit que se nos solicita.
—¿Ve injusto que se señale a las autonomías como responsables primeras de los 40.000 millones que debe España?
—Lo único que sé es que la Junta de Castilla y León es responsable de políticas tan importantes como la sanidad, la educación, los servicios sociales o la dependencia. Gracias a un ejercicio constante de responsabilidad en el uso del endeudamiento, el nuestro es hoy uno de los menores. Casi cuatro puntos por debajo de la media nacional. Pero hay comunidades que superan el 20%. Soy consciente del esfuerzo que hacemos para manejar un recurso extraordinario como es el endeudamiento y financiar con él las políticas básicas. Pero eso no puede continuar. Estamos agotando el colchón. Empieza a ser mucho más relevante el coste de endeudamiento que el capítulo de gastos de muchas competencias.
—Cuando anunció sus nuevas medidas impositivas, ¿sabía ya que Rajoy tomaría otras al día siguiente?
—Bueno, uno ha procurado siempre tener la mejor conexión, más directa y leal, con los gobiernos de la nación. Fue pública y notoria mi buena relación personal con el presidente Zapatero, aunque no me puedo mostrar satisfecho de su gestión. Y evidentemente, ahora mantengo una línea de trabajo continua y previa con Rajoy y muchos de sus más directos colaboradores. Me parece fundamental y es un buen mensaje para estos momentos de dificultades: todos debemos caminar en una misma dirección, porque aquí sí hay una dirección.
—Esperanza Aguirre no parece hacerlo: estudia bajar el tramo autonómico del IRPF en Madrid.
—Hay que esperar. En las próximas semanas, el Gobierno comenzará a centrar la situación. Debemos conocer el margen de ingresos disponibles, las entregas a cuenta, los recursos con que contaremos en el modelo de financiación. En un escenario que será de mayor déficit del previsto y de recesión, antes de decidir ningún tipo de rebaja fiscal, debemos ser muy conscientes de cuál será nuestro margen.
—¿Ve bien esa especie de «tutela» que el Gobierno central parece querer ejercer sobre las comunidades?
—Lo que echamos de menos en el anterior Gobierno, especialmente cuando las cosas empezaron a complicarse, fue que no se contara con nosotros. No tuvo ningún sentido que se produjeran aquellas reuniones a bombo y platillo de la Conferencia de Presidentes, con unos órdenes del día poco pegados a la realidad y a las necesidades, y que en los dos últimos años, cuando más necesario hubiera sido el concierto de todos, no se tuviera en cuenta a las comunidades. Son necesarios los grandes acuerdos que no se lograron entonces. Puedo entender que, fruto de un discurso nacionalista, algunos Gobiernos hayan dicho que es preferible someterse al control europeo, pero aquí se va a juzgar a España y, por tanto, es fundamental ese esfuerzo de cada autonomía, su colaboración, información y supervisión. Nos examinamos todos con España.
—Su comunidad se encuentra bastante mejor que la media en muchos indicadores económicos y sociales.
—Castilla y León nunca ha sido una comunidad estridente. La estamos construyendo a través de un autonomismo útil para las personas, que nos lleva a esforzarnos en contar con buena educación, sanidad, servicios sociales y públicos. El PP no debe abdicar de ese autonomismo útil, leal con España; somos parte de un proyecto común e integrador. Que haya diecisiete licencias de pesca o caza, o fronteras administrativas en la lucha contra los incendios, o no ponernos de acuerdo para utilizar centrales de compra... todo eso sí hay que vencerlo.
«No todo pasa por Madrid»
—Aún tiene pendiente normalizar las relaciones con el País Vasco.
—Me precio de haber llegado a acuerdos de cooperación ya cuando había gobiernos socialistas en Galicia, Extremadura o Castilla-La Mancha, pero no lo hemos logrado con los nacionalistas ni con Patxi López.
—¿Entiende que La Rioja se negara a atender a los enfermos vascos?
—Entiendo que ahí hay un problema, pero deben existir instrumentos de cohesión nacional que garanticen a cualquier ciudadano la plena atención sanitaria. Por estar abrazados a otras nueve comunidades, nosotros hemos sido pioneros en llegar a acuerdos con regiones vecinas para el ejercicio de competencias que hacen la vida mejor a la gente. A veces nos acusan de no estar en los cénaculos de Madrid, pero es que no todo pasa por la capital.
—¿A qué atribuye los excelentes resultados de su región en los informes PISA sobre educación? Supera a la media de los países de la OCDE.
—Quiero resaltar el papel de los maestros, que en muchos casos suplen insuficiencias materiales o retributivas. Y los alumnos algún esfuerzo suplementario estarán realizando. El discurso con los estudiantes ha de ser exigente: la comunidad está depositando importantísimos recursos para su educación y tienen la obligación moral de aprovecharlos. Afortunadamente, en Castilla y León se mantiene una estructura familiar corresponsable del proceso formativo y tenemos niveles de conflictividad inferiores a los de la medida de España. Y aunque mis amigos socialistas dicen que los buenos resultados se producen a pesar de nuestra gestión, aquí hay una Administración que no se ha metido en líos ni debates artificiales.
—Y el tener una sola lengua, ¿permite concentrar mejor los recursos?
—Seguramente una lengua cooficial haga más complejo el proceso, sí. Pero no desprecio esa realidad: es una riqueza adicional.
—Rajoy dijo que usted tiene más categoría que cualquiera de los exministros socialistas para ocupar una cartera. ¿Se la llegó a ofrecer?
—No, y me parece muy bien. Los presidentes autonómicos firmamos hace solo seis meses un contrato con los ciudadanos que dura cuatro años. Entra dentro de la propia filosofía de Rajoy que no nos haya hecho ofertas y los que lo conocemos de antiguo sabemos que en ningún caso su sentido común le llevaría a intentar vestir un santo desvistiendo a otro.
Más historia que futuro
—A la vista de los récords electorales que usted consiguió tanto en mayo como en noviembre, ¿no se replantea su intención de no volver a optar a la reelección?
—No, no, no. Esa idea no se reconsiderará... Yo ya tengo mucha más historia que futuro. Y eso sí me inquieta, porque después de la política sigue habiendo vida, muchas cosas, muchas asignaturas pendientes que aprobar y los años van cayendo.
—Cuando acabe esta legislatura, no habrá cumplido sesenta años.
—Pero llevaré catorce en el Gobierno y yo creo que, para el bien de Castilla y León, pero también para la salud física y mental mía, sería bueno en ese momento poner término a esta parte que va a ser, sin duda, la fundamental de mi vida política. Si habrá más, pues no lo sé. Considero legítima cualquier aspiración, pero yo no tendré la de volver a concurrir a unas elecciones o ir al Parlamento de la nación.
—Entonces, ya fuera de la Junta en 2015, podría ser el momento para que le llamara Rajoy si él gana otra vez las generales. Como ha hecho ahora con sus predecesores, Jesús Posada y Juan José Lucas.
—Ja, ja... No hablemos de futuribles... Si tengo, y es un principio de vida, la ambición de que después de la política haya vida para mí. Una vida quizá más intensa o a la que he podido renunciar a lo largo de estos últimos años.
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