Cuando el PSOE se indignó al recordar Iglesias «el pasado manchado de cal viva» de Felipe González

El 15 de octubre de 1983 miembros del Grupo Antiterrorista de Liberación (GAL) secuestraron en Bayona (Francia) a los etarras José Antonio Lasa Aróstegui y José Ignacio Zabala Artano. Los dos terroristas fueron retenidos en primer lugar en el cuartel donostiarra de la Guardia Civil de Intxaurrondo , y más tarde torturados en el Palacio de La Cumbre, hasta que fueron asesinados días más tarde.

Los entonces agentes de la Benemérita Enrique Dorado y Felipe Bayo los llevaron más tarde a Aguas de Busot (Alicante), donde les obligaron a cavar su propia fosa, y después, Dorado les disparó tres tiros en la cabeza.

En abril de 2016 en plena negociación para llegar a un acuerdo entre socialistas y Ciudadanos, el entonces secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, exclamó durante la sesión: «Felipe González tiene el pasado manchado de cal viva» . Iglesias utilizó uno de sus discursos más broncos y más combativos lo que hizo que los rostros de la bancada socialista también cambiaran radicalmente.

Las palabras de Pablo Iglesias generaron gran malestar entre los miembros de la formación socialista. El entonces portavoz parlamentario del PSOE, Antonio Hernando, cargó duramente contra el ex de Podemos: «Ha convocado una consulta sin querer saber ni importarle un pimiento cuál es nuestra opinión sobre su documento». Hernando anunció que su bancada recibió con «sorpresa» e «indignación» , la acusación hacia Felipe González y que también estaba dirigida hacia ellos. Se trata, a su juicio, de una «consulta para la ruptura». «Gracias por no intentarlo en absoluto», finalizó su intervención.

Este martes, seis años después, Sánchez y los parlamentarios socialistas han tomado un nuevo giro radicalmente diferente en el que se 'iglesizan' y aceptan tanto las palabras del fundador de Podemos que tanto les indignaron como el relato de la formación abertzale. Con esta concesión a uno de sus principales socios el PSOE pasa a considerar pseudofranquistas a los gobiernos de Adolfo Suárez surgidos de elecciones democráticas en 1977 y 1979, e incluso el primer año del Gobierno de Felipe González en 1982. Con esta concesión a uno de sus socios prioritarios, Sánchez da un paso más para legitimar el relato proetarra que sigue equiparando a víctimas con verdugos.