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Artur Mas planea volver a ser presidente de la Generalitat

El PDECat vería con buenos ojos confluir en la Crida si es con Mas como candidato

Artur Mas, en 2015, tras declarar como imputado ante el TSJC por el 9-N EFE
Salvador Sostres

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Le echaron de mala manera y nunca renunció a volver. David Madí le creó hace unos meses la Crida, un nuevo partido limpio de cualquier carga de corrupción y demás lastres. Artur Mas quiere volver a ser el presidente de la Generalitat propiciando una alianza electoral entre la Crida y el PDECat con la idea de desarrollar una suerte de autonomismo plus -parecido al del PNV- con punto de tensión patriótica y emocional de los recursos a los tribunales europeos de las decisiones de la justicia española.

Pese a que fue el origen del descalabro, y a pesar de que difícilmente van a perdonárselo, todavía las élites financieras catalanas le ven como el único interlocutor solvente y válido entre Barcelona y Madrid, y la opinión de las élites económicas y financieras cuenta especialmente en el entorno convergente, que se está quedando sin dinero.

Trabajadores sin cobrar

Los trabajadores del grupo parlamentario de Junts per Catalunya han estado algunos meses sin cobrar y empiezan a escasear los recursos del partido para pagar a sus abogados. Quim Forn ha tomado la decisión de encabezar la candidatura de los convergentes al Ayuntamiento de Barcelona -cuando le dio su palabra al juez Llarena de que abandonaría definitivamente la política- en contra del consejo de su abogado, Javier Melero, porque, como dijo hace unos días Pablo Echenique de Íñigo Errejón, «de algo tiene que vivir».

Madí no sólo le ha creado a Mas la herramienta política de la Crida en su estructura, sino que ha situado en su órbita a su «tonto útil», Jordi Sánchez. Hace años que Madí usa a Sánchez de hombre de paja para erosionar a Esquerra y allanarle el camino a Mas. El precedente más claro fue en 2015, cuando le presentó a las elecciones para suceder a Carme Forcadell al frente de la ANC. Sánchez quedó el cuarto de cuatro candidatos y Madí forzó las costuras de la entidad hasta conseguir que Sánchez igualmente la presidiera, al objeto de que presionara a Junqueras para que aceptara concurrir a las elecciones autonómicas del 27 de septiembre de aquel año porque sabía que de ir por separadas Convergència y Esquerra, Junqueras habría derrotado a Mas.

Ahora Madí necesita que Sánchez, a quien ha convertido en los últimos meses en el referente independentista del entorno de Puigdemont y Torra, caliente las expectativas más insurgentes de la Crida -como ya está haciendo, insistiendo en investir al expresidente fugado, con el mismo objetivo de laminar a Esquerra- para asentar su autoridad moral entre los más hiperventilados y poder, con esta autoridad, blanquear el retorno autonomista de Mas , convenciendo a los más exaltados de que es necesario que alguien «de prestigio» ponga orden entre el caos y tenga «una voz creíble en Europa».

Posición dominante

El PDECat vería con buenos ojos confluir en la Crida si es con Mas de líder y candidato, entendiendo que les garantizaría el control o una posición dominante en el partido. La familia Pujol ve en el retorno de Mas un retorno al orden y a la estabilidad que puede ayudarles a recuperar la buena relación con el Estado.

El único inconveniente que tiene Mas es el de su inhabilitación. Falta ver desde cuándo empieza a contar -todavía no le ha sido notificada-, pero en cualquier caso no se esperan elecciones hasta una vez conocida la sentencia del Supremo por el juicio del 1 de octubre. Quim Torra está cansado de la política, quiere ocuparse de su esposa Carola Miró, gravemente enferma, y ha manifestado a su entorno sus pocas ganas de volver a presentarse.

Mas, a quien muchos ven como el primer culpable de todo lo que ha pasado, trata ahora de desmentir que sea independentista ante empresarios y financieros y asegura que «pedí 10 para conseguir que me dieran 7, pero en ningún caso tuve la voluntad de romper España». También trata de justificar su pasado recordando que le recomendó a Puigdemont que no declarara la independencia y que convocara elecciones.

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