«Yo abrí la verja del Valle de los Caídos el día que enterraron a Franco»

Al otro lado del teléfono está José Hermida Muíños , un guardia civil que sostiene que él fue el encargado de abrir, el 23 de noviembre de 1975, la verja del Valle de los Caídos para que entrara el camión con los restos mortales de Franco y todos aquellos que quisieron despedir al dictador el día de su entierro. «Fue alrededor de las 7.30 de la mañana. Y hacía frío», rememora Hermida, un hombre que asegura que el amor por su país le lleva a dar a conocer esta historia en la víspera de que la verja que él mismo abrió hace 44 años vuelva a abrirse, pero en esta ocasión para que Franco salga de Cuelgamuros.

«Yo abrí la verja del Valle de los Caídos al cadáver de Franco por una orden de trabajo y no le quiero cerrar la puerta a la historia de mi país». Con esta frase muestra su disgusto Hermida ante la decisión del Gobierno que dirige en funciones Pedro Sánchez de sacar a Franco de su emplazamiento actual. «Es que no sé qué sentido tiene sacarlo ahora de allí», insiste el guardia jubilado, que todavía recuerda aquel 23 de noviembre de 1975.

«Ya era guardia civil, tenía 26 años y estaba intentando pasar a formar parte de los motoristas de la agrupación de Tráfico. Aquella noche estaba en la academia de motoristas, cuando nos despertaron de madrugada», comienza Hermida, a quien en principió no extrañó demasiado aquella maniobra puesto que, como indica, no era raro que les despertaran en medio del sueño «para hacer prácticas nocturnas». Eran las 4 menos 10 de la madrugada , y los agentes se levantaron sin rechistar.

«Fuimos a la explanada y, cuando llegamos, había varios autocares esperándonos y una vez que estábamos montados, nos dijeron a dónde íbamos», evoca Hermida: « Franco falleció y tenemos que ir a Collado Villalba». Y hasta ahí que fueron los elegidos, antes de poner rumbo al Valle de los Caídos, donde se iba a celebrar el entierro .

«Al llegar, me bajaron a la entrada en Land Rover y ahí me encontré con otro compañero. Él se fue a cambiar el uniforme antes de abrir para estar presentable. Sincronizamos los relojes y me dijo que, si no había vuelto a las 7.30 horas , que abriera. Y así hice», subraya Hermida, quien también revela que fue reprendido por ello: «Me cayó una gran bronca, a gritos, del capitán por abrir la puerta».

Pasada la tormenta y, según manifiesta el guardia retirado, después le hicieron subir a la explanada de la basílica para formar parte del cordón de seguridad y Franco «quedó enterrado a eso de la una de la tarde». Ahí permanecerá hasta mañana, cuando otro guardia civil vuelva a abrir la puerta del recinto 44 años después que el agente Hermida.