Cruce de acusaciones por la última muerte de violencia de género

Poco después de conocerse el asesinato de Isabel a manos de su marido, fuentes del TSJ de Galicia informaron de que la titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Verín no recibió petición formal, ni de Fiscalía ni de la Guardia Civil, de que dictara una orden de alejamiento que protegiese a esta mujer de su marido durante el ingreso hospitalario. Y eso es verdad; o mejor, una media verdad. Es cierto que la Benemérita no tenía las pruebas definitivas, pero sí todo un rosario de indicios de que quien había atacado a Isabel era su pareja . De hecho, hace diez días pidieron a la magistrada que lo detuviera, pero ella advirtió que si querían hacerlo sería por cuenta de la Guardia Civil, y que si no confesaba lo pondría en la calle. También la solicitaron la intervención de su teléfono, a lo que se negó; y advirtieron de que para mayor seguridad Isabel se quedara ingresada en la UVI en lugar de bajarla a planta, ya que en la primera hay mayor vigilancia y no había una orden de alejamiento dictada.

A esta última petición la juez respondió que se podía custodiar la puerta de la habitación, pero esa era una medida poco eficaz por dos motivos: primero, porque sin orden de alejamiento el marido podía entrar en la habitación cuando quisiera y atacarla; y segundo, estaba el problema de que para dar un servicio de este tipo hay que destinar a muchos guardias civiles para cubrir las 24 horas del día, lo que provoca problemas para cubrir otros servicios también muy importantes.

¿Pero eran suficientes los indicios presentados por la Guardia Civil contra el marido de Isabel Fuentes? Sin duda. Eran muchos, y contundentes, según las fuentes consultadas por ABC. Por ejemplo, Aniceto declaró que en la noche del 2 al 3 de abril, cuando se produce el primer ataque, él estaba durmiendo y oyó ruidos y gritos de su mujer en la planta baja de su vivienda, pero que cuando llegó no había nadie. Esta versión es más que improbable, porque la mujer, según los médicos que la atendieron, recibió un único golpe en la cabeza con un martillo, que la dejó inconsciente, y por tanto era imposible que se hubieran producido esos gritos continuados.

Además, junto al cuerpo de Isabel aparece un martillo, pero está limpio, por lo que es imposible que fuera utilizado en la agresión y su presencia solo se explica porque Aniceto lo pone allí como parte de su coartada; aseguró además que los ladrones entraron por la ventana -estaba rota, sí, pero los cristales aparecieron en el exterior de la vivienda- y que salieron por la puerta, pero ésta estaba cerrada y los delincuentes hubieran tardado un tiempo en encontrar las llaves, suficiente para haber sido sorprendidos por el sospechoso. Pero es que también asegura que fue un robo, pero de allí nadie se llevó nada... Todas esas circunstancias figuran en la diligencia de reconstrucción de los hechos que la Guardia Civil entregó a la juez y según las fuentes consultadas era más que suficiente para haber ordenado la detención. Pero la magistrada no lo creyó así y pidió a los agentes que siguieran la investigación. Hay que recordar que la juez pudo ordenar de oficio la orden de alejamiento.

El autor del crimen permanecía ayer ingresado en el centro hospitalario, inconsciente tras haberse autolesionado, por lo que aún no se le ha podiso tomar declaración. Su mujer, Isabel Fuentes, fue enterrada ayer.