Jordi Pujol planeó con su hijo Oriol la confesión a espaldas de Mas
El expresidente creyó que su «mea culpa» marcaría el ritmo de la investigación de su familia; CDC reconoce graves perjuicios electorales
maría jesús cañizares
Dos semanas antes de que confesara ser un evasor fiscal, Jordi Pujol acudió a una cena a la que asistieron dirigentes de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Le notaron nervioso. «Solo hacía preguntas sin esperar respuesta», explica a ABC un miembro de la ejecutiva convergente ... presente en ese encuentro. Hace tiempo que el exmandatario catalán no se encuentra bien de salud. Sordea. Son 83 años vividos muy intensamente. En el crepúsculo de su carrera política, pronunciaba conferencias, participaba en las reuniones del partido sin voz ni voto... Y desde hace un mes, planeaba cómo admitir que, durante sus años de « Muy honorable » presidente de la Generalitat, mantuvo una cuenta oculta en Andorra.
«Todos nos preguntamos por qué ahora, pero es difícil encontrar el momento oportuno de hacer estallar esa bomba. ¿Mientras era presidente de la Generalitat? ¿Mientras su hijo Oriol tenía posibilidades de sucederle?», añade el citado dirigente. Lo cierto es que el círculo policial y judicial se había cerrado tanto alrededor de la familia Pujol que el otrora referente moral del nacionalismo catalán no aguantó la presión. Entre otras cosas, porque el clan desconoce exactamente qué información tiene la Justicia . Y eso que hasta ahora se han escrito ríos de tinta sobre los turbios negocios de Pujol y su prole. Pero hay más. Lo dice la testigo estrella de este proceso judicial, la expareja de Jordi Pujol Ferrusola, Victoria Álvarez, pero también de forma velada la confesión del patriarca.
Una confesión hecha in extremis. O en tiempo de descuento, pues tuvo lugar cien días antes de la fecha en la que supuestamente se tiene que celebrar una consulta sobre la independencia de Cataluña, el 9 de noviembre. Se trata del momento cumbre del proceso impulsado por el presidente catalán Artur Mas. Pujol ha querido administrar los tiempos mediáticos, en lugar de que fueran la Fiscalía o la Justicia las que destaparan definitivamente la existencia de cuentas familiares en paraísos fiscales. Detrás del intento de expiación de Pujol no hay ni la mala conciencia de un político profundamente cristiano ni un deseo de salvar la imagen de sus hijos, pretensión esta última que, en caso de ser cierta, revelaría una torpeza impropia de quien gobernó Cataluña durante 23 años. Porque su carta, divulgada a los medios de comunicación el pasado viernes 25 de julio, ha provocado que los vástagos del expresidente estén más que nunca bajo el foco judicial.
Tácticas dilatorias
En el entorno de Pujol se asegura también que, con la confesión de una supuesta herencia no declarada a Hacienda, el veterano dirigente ganaría tiempo para preparar una estrategia de defensa en caso de que deba responder ante la Justicia, confiado en que las comisiones rogatorias -petición que los jueces dirigen a una autoridad judicial extranjera para que esta practique una determinada diligencia- se demoren y que algunas causas acaben archivadas por el camino, como ya ha ocurrido con varias investigaciones sobre la familia Pujol del juez de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz. Si a eso se une la existencia de testaferros financieros o personas interpuestas, lo que siempre complica este tipo de pesquisas, «es lógico que Pujol creyera que, confesando ahora, el “soufflé” bajaría de aquí a los meses cruciales del proceso», explica un exdiputado que conocía bien a Pujol y a su hijo mayor, Jordi Pujol Ferrusola, presunto cerebro de la turbia gestión patrimonial del clan.
Hace tiempo que el padre había dado por perdido a su hijo mayor. Es conocida su frase «no me gustan los negocios que tiene Jordi en México». Jordi Pujol Jr. llegó a manejar las cuentas de CDC mientras su padre lideraba el partido, pero cuando Artur Mas tomó las riendas del partido, hizo limpieza y apartó a determinados gestores que no eran de su agrado. Incluido el hijo de Pujol. Por contra, el expresidente catalán seguía tutelando la carrera política de su hijo Oriol, al que no nombró «delfín» en 2001 porque no lo veía preparado. Por eso eligió como sucesor provisional a Mas, amigo de la familia. Pero la inculpación de Oriol en el sumario por la adjudicación de estaciones de ITV -se le acusa de cobrar comisiones- supuso un enorme revés para las expectativas de Jordi Pujol. «Pudo acogerse a la reciente amnistía fiscal de Montoro, pero eso hubiera dado la puntilla a la carrera política de Oriol, herida ya de muerte. Y los socialistas ofrecieron esa clase de indulto en 1991, a las puertas de las elecciones catalanas a las que se volvía a presentar Pujol», comenta el citado dirigente de CDC.
La Justicia también tenía acorralado a Oriol, quien el pasado 14 de abril renunció definitivamente a la secretaría general de CDC y a su escaño como diputado en el Parlamento catalán. Padre e hijo, aseguran fuentes de su entorno, planearon que primero sería Oriol quien diera ese paso, que ya de por sí era suficientemente duro como para que viniera precedido de la confesión de su padre. Así, once días después, Jordi Pujol se declaraba evasor fiscal.
Primero la política
La sucesión de hechos ese «viernes negro» dice mucho del talante del viejo patriarca de los Pujol. Primero la política, luego la familia. A las 8 de la mañana se reunió con Artur Mas. Los allegados del líder de CiU juran y perjuran que nada sabía de la existencia de esa cuenta. Y que tampoco conocía las intenciones de Pujol de enviar una carta a «los medios catalanes», que en eso también hubo distingos. Su «padre político» ya comunicó entonces su predisposición a renunciar a su presidencia honorífica en CDC y a sus privilegios como expresidente autonómico . Tras la reunión con Mas, Jordi Pujol se citó con su hermana María, que se quedó atónita ante la noticia de que el padre Florenci había dejado una millonaria herencia. «Pero ¿de qué herencia me hablas, Jordi?», dijo la sumisa hermana. Después ordenó el envío de la carta a determinados medios. «Quienes están más indignados son la vieja guardia de CDC, aquellos que formaron parte de los gobiernos de Pujol. Quienes vinimos después, pensamos que hay que pasar página cuanto antes porque lo ocurrido puede tener costes electorales muy importante para el partido . El expresidente no debería esperar al 2 de septiembre a comparecer en el Parlamento catalán -como está previsto-, sino ahora», afirma el dirigente convergente.
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