Aznar y Rajoy, una historia de desplantes

«Ni ruptura, ni convulsión, ni brecha», aseguraba la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, durante la presentación de la Convención a la prensa. Al presidente de honor del partido le es «imposible asistir por razones de agenda», según aseguró. Lo cierto es que Aznar está en Israel y continuará su periplo internacional por Londres, Filipinas y Estados Unidos. Ayer mismo su mujer y alcaldesa de Madrid, Ana Botella —que sí estará en la Convención—, insistía en que su marido «pasa gran parte de su tiempo fuera de España».

Sin embargo, los gestos de distanciamiento entre Aznar y Rajoy se han multiplicado en los últimos meses y quienes pretenden alimentar la presunta separación entre el presidente del Gobierno y su antecesor tienen varios «desplantes» en los que apoyarse.

Durante una entrevista en televisión, Aznar fue crítico con el Ejecutivo de Rajoy e incluso dejó la puerta abierta a su posible regreso a la primera línea de la política. Partido y Gobierno cerraron filas entorno al presidente —algunos incluso acusando a Aznar, aunque en privado, de «desleal» — y ni Rajoy, ni sus ministros, ni la dirección nacional del PP asistieron a la presentación del segundo volumen de sus memorias. Al día siguiente, el expresidente señalaba en Cope: «Si algunas de las interpretaciones tienen razón y lo que se ha mandado es un mensaje de escenificación de ruptura, se toma nota».

Pero la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, quiso calmar los ánimos y desmintió que hubiera ruptura. «Se tiene muy en cuenta y se respeta a todos los expresidentes del Gobierno, muy especialmente a Aznar», aseguró. Desde París, Rajoy también hacía lo propio: Insistía en que no había ruptura —al menos, por su parte— y en que mantenía «muy buena relación» con el su antecesor en el cargo.

Una semana después de la polémica entrevista, Aznar reaparecía en el acto de presentación de un libro en el Congreso de los Diputados organizado por FAES en el que reiteró sus críticas a la gestión de Rajoy, a quien le lanzó el mensaje de que debía usar su mayoría absoluta «para un proyecto que valga la pena». «Yo no estoy contra nadie; estoy con los españoles. No más que nadie, pero tanto como el que más», insistió.

Pero la calma que sucedió a la tormenta fue solo aparente. La Fundación Faes, el «think tank» vinculado al PP al frente del cual se encuentra Aznar, distribuía un informe con el que pretendía desmontar el desafío secesionista. Algunos lo entendieron como la forma en la que el expresidente marcaba el camino a su sucesor sobre cómo atajar el problema catalán, asunto éste sobre el que le ha advertido en repetidas ocasiones . Probablemente porque el informe llegaba sólo un día después de que el ex presidente del Gobierno anunciara que no estaría presente a la Convención Nacional del PP, en cuyo programa le había reservado el partido un lugar especial.

«Que el presidente de honor no pueda asistir por una cuestión de agenda a un acto del partido no lo veo convulsión», insistía Cospedal ante quienes imaginaban incluso un escenario en el que Aznar abandonaba el partido. «No lo veo», repetía. Aznar no estará hoy en la gran fiesta del PP. Otro «desplante» en cuya justificación parece estar todo el PP de acuerdo: motivos de agenda.