terrorismo

Cuando el partido de Mandela abroncó a Batasuna

Desde 2007 Otegi está obsesionado con ser la versión abertzale de Madiba, pese a que el Congreso Nacional Africano le abroncó por su silencio tras la salvajada de ETA en la T-4

Cuando el partido de Mandela abroncó a Batasuna abc

j. p.

Desde que en junio de 2007 ingresó en la prisión de Martutene para cumplir una condena por enaltecer al etarra «Argala», Arnaldo Otegi ha estado obsesionado con compararse con Nelson Mandela . La obsesión subió grados tras regresar a la cárcel, por el caso ... Bateragune. Si la ilegalización de Batasuna suponía un «apartheid» aplicado al País Vasco, él, Otegi, debería ser reconocido también por su número de presidiario, el 8719600510, como Mandela.

El presidente suplente de Sortu, Hasier Arraiz, ha comparado este fin de semana lo que fue la Sudáfrica del «apartheid» con lo que es ahora el País Vasco , y a Otegi con Mandela, hasta el punto de asegurar que el exportavoz de Batasuna también saldrá un día de la cárcel para ser el presidente de un estado independiente. «En el imaginario colectivo de mucha gente en Euskal Herria subyace el sueño de que, aquí como allí» se pueda ver al dirigente de la «izquierda abertzale» Arnaldo Otegi «algún día como el lendakari de una Euskal Herria independiente».

En el espejo sudafricano

En 2005, cuando se cocinaba el «proceso de paz» entre ETA y el Gobierno de Rodríguez Zapatero , Batasuna empezó a mirarse en el espejo de Sudáfrica. Varios dirigentes de la coalición, como Pernando Barrena, por su dominio del inglés, Joseba Álvarez y el actual senador de Bildu Urko Aiartza se desplazaron al país africano para mantener contactos con responsables del Congreso Nacional Africano (CNA). En plena tregua de ETA, el partido de Mandela mostró su disposición a «ayudar en el proceso», creyendo en las buenas intenciones de los batasunos.

Sin embargo, tras el atentado de ETA en la T-4 de Barajas, los dirigentes del CNA se sintieron traicionados. No solo por la salvajada con la que los terroristas rompían, sin previo aviso, un alto el fuego, sino también por el silencio cobarde que Arnaldo Otegi mantuvo entonces. Cuando un año después los dirigentes batasunos regresaron al país africano, los responsables del CNA les dieron portazo.

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