Covite pide ayuda a Capriles para liquidar el refugio de ETA en Venezuela

Consuelo Ordóñez se dirige a Capriles «como quien habla con un compañero», «presa de la impotencia de quien ya no sabe a quién acudir para evitar que la actitud de Venezuela siga pisoteando la dignidad de los más de 800 muertos que pesan sobre la espalda de la organización terrorista ETA». «El proyecto totalitario de la organización -añade- languidece tras su comunicado de “cese definitivo” del pasado octubre de 2011. No obstante, ETA ha conseguido en Venezuela lo que no ha logrado en España tras tres décadas de asesinatos selectivos: establecerse en un territorio-santuario para eludir pagar por sus brutales crímenes».

Consuelo Ordóñez recuerda en su carta que «informaciones contrastadas evidencian que al menos 50 terroristas de ETA viven cómodamente en Venezuela, donde algunos han aprovechado su estancia para estrechar vínculos con organizaciones terroristas como las FARC». Reconoce que los tres asesinos de su hermano Gregorio Ordóñez han sido condenados ya por la Justicia. «Esa suerte -escribe- es la que no tienen cerca de 40 familias; padres, hermanos e hijos de 40 personas que fueron ejecutadas por el medio centenar de etarras que hoy disfrutan de estatus de refugiado político en Venezuela. Esos casos están aún sin resolver por culpa de la connivencia del régimen bolivariano que Maduro busca perpetuar tras la muerte de Chávez, amigo de la sangre derramada por ETA y enemigo del Derecho Internacional que lucha contra el monstruo del terrorismo en el mundo».

«La Convención de Ginebra de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados -recuerda en otro momento Consuelo Ordóñez- excluye de toda forma de asilo o acogimiento internacional a quienes han participado en crímenes contra la humanidad o crímenes de guerra. La hermana de Gregorio Ordóñez le pone el ejemplo del etarra Arturo Cubillas Fontán, jefe de Seguridad del Instituto Nacional de Tierras en Venezuela y requerido por la justicia española desde 2010. «Se ha encargado de adiestrar a etarras en suelo venezolano haciendo uso de su cargo público». Participó al menos en los asesinatos de Joseph Couchot, en 1984; Ángel Facal Soto, en 1985; y del policía Máximo García Kleinte, en 1985. La presidenta de Covite recuerda también que en marzo de 2010 la Audiencia Nacional comunicó que había diligencias que ponían de manifiesto la cooperación gubernamental venezolana en la ilícita colaboración entre las FARC y ETA, cuyo enlace en Venezuela es Arturo Cubillas Fontán. «¿Es acaso un exiliado político quien acribilla a balazos a alguien por no compartir su mismo ideario? ¿Es un exiliado político quien mata al que se niega a financiar el terrorismo? ¿No merecen las víctimas que ese criminal responda por sus crímenes?», se pregunta

«Las autoridades venezolanas, desde el ascenso de Chávez al poder, han desoído los insistentes requerimientos de la Justicia española. Y tampoco ayuda que el Gobierno español de Mariano Rajoy se empeñe en abrazarse a la discreción, inconveniente a todas luces para promover críticas contra la postura de Venezuela por parte de la comunidad internacional», añade Consuelo Ordóñez. «Por todo esto -concluye-, deseo que ganes, amigo. Deseo que el pueblo venezolano deje de sucumbir a la propaganda engañosa de Maduro y apueste por una Venezuela que respete los derechos humanos. Una Venezuela que luche contra el terrorismo y deje de dar trabajo público a terroristas sanguinarios».

Covite también ha enviado cartas a los presidentes de Estados Unidos y Colombia, Barack Obama y Juan Manuel Santos, respectivamente, así como al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, solicitando ayuda para la erradicación definitiva del santuario que ETA tiene en Venezuela. «Conocemos la histórica implicación de Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo en todas sus vertientes, derivada en gran medida del terrorífico ataque del 11 de septiembre de 2001 -le escribe a Obama-. Por ello, y dado que uno de los objetivos que han marcado su mandato es el de acabar con el patrocinio del terrorismo por parte de determinados países, me dirijo a usted».

Al secretario general de Naciones Unidas le recuerda que «usted mismo recalcó el 27 de septiembre de 2010 que “ninguna causa y ninguna reivindicación pueden justificar el terrorismo”. Incidió además en “la determinación de las Naciones Unidas de responder a un desafío mundial transfronterizo que trata de causar tanto daño a todos”».