Cuentas sin cuentos
¿Por qué te vas?
El traslado de Ferrovial ha despertado la ira del Consejo de Ministros que en lugar de analizar los motivos de la marcha, se dedican a insultar al presidente de la compañía, cuyo liderazgo y buena gestión alababa Calviño hace apenas 14 meses
El Gobierno ha puesto el grito en el cielo cuando se ha enterado de que Ferrovial va a trasladar su negocio a los Países Bajos. Desde Yolanda Díaz a Nadia Calviño, pasando por Irene Montero, Teresa Ribera, Raquel Sánchez y ... el propio Pedro Sánchez, los ataques al presidente de Ferrovial han sido furibundos.
No hay ninguna duda de que la salida de la multinacional es una pésima noticia para España. Y los argumentos de que «en Países Bajos hay estabilidad jurídica, y excelentes condiciones de financiación», suponen un jarro de agua fría para nuestro país, porque sin decirlo, están dando a entender que aquí las condiciones son peores. Pero la sobrerreacción de los ministros y del propio presidente parece un poco excesiva, sobre todo teniendo en cuenta que ellos mismos están creando un caldo de cultivo no solo para no atraer inversiones, sino incluso para expulsarlas. Cuando estás tratando de convencer a los ciudadanos de que los empresarios son seres malvados y codiciosos que solo quieren ganar dinero y explotar a los trabajadores, y que lo que hay que hacer es exprimirles al máximo para que no ganen tanto. Cuando subes casi el 50% el salario mínimo en un lustro, elevas las cotizaciones sociales, creas impuestos especiales a los ingresos –ni siquiera a los beneficios–, planteas endurecer el coste del despido, intervenir el mercado,... pues quizás están abriendo la puerta a que esos empresarios o esos inversores se vayan donde se les trate mejor y no se les cambien las reglas del juego un día sí y otro también.
Las acusaciones que estos días estamos escuchando, las más duras probablemente provenientes del propio presidente del Gobierno, que dice que Rafael del Pino se va por la «justicia fiscal», esto es, que «aquellos que tienen más, tienen que contribuir más al erario público pagando más impuestos»; reprochándole su «falta de patriotismo» por cambiar la sede para pagar menos impuestos, contrastan con algunas cifras, y con el hecho de que Del Pino no tiene intención de cambiar la residencia, aunque más de la mitad de los consejeros y directivos tendrán que hacerlo para que Hacienda no considere que se está produciendo un traslado ficticio de la sede de la compañía. Que habrá algo de ahorro fiscal es evidente, pero bastante bajo, por lo que la razón del traslado parece que va más allá de los motivos fiscales. Pero al Gobierno le interesa hacer todo el ruido posible para tratar de evitar que otros sigan la misma estela. Y hay que recordar que son muchas las multinacionales españolas que tienen más de la mitad de su negocio fuera.
Los ataques que estos días estamos escuchando contra Rafael del Pino contrastan con los halagos que recibía hace no tanto de la vicepresidenta del Gobierno.
Hace poco más de un año, el presidente de Ferrovial recibía en Nueva York el premio 'Business leader of the year' y Nadia Calviño envió un vídeo que se visionó en el acto, en el que destacaba que Ferrovial era «un símbolo de la internacionalización de las empresas españolas» y explicaba que los logros de la compañía eran «resultado de la buena gestión y el liderazgo de Rafael del Pino», y señalaba el compromiso con la colaboración público-privada y con la sociedad. Otra vez, de héroe a villano en 14 meses.