Von der Leyen afronta con los presupuestos su mayor desafío en busca de fondos para sus ambiciones
La presidenta tiene que convencer al Parlamento que acepte su propuesta
La división por las reformas clave de la UE amenaza al Ejecutivo comunitario
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen
La intervención hoy de la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, en el pleno del Parlamento Europeo en Bruselas dará el tono para el comienzo de uno de los más espinosos procesos de la política comunitaria, como es la aprobación de ... los presupuestos plurianuales. Siempre es un trámite muy complejo y desagradable porque se trata de dinero y eso enfrenta habitualmente a los gobiernos de los países contribuyentes con los que van a ser beneficiarios.
En este caso, además, la Comisión ha presentado un proyecto de presupuestos para el período 2028-2034 en el que Von der Leyen ha querido reflejar sus ambiciones políticas de aumentar la capacidad de acción de la Unión Europea en campos como la defensa y la seguridad, además de dedicar dinero a pagar los créditos de los fondos de recuperación que se pusieron en marcha durante la pandemia. Nada menos que dos billones de euros, que representan aproximadamente el 1,2% del PIB europeo.
Independientemente de las cantidades finales, en realidad estos presupuestos son tan especiales porque es la primera vez en más de 40 años que la Comisión ha roto los esquemas tradicionales del reparto de esos recursos. Tradicionalmente, un tercio del presupuesto comunitario se dedicaba a la política agrícola común y otro a los fondos estructurales. Los nuevos presupuestos reducen esos dos capítulos a una parte casi simbólica y además la Comisión propone devolver a los gobiernos nacionales la gestión de ese dinero.
No es de extrañar que en lugar de apoyar sistemáticamente las cuentas de la UE con apenas reticencias como era la tradición, esta vez el Parlamento había anunciado de forma inequívoca que no daría su luz verde a las propuestas de Von der Leyen, empezando por los grupos políticos que apoyan a la Comisión -el Partido Popular Europeo, los Socialistas y Demócratas, los liberales de Renew Europe, junto con Los Verdes.
Von der Leyen ha tenido que superar en los últimos meses tres mociones de censura. Y las ha ganado no sin cierto suspense, porque la composición de la cámara es muy inestable esta legislatura. Sus propuestas para reducir la burocracia para las empresas como pedían varios gobiernos, han sufrido ya una primera derrota parlamentaria. Por ello y a pesar de que el Parlamento carece de las herramientas institucionales necesarias para imponerse a los gobiernos, la posibilidad de que la Eurocámara rechazase su propuesta de presupuesto dejaría una situación muy complicada.
Pero si la presidenta, como se espera, anunciase hoy una serie de cambios para tratar de acercarse a las ambiciones de los diputados, puede encontrarse después con la oposición de los países miembros, que como integrantes del Consejo son la segunda y definitiva institución legislativa. También tiene difícil vencer las críticas que suscitó el hecho de que estos presupuestos los hubiera diseñado ella misma, sin intervención de otros miembros de la Comisión que pueden representar sensibilidades políticas dife- rentes y contribuir a acercar posiciones con el Parlamento.
Aún hay margen para aprobar estos presupuestos (no en vano los Tratados establecieron este sistema de periodos de siete ejercicios fiscales en un mismo presupuesto para evitar este tipo de debates angustiosos cada año) pero el trámite se verá inevitablemente mezclado con el de la flexibilización de los objetivos climáticos en determinados aspectos del sector del automóvil o incluso con el debate sobre la eficacia real de los fondos de recuperación y los problemas que ha planteado su gestión. Coincide además con el reparto de puestos institucionales de la mitad de la legislatura (las presidencias del Parlamento y del Consejo) que añadirán probablemente complejidad al proceso.