La revolución de la inteligencia artificial se propaga al ralentí en España
Nuestro país parte lejos de unos referentes europeos que ya están a años luz de Estados Unidos y China, escenario agravado por una respuesta institucional centrada en la regulación y la falta de transferencia de conocimiento
Madrid
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Iniciar sesiónEl robot conversacional ChatGPT es uno de los últimos casos que han servido para popularizar la inteligencia artificial entre el gran público. Millones de personas se pasan minutos y minutos frente a la pantalla 'jugando' con esta herramienta capaz de responder con coherencia cualquier ... pregunta que se nos ocurra, pero más allá de la exitosa solución desarrollada por Open AI, los sistemas informáticos que tratan de imitar la función cognitiva humana se han identificado como una de las tecnologías con mayor proyección en todas las áreas de actividad. Telecomunicaciones, servicios financieros, logística, sanidad, turismo… cada sector, en mayor o menor medida, puede aprovechar sus potenciales beneficios, de ahí que se haya convertido en una palanca ineludible para mejorar la competitividad de los países.
Estados Unidos y China han hecho una fuerte apuesta por liderar esta revolución y lo han conseguido. Así lo revela, por ejemplo, 'The Global AI Index', elaborado por el medio independiente Tortoise Media a partir de 143 indicadores, que compara a las naciones en su nivel de inversión, innovación e implementación de inteligencia artificial. Para ver cómo está posicionada España hay que descender hasta el vigésimo primer puesto de una clasificación integrada por 62 países de todo el mundo, mientras que si se analiza solo el Viejo Continente, es superada por Reino Unido, Países Bajos, Alemania, Francia, Irlanda, Finlandia, Dinamarca, Luxemburgo, Suiza y Suecia… ello a pesar de ser la cuarta economía de la UE.
Nuestro país se ha quedado rezagado y el maná de los fondos europeos tampoco se está exprimiendo al máximo debido a la confluencia de diferentes factores: menores recursos destinados a este campo respecto a los competidores europeos directos, escasa variedad de proyectos (se centran en su mayoría en aspectos regulatorios y éticos) e implementación lenta de las medidas recogidas en la Agenda España Digital para impulsar el avance de esta tecnología.
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Tal y como recoge un informe de BBVA Research publicado el pasado mes de octubre, los fondos dedicados por España al desarrollo y uso de la IA son limitados si se comparan con los de países vecinos. El Gobierno presentó en diciembre de 2020 la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial, dotada con una inversión pública de 600 millones de euros en el periodo 2021-2023, lo que supone, según el instituto de estudios del banco, un 0,05% del PIB nacional. «Se observan esfuerzos para Alemania (0,14% del PIB hasta 2025) e Italia (0,14% del PIB sin horizonte específico) que más que doblan los de Francia (0,06% del PIB hasta 2023) y España», señala el documento, que advierte de que la implementación de las medidas recogidas en la Agenda España Digital para impulsar el avance de la IA está siendo lenta.
Este extremo es reconocido desde Ametic, la asociación representante del sector de la industria digital en España. «Los proyectos van con retraso. Muchos están todavía por salir, como los espacios de datos por industrias, en un estado de bastante inmadurez», apunta Enrique Serrano, presidente de la Comisión de IA de Ametic, CEO de Tinamica, presidente de MBIT School y miembro del Comité Ejecutivo de GAIA-X. El experto también cita como ejemplo la plataforma tecnológica que mejorará la gestión del programa Destinos Turísticos Inteligentes, aún pendiente de salir, que conlleva más de 60 modelos analíticos cuya gran mayoría contará con modelos avanzados de 'machine learning' o 'deep learning'. «Se va con lentitud y esperamos que se recupere terreno a partir del segundo semestre del año», dice.
España debe pisar el acelerador porque es mucho lo que está en juego. La IA ayuda a resolver problemas complejos gracias a la aplicación de técnicas avanzadas de programación, sin necesidad de establecer de antemano los pasos o instrucciones a seguir, lo que abre nuevas puertas a nuestras empresas. Subirse a esta ola es, cada vez más, una cuestión de supervivencia, a la luz de las previsiones manejadas para los próximos años. Se calcula que generará 13.000 millones de dólares en la economía mundial en 2030, de acuerdo a la consultora McKinsey.
Las carencias
Uno de los frentes sobre los que nuestro país necesita actuar es la falta de profesionales. «Existe un desequilibrio en la oferta-demanda de talento en materia de inteligencia artificial, 'big data' y analítica avanzada que somos incapaces de atajar. La formación en estas tecnologías tiene un alto grado de caducidad y prácticamente el 40% de los contenidos varía de un año a otro», subraya Serrano. La universidad, a su juicio, es incapaz de ir tan rápido, mientras que en Formación Profesional considera que se está haciendo mejor. «En la medida en que tengamos talento podremos hacer más investigación», ahonda. Cree que otro aspecto en el que España ha de progresar es la cantidad de 'papers' y patentes generadas.
La transferencia entre el conocimiento producido en las universidades y las empresas es un histórico escollo que España sigue sin superar y que tampoco ayuda a que el país esté a la vanguardia en IA. Ametic ha promovido la Fundación Instituto Ricardo Valle de Innovación, cuyo primer nodo está en Málaga, con la idea de crear una red que permita relaciones más fluidas.
La falta de coordinación entre ambos mundos es un reto, sin duda, para dar el salto, pero no el único. A juicio de Jesús López Fidalgo, director del Instituto de Ciencia de los Datos e Inteligencia Artificial de la Universidad de Navarra (DATAI), «hay pocas empresas grandes que tengan su departamento de I+D en España, lo cual es muy importante porque el objetivo no debe ser solamente aplicar lo que ya existe, sino desarrollar nuevas tecnologías e incluso ciencia». Considera, asimismo, que los españoles son poco llamados al emprendimiento, lo cual tiene consecuencias en lo que respecta a la IA porque no deja de ser algo novedoso y riesgoso desde el punto de vista empresarial. «Medidas como la Ley de Startups –dice– están bien, pero resultan insuficientes, aunque es verdad que no se puede cambiar todo de la noche a la mañana».
La Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial se hace eco de un informe de la OCDE que revela que la inversión de capital privado en startups centradas en IA en España durante el periodo que transcurre entre 2011 y mediados de 2018 es el 3% de la cantidad total invertida en empresas de nueva creación con sede en la UE, muy por detrás de Francia (13%), Alemania (14%) o Reino Unido (55%). «Estos datos dejan de manifiesto que hay un amplio margen de mejora para que España logre crear el ecosistema de crecimiento e innovación que se ha desarrollado en otros países del mercado único», agrega el texto.
Clarisa Martínez, directora del Centro de Excelencia (CoE) De Datos, Analítica e Inteligencia Artificial de Capgemini España, subraya que las startups son los 'garajes' que dan lugar a empresas de nicho sólidas, por lo que cree que se debe apoyar el emprendedurismo en torno a esta tecnología. «Sufrimos también una deficiencia a la hora de aprovechar el conocimiento que tenemos para posicionarlo en comunidades abiertas», afirma. Para la experta, la única vía de afrontar la transición hacia la economía del dato es la cooperación, con iniciativas como Gaia-X.
Foco en la regulación
El informe de BBVA Research, por su parte, alerta de que se está avanzando más en el marco ético y regulatorio, pero muy poco aún en la puesta en marcha de programas concretos. Y es que este es precisamente un ámbito en el que España, al igual que la UE, ha volcado todos sus esfuerzos. Una de las medidas estrellas ha sido la constitución de la Agencia Española de Supervisión de Inteligencia Artificial, que se pondrá en marcha en A Coruña y que cuenta con un presupuesto de cinco millones de euros. Se trata de la primera institución de estas características que se crea en la Unión Europea. Por otro lado, el Gobierno lanzará el primer 'sandbox' regulatorio de la Unión Europea sobre Inteligencia Artificial, un banco de pruebas que busca acercar a las autoridades competentes a las empresas desarrolladoras de esta tecnología para definir de manera conjunta buenas prácticas que sirvan de base para la implementación de la futura regulación europea de IA (Artificial Intelligence Act).
Los resultados de las pruebas se recogerán en una guía de buenas prácticas y directrices de aplicación, que se publicará en el segundo semestre de 2023. Esta guía será accesible para todos los Estados miembros y la Comisión Europea, que podrán utilizarla para preparar la aplicación del futuro Reglamento.
«La UE, para posicionarse en el mundo de la IA, ha decidido crear un entorno seguro desde el punto de vista legal, ético y técnico. El Reglamento, que seguramente se aprobará en 2024, exigirá que toda la IA que se utilice en la UE cumpla con esos requisitos», explica Blanca Escribano, socia responsable del área de Derecho Digital en EY Abogados. En un momento en el que la tecnología evoluciona a gran velocidad, ¿un exceso de regulación podría retrasar la innovación o los nuevos lanzamientos? «Siempre existe esa tensión, por lo que es importante que la guía que se elabore para facilitar el cumplimiento sea lo más práctica posible, para que así las obligaciones no sean una carga insoportable para las empresas, sobre todo para aquellas con menos recursos, como las pymes», asegura la experta, que recalca que el propósito de la futura norma es atajar aquellos sistemas de IA que, tras un análisis, se entienda que presentan riesgos para los individuos.
Pero de nada servirá si esta tecnología no llega a las empresas. España se encuentra en la media de la UE-27, con el 8% de sus compañías utilizando IA, según el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad, un porcentaje lejos del 25% que fija la agenda España Digital 2025 y del 75% pretendido por la Comisión Europea para 2030. «La aproximación departamental de la gestión de la información de la que venimos es una de las grandes barreras. Se necesita disponer de grandes volúmenes de información que permitan afinar estos sistemas para que su impacto compense el esfuerzo de inversión, y si tenemos la información compartimentada en silos, llegamos al punto de ser un limitante muy serio en lo que a su evolución y escala respecta», indica Berna Marcos, responsable de Applied Intelligence en Accenture.
En paralelo, dice, las organizaciones han visto que los casos de uso se han multiplicado, lo cual trae consigo una necesidad de gobierno de los modelos analíticos que antes no tenían porque no era necesario: «Esto implica un cambio en la forma de trabajar y organizarse, que lleva asociado un proceso de gestión del cambio, en el que hoy numerosas organizaciones están inmersas, muchas veces impulsadas por la alta dirección que esperamos, cuando culminen, ayuden a superar esas barreras y nos sitúen en el nivel que nos correspondería».
A pesar de que, salvo en la parte regulatoria, España llega tarde, hay voces que encuentran motivos de optimismo. Clarisa Martínez, de Capgemini, recuerda que en 'The Global AI Index' nuestro país ocupa el cuarto lugar en el apartado referido a Estrategia de Gobierno. «Estoy convencida de que podemos hacer más, pero tanto a nivel gubernamental como empresarial se están promoviendo iniciativas», justifica.
Recientemente, por ejemplo, se ha publicado la segunda resolución de la convocatoria de ayudas para proyectos de investigación y desarrollo en IA y otras tecnologías digitales, dotada con 105 millones de euros, a la que se presentaron unas 1.200 empresas. La iniciativa está enmarcada en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, la agenda España Digital 2026 y la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial.
Desde Ametic, Enrique Serrano aplaude que la IA esté imbuida en casi todos los Perte, así como la existencia de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial. Otra baza para acotar la distancia con los vecinos europeos es el Barcelona Supercomputing Center (BSC), ya que determinados desarrollos, entrenamientos e incluso ejecución de algoritmos requieren gran capacidad de cómputo. La institución empezó en diciembre la instalación del superordenador MareNostrum 5, que estará operativo en julio y tendrá una potencia de cálculo casi 30 veces superior al actual MareNostrum 4.
Las claves
Un despegue necesario. La inteligencia artificial es una tecnología transversal, por lo que, como resalta Clarisa Martínez, de Capgemini, todas las empresas deberán convertirse en 'data driven' y hacer uso de ella: «Ayuda a tomar decisiones en base a datos reales de emisiones, eficiencia, optimización... el consumo masivo de datos no es viable solo con la mente humana».
Objetivo prioritario de las naciones. 'The Global AI Index', elaborado a partir de 143 indicadores, sitúa a Estados Unidos, China y Reino Unido a la cabeza en la carrera por esta tecnología. Les siguen Canadá, Israel y Singapur. España, por su parte, ocupa el puesto vigesimo primero de un ranking formado por 62 países del mundo y a nivel europeo, le superan diez naciones.
Desconocimiento en el tejido empresarial. Clarisa Martínez cree que uno de los desafíos es la explicabilidad ya que aún detecta desconocimiento en torno a los algoritmos. «Las empresas, sobre todo las pymes, tienen dificultades para entender cuánto les cuesta y cuánto tardarán en recuperar la inversión. Hay que ayudarlas porque IA les permite ser más eficientes», justifica.
Los puntos fuertes. Nuestro país se ha volcado para ser referente en la parte regulatoria y ética de la IA. Jesús López Fidalgo, director del DATAI, considera que España también tiene potencial en el empleo del español como base para entrenar a los algoritmos, así como en la aplicación de esta tecnología a la salud. «Es un terreno muy bien abonado para sacarle partido», dice.
MÁS INFORMACIÓN
La inteligencia artificial ya mueve los hilos de nuestra sociedad y será uno de los motores del desarrollo económico de los próximos años, por lo que aunque Estados Unidos y China miren por el retrovisor al resto de naciones, a España no le queda otra que meter la quinta marcha en su desarrollo y utilización.
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