«Es kafkiano que en Europa se cierren nucleares y se reabran plantas de carbón», critica el presidente de Repsol

Brufau pide «sentido común» a Europa porque «prohíbe los motores de combustión para pasar al eléctrico, cuya base tecnológica es China; no es el mejor remedio»

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Imaz y Brufau, esta mañana en la junta JAIME GARCÍA

El presidente de Repsol, Antonio Brufau, ha calificado hoy durante su intervención en la junta de accionistas de «kafkiano» el hecho de que en Europa «se cierren centrales nucleares y se reabran plantas de carbón».

Ha advertido de que Europa «no va en la dirección ... correcta» y corre el riesgo de quedarse fuera de la pugna por la hegemonía mundial entre Estados Unidos y China, que se han erigido en los «dos grandes ejes económicos e industriales potentes» en el actual contexto marcado por el fin de la pandemia de la Covid-19 y la crisis a raíz de la guerra en Ucrania tras la invasión por Rusia. Añadió que se ha roto la globalización debido a la desconfianza entre las regiones.

Brufau, que se presenta a la reelección para otros cuatro años más, afirmó que «existe el riesgo de que Europa quede en una esquina, que sea un subcontinente occidental de un componente de Europa mayor que sería Eurasia», dijo, añadiendo que el Viejo Continente se puede ver desplazado a «la periferia de un gran núcleo económico».

Así, destacó que la Unión Europea ha mirado «mucho más a la parte social, a la parte humana y a las necesidades que el planeta tiene de descarbonizar» en el año 2050, mientras se ha descuidado la posibilidad de que la industria europea «tenga también su progreso».

Para ello, Brufau enfrentó los dos diferentes caminos adoptados por Europa y Estados Unidos para abordar la transición energética, hablando de «reindustrilizar la economía» en el país americano con su Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), que incentiva y es más breve y sencilla, frente a una senda marcada por «ordenar y regular al ciudadano», más extensa y compleja, y «sin pensar en la industria» adoptada por el Viejo Continente.

«Europa tiene que entender que la transición energética o sirve para fortalecer nuestro sistema tecnológico y nuestro tejido industrial o se convierte en una plataforma extractiva de nuestros recursos públicos para aumentar las bases tecnológicas e industriales de otros países«, manifestó.

De esta manera, afirmó que Europa debería, además de no renunciar a las políticas de liderazgo de la lucha contra el cambio climático, abordar «nuevas y diferentes estrategias energéticas» que le permitan tener «un papel industrial en este contexto mundial», ante una dependencia de China y sus materias primas que ya es «brutal y es un problema».

«Por tanto, las decisiones que los políticos europeos hoy estén tomando no van a ser neutras para el futuro de Europa. Y las decisiones que tomen estos políticos en relación a la colaboración público-privada tampoco serán neutras», añadió al respecto, advirtiendo de la ventaja en esta carrera que tienen actualmente Estados Unidos y China.

En este sentido, indicó que la «negación a la neutralidad tecnológica« en ese camino tomado por Europa hace que también haya una negación hacia todas aquellas formas de movilidad que sean distintas a la electricidad, por ejemplo los combustibles renovables o el hidrógeno. Dijo que Europa «debe de entrar en el sentido común porque prohíbe los motores de combustión para pasar al eléctrico, cuya base tecnológica es China; no es el mejor remedio».

Así, el presidente de Repsol aseguró que las políticas de descarbonización tienen una visión «muy europeocentrista», con una regulación en el Viejo Continente centrada en buscar eliminar las emisiones.

«Están pensadas para Europa, para el centro-norte del continente, y tienen seguramente poco en cuenta ese 70% de los ciudadanos de este planeta que necesitan desarrollarse y que prioritariamente tienen otros objetivos que no sea la descarbonización«.

Por eso, apuntó que Europa corre el peligro de que su peso industrial termine trasladándose definitivamente a otros lugares del mundo como China o India.

«Al perder tejido industrial perdemos competitividad en la sociedad europea. No es casualidad que llevamos ya 15 o 20 años en Europa sin conseguir el objetivo del peso del PIB industrial en relación al total PIB europeo, que estaba fijado en un 20%, estamos en un 16% y cayendo«, advirtió.

El consejero delegado ejecutivo, Josu Jon Imaz, ha afirmado que la compañía destinará en 2023 un 30% de la caja operativa generada a remunerar al accionista, superando ampliamente los compromisos establecidos en el Plan Estratégico 2021-2025.

En este sentido, la junta ha aprobado un dividendo de 0,35 euros brutos por acción con cargo a los beneficios de 2022 y el reparto, asimilable al tradicional pago a cuenta del ejercicio 2023, de otros 0,375 euros brutos por acción, pagaderos en enero de 2024.

Asimismo, la junta de accionistas ha aprobado la reelección como miembros del consejo de administración de Antonio Brufau (presidente), Josu Jon Imaz (consejero delegado ejecutivo), Aránzazu Estefanía, María Teresa García-Milá, Henri Philippe Reichstul, John Robinson West y Manuel Manrique; y el nombramiento como consejera externa independiente de María del Pino Velázquez.

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