EL QUINTO EN DISCORDIA
La promoción inmobiliaria aguanta
El viento de cola es evidente y no parece que ni los tipos más altos ni los mayores costes de producción vayan a truncar estas dinámicas
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Hace pocos días participé en Málaga en una jornada que organizaba la asociación de promotores andaluces en la que también estuve el año pasado. Lo que más me sorprendió fue cómo ha cambiado el estado de ánimo de los ladrilleros en el último año. ... Hace doce meses, la gran duda era qué iba a ser de nosotros tras el verano y hoy el problema es que no hay suelo suficiente para construir lo que el mercado necesita.
Muchas reivindicaciones, algo de autocrítica, pero ninguna duda del buen momento que tiene el sector. El viento de cola es evidente y no parece que ni los tipos más altos ni los mayores costes de producción vayan a truncar estas dinámicas. Un sector que, por otra parte, no tiene nada que ver con la idea que todavía muchos tienen en la cabeza. Desde 2008 ha sufrido una tremenda transformación. Hoy sigue siendo un sector muy atomizado pero mucho más profesionalizado. Tienen las ideas muy claras, están escarmentados de la última gran crisis y tienen un diagnóstico muy claro de los problemas del sector.
El principal cuello de botella es la falta de suelo. Es un problema de difícil solución que pasa por cambiar el modelo de financiación de los municipios. Padecen también a una Administración que sigue sin resolver en plazos razonables, algo que como está demostrando Madrid, debería ser solucionable con algo de voluntad política. La financiación es más cara pero llega y, como el resto del mercado, es solo cuestión de tiempo que todos asimilemos que son las nuevas cartas con las que toca jugar para que se nos vaya soltando el brazo.
La ley de la Vivienda impulsada por el actual Gobierno es una aberración que como se ha repetido muchas veces va en contra de lo que persigue y probablemente lo peor es que sus impulsores lo saben. Nuevos planteamientos como la ayuda a la compra son muy bienvenidos, aunque lógicamente tendrían que venir acompañados de soluciones en los problemas que están más que identificados.
En definitiva, un sector nuevo al que le van cosas bien pero que le podrían ir mejor y eso sería bueno para todos. Tendríamos más viviendas y más baratas. Y la economía española recuperando uno de sus motores tradicionales por aquello de que cuando el ladrillo va bien, España va bien. El previsible nuevo gobierno –Michavila es mi pastor, nada me falta–, debería tomar buena nota y actuar con contundencia, nos va mucho en ello. El super ciclo económico del que algunos venimos últimamente hablando se construye precisamente entre otras cosas con ladrillos.