El quinto en discordia
Miedo y avaricia
El mercado se ha enfrentado a episodios inéditos y ha ido capeando el temporal como mejor ha podido tratando de poner en precio los distintos escenarios
Quien pega primero…
Palacio de la Bolsa de Madrid
Hemos estado instalados tanto tiempo en el miedo que se nos olvida que no es la única fuerza que mueve al mercado. En el otro extremo se encuentra la avaricia. Y el mercado se mueve como un péndulo como suma de las emociones de ... los agentes que lo componen.
Tras haber vivido lo vivido desde, por ejemplo, el 2008 -gran crisis financiera, crisis del euro, auge de los populismos, Brexit, Trump, cuando pensábamos que empezábamos a levantar la cabeza, nos asoló una pandemia sin precedentes y, por si no hubiera sido suficiente, Putin monta una guerra en Europa-, el miedo ha sido lo que ha dominado al mercado. En este periodo el miedo ha sido de todos los colores y sabores. El mercado se ha enfrentado a episodios inéditos y ha ido capeando el temporal como mejor ha podido tratando de poner en precio los distintos escenarios. A modo de recordatorio, el día de mayor caída de la Bolsa española estos últimos años fue tras el inesperado resultado del Brexit -un 12%-, aunque en periodos más largos las caídas de máximos a mínimos han sido muy superiores.
Aunque el mercado ha terminado levantando cabeza en todas y cada una de las ocasiones, no ha dejado de estar atenazado en todo este tiempo y solo últimamente parece estar levantando el vuelo, aunque, visto lo visto, con la mosca detrás de la oreja esperando el siguiente cataclismo. Y aunque no hay duda de que cualquier cosa puede pasar -a ver quién es el guapo que a estas alturas es capaz de descartar nada-, el haber vivido lo que hemos vivido no hace que los peores desenlaces tengan mayor probabilidad y que los agoreros tengan más probabilidades de acertar -aunque, como explicaba muy bien Kahneman, es inevitable que lo percibamos de esta manera-.
De hecho, si lo pensamos bien, tendría que ser al revés. Estadísticamente que se hayan acumulado tanto desenlaces extremos no hace que los siguientes vayan a caer del mismo lado, sino probablemente todo lo contrario. Sin embargo, estamos sesgados por el corto plazo y resulta muy difícil, prácticamente imposible, no dejarse llevar.
Parece que, últimamente, de forma muy tímida, otra fuerza empieza a asomar la patita en estas latitudes. El miedo a perdérselo o a dejar de ganar parece que es lo que está detrás de algunos de los movimientos que han sido protagonista de los mercados. Todavía no es algo generalizado. Estamos, parece, lejos de eso. Pero lo que parece incuestionable es que el péndulo está en unos terrenos que no veíamos hace tiempo.