ajuste de cuentas
Populismo transversal
Alguien del Gobierno de Meloni pensó que como Draghi era banquero, igual era buena idea entrar a saco en la banca
El Gobierno Meloni aprueba un impuesto del 40% a los beneficios extraordinarios de la banca en 2022 y 2023
Madrid
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Iniciar sesiónEl populismo no conoce de izquierdas y derechas. O sí. Lo han demostrado Giorgia Meloni y Matteo Salvini aprobando un impuesto a la banca que han tenido que rectificar a las pocas horas. Llegaron con el decreto sorpresa a un consejo de ministros ... que no contemplaba el asunto en su orden del día, lo que explica que el Ministerio de Economía sólo apareciera por la tarde-noche para las matizaciones y rectificaciones, cuando la increíble torpeza ya había provocado que la banca italiana perdiera en Bolsa el equivalente a 9.000 millones de euros, tres veces lo que esperaban recaudar.
La pésima factura técnica del impuesto y del anuncio revelan que, tal como ocurrió en España, este impuesto no nació de alguien que conoce a la perfección el funcionamiento del sistema financiero. En Italia, además, es probable que la ocurrencia surgiera de algún asesor que pensó que como el predecesor de Meloni, Mario Draghi, era banquero experto, resultaba una buena idea entrar a saco en el sector financiero para diferenciarse de él y ganarse unos aplausos.
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Desde la crisis financiera de 2008 y el estallido de la burbuja inmobiliaria en España, más la crisis de las cajas de ahorro, el sector bancario ha quedado totalmente constreñido por la regulación promovida como solución por políticos y técnicos. Hace mucho que el negocio bancario dejó de ser una actividad privada. Desde que existe el monopolio de los bancos centrales en la emisión de moneda, la actividad bancaria no es más que el usufructo de una graciosa concesión de las autoridades. La ficha bancaria te autoriza a intermediar con el dinero que emite el banco central, llevándote un margen, y la regulación ha estrechado cada vez más el margen de las actividades de servicio adicionales que puedes brindar. Con los tipos negativos, además, el derecho de pernada quedaba muy agostado.
Los distintos gobiernos populistas harían bien en aclarar si es viable que la bancaria siga considerándose una actividad privada lucrativa porque la gran mayoría de las entidades cotizan en Bolsa. Si el Estado va a quedarse con parte de las ganancias que corresponden a los accionistas (sus legítimos dueños) cuando le venga en gana y con cualquier excusa, quizá lo mejor sería excluir de la Bolsa de una buena vez estas empresas y convertirlas en concesionarios de la gestión de la masa monetaria.
Lo ocurrido en Italia viene a recordar que siguen siendo ciertos todos los tópicos sobre el populismo. Sigue ofreciendo soluciones fáciles (¡qué mejor que recortar las ganancias de los ricos y destinarlas a los pobres hipotecados!) a problemas complejos (los tipos de interés suben porque tenemos una lacra que es la inflación detrás de la cual no sólo está el afán de lucro). Sigue siendo la adopción de medicinas que tienen peores efectos secundarios que la enfermedad que quieren curar. Y sigue estando claro que cuando el populismo entra en el sistema, infecta en mayor o menor medida a todos los que operan en él. jmuller@abc.es
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