El consumidor ecológico abona el auge de los huertos urbanos
La preocupación por una alimentación sana y sostenible impulsa una afición que incluso puede convertirse en ocasión de emprendimiento
Belén Rodrigo
En España el sector de los productos ecológicos está en auge, con un crecimiento del 6% anual, 46.463 operadores y 93.000 empleos, según la asociación profesional Ecovalia. El gasto por habitante en producto ecológico está creciendo a un 16% anual y seis ... de cada 10 consumidores se han iniciado en los últimos 5 años. Este progresivo interés se refleja también en la aparición de huertos urbanos en distintas ciudades, que trae cambios en el consumo e incluso oportunidades de empleo.
Huertoteca es una empresa de diseño, instalación y mantenimiento de huerto urbano que nació en Madrid hace seis años y han realizado proyectos en toda la Península. «Para mí la huerta urbana comenzó como un hobby, un amor a primera vista, desde hace once años», cuenta David Lagares Fuentes, socio fundador y CEO de Huertoteca, quien ya había visto a sus abuelos trabajar la tierra en viñedos y huertos. Esta compañía trabaja tanto con empresas como particulares. «Propusimos la construcción de huertos urbanos para que ayuden a crear oxígeno y como cambio de conciencia porque va de la mano de la sostenibilidad», explica Lagares. Ve como va creciendo este interés de enverdecer las ciudades y que, por ejemplo, «en los colegios se sepa de dónde vienen las verduras». Poco a poco las personas saben que si pagas un poquito más por los productos ecológicos «va a ser bueno para tu salud, le dan importancia».
Con una maceta de 20 cm de profundidad ya es posible tener una pequeña maceta huerto en un balcón o una ventana. Luego están las jardineras, los patios, las terrazas y los terrenos. «Depende del espacio y de lo que te quieras gastar, la horquilla de precios es increíble, pero a partir de 50 euros ya puedes crear algo. Luego necesitas luz, agua y tierra», recuerda el responsable de Huertoteca. Nota que la mayoría de las personas que apuestan por estos huertos es para disfrute personal. «Quieren comer productos libres de químicos y también vemos que la producción se destina a comedores sociales, sobre todo en las empresas». Ellos aseguran que todo, desde la base, sea 100% ecológico. Cree que esta nueva tendencia ha venido para quedarse porque «hemos visto la necesidad de reencontrarnos con lo ecológico, con lo verde».
En comunidad
En 2015 Juan Ressia empezó a cultivar una parcela familiar en Aravaca que estaba vacía, para consumo personal. Su familia siempre se había dedicado al mundo de la agricultura y sin darse cuenta se embarcó en un proyecto, Huerta Aravaca, al que se sumaron otros dos socios y ahora es, además de su trabajo, una forma de vida. «La idea no nació como proyecto, pero ha ido pasando por muchas etapas y se ha juntado mucha gente», cuenta Ressia. A sus 27 años se dedica a producir productos ecológicos en esta huerta solar y cuenta con mentores extranjeros a quien sigue sus proyectos, y algunos de ellos han logrado ser rentables. En la Huerta Aravaca «la producción es ecológica pero no somos superproductivos porque aprovechamos el terreno para enseñar a otras personas, para innovar y experimentar», dice.
Poco a poco se han juntado otros productores y se ha creado una especie de comunidad. Los jueves por la tarde, de 16 a 20 horas, se venden las frutas y hortalizas de la huerta y otros productos ecológicos artesanales. «El foco de este proyecto es social y queremos que sea sostenible en el tiempo», añade. No esconde las dificultades de este trabajo, porque son pocas horas y el retorno a la inversión propia no es elevado pero le permite «vivir, sin lujos, pero soy feliz». Nota que ha crecido el interés por estos productos en las familias con hijos primerizos y a los jóvenes, aunque les interesa, «acaban por consumir lo que les dan en sus casas».
Dione Bañeres, cofundadora del Terra Lobato, en Valencia, ha cambiado también su forma de vida por la agricultura ecológica. Dejó hace unos años su estresante ritmo en Madrid en el mundo de la empresa para instalarse en Perellonet, una pequeña localidad en la costa valenciana. Allí conoció a Pepe, agricultor, y juntos fueron ideando el proyecto que lanzaron el año pasado. «La ilusión de mi vida era tener un huerto. Empezamos intercambiando ideas y nos lanzamos», recuerda Bañares. El huerto cuenta con una producción propia de frutas que venden, entre otros mercados, a Madrid. «Es un proyecto ilusionante, muy bonito, todo sostenible. Teníamos la ilusión de hacer algo diferente. Lo hemos dejado muy bien», añade.
Cuentan con una gran extensión y empezaron a alquilar terrenos a partir de 45 metros cuadrados y 45 euros al mes para que las personas planten su propia huerta. «La gente que alquila el huerto quiere tener un producto ecológico, pero sobre todo aprecia contar con una actividad al aire libre», señala la cofundadora. Hay quien tenga ya muchos conocimientos sobre la plantación de los productos, pero lo más normal es que busquen el asesoramiento. «Con venir dos o tres veces a la semana a cuidar de la huerta es suficiente. Damos muchas opciones, entre ellas ocuparnos del mantenimiento», resalta.
Ciudades en verde
En las grandes ciudades también se consolida la tendencia. El Ayuntamiento de Madrid acaba de lanzar el proyecto de Barrios Productores, con la Célula de Producción Urbana de El Pozo, en Puente de Vallecas, para fomentar la producción agrícola y la economía local. «Se ha puesto de manifiesto que era una necesidad el tratar de profesionalizar este sector de la agricultura urbana, permitiendo la comercialización de los productos, que se pueda producir para restaurante, mercados y comercios locales, generando empleo en los barrios, que es lo que persigue este proyecto», afirma Mariano Fuentes delegado del Área de Desarrollo Urbano.
Desde instituciones como Imidra, INIA o la Escuela de Agrónomos han dado su apoyo a esta iniciativa y aunque aún es pronto para valorar la respuesta al proyecto, desde el Ayuntamiento esperan que sea muy positiva. Creen que el interés por el mismo responde a un cambio de tendencia de los consumidores y a una necesidad de las ciudades. El consumo de productos ecológicos es un mercado en crecimiento y a su vez «las ciudades también tenemos un compromiso por la descarbonización y una apuesta por mejorar los hábitos de consumo y fomentar el empleo y el comercio de proximidad».
Un solar abandonado, en desuso, lo han convertido en el proyecto piloto de Barrios Productores. «Hablamos de un espacio de 8.000 m2 que se ha recuperado gracias a una inversión de 1,2 millones de euros y en la que ya se forman una decena de personas, una de las cuales ya ha conseguido trabajo gracias al proyecto», indica Fuentes. Esta célula la enfocan hacia la producción e innovación agroalimentaria, desarrollo de plantas domésticas y, sobre todo, formación. El proyecto ofrece la oportunidad de desarrollo de empresas de alimentación local, por lo que se espera atraer a emprendedores en los barrios. También cuenta con una Oficina Técnica de Apoyo. «Es importante involucrar a los comerciantes de la zona, para que se vinculen al proyecto y ofrezcan los productos», resalta el responsable del proyecto, que cuenta con muchas iniciativas en otras ciudades que son modelos de referencia como Brooklyn Grange.
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