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CUENTAS SIN CUENTOS

Urge frenar la fuga de talento y atraer otro nuevo

Hay que mimar y premiar a los que se han esforzado en formarse con salarios e impuestos atractivos

Yolanda Gómez Rojo

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El éxodo de jóvenes recién licenciados que no encontraban trabajo en España hacia otros países europeos fue una constante durante la crisis financiera. Y se teme que la crisis económica desatada por el Covid y que ha azotado con más virulencia a nuestro país que a otros de nuestro entorno provoque que la operación se repita. Es cierto que para un joven recién salido de la universidad irse a Alemania, Reino Unido, Francia, Estados Unidos... a aprender otros idiomas, conocer otras culturas, coger experiencia... es un proyecto atractivo que puede ser muy beneficioso tanto desde el punto de vista personal como incluso para el propio país de origen, eso sí siempre que se trate de algo pasajero. El problema surge cuando esos jóvenes se instalan en sus nuevos países de acogida y no quieren regresar.

En España siempre nos quejamos de nuestro sistema educativo y de la baja calidad de nuestras universidades, pero lo cierto es que algunos profesionales españoles, como los ingenieros, los médicos o los enfermeros son muy bien valorados en el exterior y reciben atractivas ofertas para ir a trabajar fuera. Y son muchos los que se marchan.

Las elevadas cifras de paro juvenil en nuestro país, que han vuelto a dispararse con el Covid, explican, en parte, este éxodo. Según el último informe de la OCDE sobre la materia, del pasado mes de octubre, España es el país de la OCDE con la mayor tasa de desempleo juvenil con un 43,9% de parados entre los menores de 25 años, el triple de la media de la Unión Europea. Pero además España es un país de contrastes. Es a la vez el que registra un mayor nivel de sobrecualificación entre los jóvenes que han conseguido encontrar trabajo, y el que tiene más jóvenes infracualificados. Y es, además, el segundo país por detrás de Grecia en mayor porcentaje de ninis , con un 22% de jóvenes que ni estudian ni trabajan frente al 15% de media en la OCDE.

En este desolador escenario, el confinamiento añade dificultades a la incorporación de los jóvenes y de los recién licenciados al mercado laboral. El teletrabajo, que tantos empleos ha permitido salvar durante esta crisis sanitaria, no es, sin embargo, adecuado para los que están empezando y necesitan, sí o sí, recibir instrucciones y aprender codo con codo con sus compañeros y jefes. La primera fase de incorporación a una empresa, la fase de formación, difícilmente se puede hacer desde casa por muy desarrolladas que estén las nuevas tecnologías. Y son muchas las empresas que este año han limitado o directamente suprimido sus prácticas o sus fichajes entre jóvenes por no tener prácticamente trabajo presencial. También es cierto que al ser una pandemia mundial, tampoco otros países de nuestro entorno hacen fichajes, con lo que el éxodo durante estos meses también se ha limitado. Pero hay que prepararse para evitar que cuando se levanten estas barreras nuestros mayores talentos huyan de nuestro país buscando mejores oportunidades . Son muchos los jóvenes que ante la imposibilidad de encontrar un empleo, continúan formándose con masters o cursos de especialización online, con lo que pueden estar muy bien formados y sería una pena desperdiciarlos. Son muchos los miles de euros que cuestan a las arcas públicas formar a nuestros jóvenes –entre los 30.000 y los 60.000 euros–, y no tiene mucho sentido que luego sean otros países quienes se beneficien de esta inversión en educación.

No va a ser fácil, pero las Administraciones y las empresas deben prepararse para evitar la huida del joven talento una vez que las vacunas surtan su efecto y los confinamientos y las restricciones pasen a la historia. Sabemos que hay muchas empresas que lo están pasando mal y que cuando todo esto acabe, y se pongan fin a los ERTE probablemente tengan que despedir, o que volver a ajustar salarios. Pero también deben hacer un esfuerzo para abrir sus puertas a jóvenes bien preparados que puedan aportar toda su valía para afrontar los nuevos retos que se avecinan.

Está bien tratar de no dejar a nadie en el camino, pero las rentas o los salarios mínimos no lo son todo. Hay que mimar y premiar a aquellos que se han esforzado y sacrificado para formarse y que ahora pueden devolver a la sociedad con su trabajo parte de lo recibido . Pero para que se queden, o al menos para que vuelvan después de estar unos años fuera, hay que premiarles con salarios atractivos e incluso con menos impuestos.

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