¿Somos distintos?

Afortunadamente, aunque coincidimos con los griegos en la burbuja inmobiliaria, nuestro sistema financiero no se dejó seducir por las prometedoras ofertas de la ingeniería financiera norteamericana, ni recurrió a los artilugios estadísticos con los que los griegos trataron de ocultar su situación ante las instituciones de la eurozona. Tampoco en el 2002/2003 estuvimos amenazados, como Portugal, con las sanciones del PEC por un excesivo endeudamiento.

Pensamos, sin embargo, que lo que más nos aleja de esos y otros países del PIIGS es que al integrarnos en la Union Monetaria asimilamos la cultura de la estabilidad financiera y por eso cuando llegó la crisis teníamos superávit presupuestario y una deuda pública inferior a la media de la eurozona. Las desafortunadas primeras medidas anticrisis nos hicieron retroceder a tiempos pasados, precipitándonos hacia la situación presente. Pero todavía hay tiempo para reaccionar y, aunque se ha reconocido que nuestro Plan de Ajuste es más ambicioso que el de Portugal, la amenaza de poder emular a Grecia debería estimularnos para no hacer concesiones en su ejecución y recuperar los principios que aprendimos de que el crecimiento y el empleo sólo son sostenibles con unas finanzas sanas.