Sarkozy pide que no se retiren los estímulos de recuperación económica

«Tenemos que manejar con prudencia la retirada de estímulos de la economía», advierte el presidente francés en Davos

El presidente Sarkozy ha advertido a los bancos centrales y gobiernos contra una apresurada retirada de los estímulos para la recuperación, frente a la que parecía jornada de alerta de los bancos contra el celo interventor de los políticos. También llamó el francés a refundar “ ... la moralidad del capitalismo”.

Los banqueros se defienden del presidente Obama también, al que secundaba Sarkozy en Davos y Trichet en el «Wall Street Journal», y advierten contra una cruzada reguladora; la vicepresidenta económica, Elena Salgado, apareció en el Foro Económico Mundial para situarse en cambio junto a Emilio Botín, presidente del Santander: “no necesitamos tocar a los bancos”. Y agregó: “los nuestros tienen otro modelo comercial” menos especulante. Frente a la aquiescencia en la UE “con la línea de Obama, luego habrá que ver…” expresó la apuesta española “por mejorar la supervisión, aprendiendo de los errores”.

El fantasma de un refugio en la mano dura reguladora, peor aún si es descoordinada, y hacia la intervención política se cierne sobre el paisaje después de la crisis y 30 jefes de estado y de gobierno y 2.500 miembros de la élite empresarial y académica intentan valorar las consecuencias. Tendencias populistas y nacionalistas acechan a la economía y, como dice un alto ejecutivo de Accenture, “podemos retroceder 40 años”. Sarkozy dijo que había que responder “a la demanda de protección y justicia” de la sociedad, pero agregó que “o se regula en cooperación… o tendremos proteccionismo”.

Retorna el optimismo empresarial

La buena noticia es que el optimismo empresarial retorna, confirmado por varios informes globales. El tradicional informe de PricewaterhouseCoopers muestra que la confianza retorna a los consejos de dirección y un 39% de ejecutivos, en 52 países, piensan contratar mano de obra en 2010, frente a un 25% que piensa aún en recortar empleo, la mitad que el año antes.

¿La recuperación ha sido demasiado rápida para ser seria? Después de estar a punto de morir junto a Lehman Brothers, ¿los banqueros han resucitado antes de tiempo, gracias a esos 14 billones de dólares globales, que estima el Banco de Inglaterra? ¿o hacen bien en refrenar a los políticos? A la incertidumbre en el campo de la iniciativa se suman propuestas políticas en EEUU, Francia, Reino Unido e incluso España, junto a la preocupación europea con Grecia, España e Irlanda y la norteamericana con China.

La economía repunta por inyección reanimadora, pero la crisis financiera no ha sido solventada: “ni se han limpiado todos los activos tóxicos ni la recuperación va a ser homogénea”, advierte a este diario Mark Spelman jefe de estrategia global de Accenture: “amanece una economía multipolar, a distintas velocidades”.

Si la economía española no se prepara “para adaptarse a un modelo más complejo y variable” perderá la primera velocidad, agrega en otra conversación con ABC el director general para Europa de Booz&co, Neil McArthur que, frente al cambio climático, ha introducido el tema del cambio energético en el estudio “Energy Shift”.

Pero en el Foro Económico Mundial los banqueros han tomado la palabra para defenderse del celo de los políticos: “El afán interventor puede agostar la recuperación”, dijo el presidente del Deutsche Bank, Joseph Ackermann; y el de Barclays, Bob Diamond, insistió en la falta de pruebas de que “reducir los bancos sea la respuesta”. Calificó de vuelta atrás el discurso de que “grande es malo y que hay que ir a lo pequeño” y advirtió del “impacto negativo” en la economía global.

Ackermann y el jefe de Standard Chartered, Peter Sands, previnieron contra la “arbitrariedad regulatoria” si cada político toma su propia vía hacia la regulación de primas salariales y mercados locales, considerando que supondría un daño para las economías mundiales.

Uno de los pocos acuerdos claros entre políticos y financieros es que la fragmentación legal será mala y conduciría a “una gran complejidad” financiera y a fenómenos de aislamiento nacional, como dijo tanto Sarkozy como el CEO de Blackstone Group. Un mercado financiero fragmentado no podría contribuir igualmente al crecimiento global y provocaría mayores costes para el sector empresarial.

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