Los límites de la UE frente a la crisis
Saber qué pueden hacer las instituciones comunitarias para ayudar a encontrar una salida a la crisis es más difícil de lo que parece
enrique serbeto
En una de las entradas de la sede de la Comisión Europea, el edificio Berlaymon de Bruselas, se han colocado unos anuncios relativos a la «política de crecimiento» impulsada por el Ejecutivo comunitario. A pocos metros, en el exterior, un grupo de desconocidos ha estado ... distribuyendo unos panfletos en los que se sugiere a los «eurócratas» que «usen su corbata» para suicidarse. No todo el mundo se ha tomado en serio esta campaña contra los funcionarios europeos , pero nadie ignora que se trata de un reflejo de la frustración de muchos ciudadanos ante la percepción generalizada de que la UE no hace lo suficiente para ayudar a la salida de la crisis o, incluso, que le atribuyen a las instituciones comunitarias la causa de sus dificultades.
La cuestión es mucho más compleja de lo que se supone y aunque desde Bruselas fluye una cantidad ingente de información, muchas veces el bosque de la propaganda no deja ver los detalles. Saber qué puede hacer o qué no puede hacer Europa para ayudar a salir de la crisis es más difícil de lo que parece. Según Olivier Bailly, portavoz de la Comisión, «lo que no haremos en ningún caso es invitar a los estados miembros a gastar más y a seguir endeudándose, porque eso enviaría una falsa señal» sino que prefieren «insistir en la política de consolidación fiscal, sabiendo que así los presupuestos nacionales podrán dedicar los recursos que ahora se pagan por los intereses de la deuda a proyectos de modernización de la economía».
Lejos, por tanto, de supuestos «plan Marshall» de inversiones masivas , la Comisión ha promovido toda una serie de paquetes legislativos que deberían liberar las posibilidades del mercado único y de una economía verde. Según la Comisión, solamente con la aplicación de las propuestas contenidas en la llamada «agenda digital» se calcula que abriría un mercado de 109.000 millones de euros. Con lo que ha sido propuesto en la construcción de una economía basada en la energía renovable y la ecología aseguran que podrían crearse 20 millones de empleos antes de 2020. «El problema» insiste Bailly, «es que muchos de estos proyectos legislativos están bloqueados por los propios países, que tardan en ponerlos en marcha».
¿Qué se puede hacer con el presupuesto comunitario? Aunque parezcan cifras faraónicas, el dinero que maneja la Comisión es poco más del 1% del PIB de la Unión Europea y este ya está presupuestado y atribuido. El mito de utilizar los «sobrantes» se basa en una realidad mucho más limitada: según la legislación actual, lo que la Comisión no haya gastado de sus presupuestos debe ser devuelto a los países miembros dos años después, repartido según la contribución de cada cual.
Comisiones «sobrantes»
El problema es que no todos los países están de acuerdo en dejarle a la Comisión sin condiciones disponer de esos sobrantes ni existe una legislación para poder utilizar un dinero que viene del presupuesto de un departamento en los proyectos que quiera financiar otro. En todo caso, la Comisión no prevé más de 230 millones de euros de maniobra para este periodo presupuestario plurianual que está a punto de concluir.
Queda el Banco Europeo de Inversiones (BEI), pero sus recursos están ya comprometidos, hasta el punto de que su calificación «triple A» podría verse en entredicho si los países miembros no inyectan los 10.000 millones de euros que pide la Comisión. Si se pudiera utilizar el respaldo del BEI, Bruselas cree que podría utilizar fondos no gastados para lanzar los famosos «bonos de crecimiento» abiertos a la inversión pública y con los que podría poner en marcha grandes proyectos transfronterizos de estímulo a la nueva economía digital o de suministro energético, pero el montante estimado, un máximo de 4.600 millones de euros, parece insignificante para las dimensiones de la economía que se pretende mover.
De todos modos, la Comisión espera poder presentar el paquete en la cumbre de junio, que estará dedicada precisamente al crecimiento y la creación de empleo. ¿Salvará con eso Europa la economía de la zona euro? Probablemente no, pero tampoco hay materia para culpar a Bruselas de todos los males. Al fin y al cabo, muchos funcionarios hace tiempo que no llevan corbata.
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