La caída de los precios lastra la economía de Japón, que ya está en recesión
La deflación provoca que las empresas recorten sus plantillas e inversiones al no tener beneficios porque los precios no suben. En 2007, el IPC registró su mayor subida en una década, pero fue sólo del 1%, muy por debajo de los niveles de inflación de EE.UU., la UE o China
La deflación es un curioso fenómeno económico que, tradicionalmente, se asocia a Japón, donde el Índice de Precios al Consumo (IPC) no sólo no ha subido en los últimos años, sino que se ha venido reduciendo desde mediados de los 90 y, sobre todo, a ... raíz de la crisis que sacudió a toda Asia en 1997.
Desde entonces, Japón, la segunda potencia económica del mundo, no ha visto la luz al final del túnel, como demuestra el hecho de que entrara en recesión esta misma semana tras encadenar los dos últimos trimestres de crecimientos negativos. Uno de los principales lastres para el imperio del Sol Naciente es la grave apatía que caracteriza desde hace años al consumo privado, que representa más de la mitad del Producto Interior Bruto (PIB) y que a finales de septiembre sólo se había elevado un 0,3% con respecto al trimestre anterior como consecuencia de la deflación que sufre el país.
Y es que, frente a las peligrosas subidas descontroladas del IPC, sus disminuciones continuadas también suponen una seria amenaza económica porque este fenómeno, contrario a la inflación, provoca que las empresas entren en un círculo vicioso por el que se ven obligadas a recortar sus plantillas y su inversión debido a la ausencia de beneficios motivada por la caída de los precios.
Buena parte de la culpa de esta situación la tiene el sector financiero nipón, sumido en una grave crisis por la gran cantidad de préstamos de dudoso cobro destinados a fines especulativos y no a inversiones tangibles que propicien la creación de puestos de trabajo. Aunque los bancos han reducido la tasa de tales operaciones de un 8 a un 5 por ciento, este problema se suma a la elevada deuda pública del país, que ya supera el 180 por ciento del PIB.
Tras el estallido a mediados de los 90 de las burbujas inmobiliaria y bursátil que se habían gestado una década antes, los japoneses sufren una falta de liquidez que les ha llevado, además, a canalizar su consumo en productos baratos importados de otros países.
El IPC nipón se redujo un 0,1% en 1995 por primera vez desde que se empezaron a tomar este tipo de estadísticas en 1970. Desde entonces, y tras los crecimientos positivos registrados entre 1996 y 1998, ha venido disminuyendo hasta que, en 2007, alcanzó la mayor subida de la última década al elevarse un 1%, muy por debajo de los niveles de EE.UU., la Unión Europea o China.
Todo ello a pesar de que Japón, un país industrial sin apenas agricultura que importa el 40% de los alimentos que consume, también se vio afectado a principios de este año por la subida de los productos agrícolas y del petróleo. Sin embargo, el encarecimiento de artículos básicos como los “noodles” (típicos fideos asiáticos) o la mayonesa, que se elevaron respectivamente un 17 y un 10%, se ha visto contrarrestado por el desplome del importe de productos tecnológicos y electrodomésticos como las pantallas de plasma y los ordenadores portátiles.
Por primera vez en los últimos siete años, el Banco de Japón se ha visto obligado a recortar sus tipos de interés hasta el 0,3%, que se habían mantenido a cero desde finales de la década pasada y sólo recientemente se habían elevado hasta el 0,5%.
Pero Japón aún no le ha ganado la batalla a la deflación, que se prevé más larga y dura que antes por la entrada de su economía en recesión.
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