Balances limpios de polvo y paja

Los resultados de Caja Madrid y La Caixa

maría jesús pérez

Cascada de resultados bancarios en las dos últimas semanas. Coincidiendo, además, con el anuncio del Gobierno de un nuevo plan de saneamiento obligatorio antes de otoño para el sistema financiero español. El objetivo del Ejecutivo, lograr la confianza de los mercados en la economía española ... a través del saneamiento de nuestra banca y lograr el definitivo respaldo de la canciller alemana, Angela Merkel, que falta nos hace para la credibilidad de propios y extraños, y de cara a nuestro futuro dentro de la Unión.

Bancos y cajas españolas presentaban pues sus resultados con un ojo puesto en las nuevas normas. La de mayor calado, el cumplimiento en septiembre de un nivel de «core capital» (básicamente, capital más reservas) del 8%, si bien a las entidades no cotizadas se les va a exigir un ratio de capital propio superior, de entre el 9% y el 10%. Aquellas entidades que no logren capitalizarse en el tiempo previsto —límite, septiembre—, con capital privado o como fuere, el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria), en definitiva el Estado, será el que inyectará los recursos necesarios y se sentará en los órganos de gobierno de las entidades. Ahora bien, a los cinco años como máximo, saldrá vendiendo su participación en el mercado, o a un inversor o a la propia caja si le interesa o se lo puede permitir.

Sembrada la semilla, urge el agua. Así es que carrerón bancario por captar el escaso capital disponible para todas las entidades españolas, con prioridad para los bancos, por aquello de que parece que cuentan con mayor credibilidad. Antes de conocer incluso las líneas definitivas del decreto que regule la reordenación del sector que verá la luz a lo largo de la semana que estrenamos mañana, según fuentes del sector. Y como el dinero está en el mercado, los gestores bancarios han agudizado el ingenio y han cuadrado sus cuentas y nuevas estructuras.

Dos ejemplos a seguir

Pero ¿quién, y a qué precio, va a estar interesado en invertir en una entidad que no está saneada, o es «caja» por definición? Los ejemplos a seguir para estas entidades de ahorro, las dos grandes del sector. La Caixa y Caja Madrid. Ambas hacían sus números y presentaban sus cuentas de 2010 al detalle. El mercado tomaba nota. Los presidentes explicaban sus decisiones. Tanto una como otra, resolvían la urgente situación de forma lógica. Primero sanear cuentas y, después, apelar al mercado, saliendo a Bolsa a través de un banco.

La Caixa abría fuego. El camino a seguir: capital vía mercado. Si bien lo tenía más fácil. Su holding financiero, Criteria, ya cotizaba en Bolsa. La cúpula directiva al completo, capitaneada por el presidente, Isidro Fainé, decidía traspasar su negocio bancario a Criteria CaixaCorp (que pasará a ser un grupo bancario y se denominará CaixaBank) y trasladar parte de sus participaciones industriales a una nueva entidad, que dependerá de La Caixa. El nuevo banco nacerá con 5.409 oficinas, el menor ratio de morosidad entre los grandes grupos financieros españoles (3,71%), la mejor cobertura (70%), y la mejor posición de capital: 10,9% core capital según las normas de Basilea II, y que cumple holgadamente con el capital exigido por el nuevo plan de reforzamiento financiero del Gobierno de acuerdo con Basilea III. CaixaBank tendrá pues, a 31 de diciembre de 2012, un ratio de core capital por encima del 8%, sin considerar el periodo transitorio de aplicación (2013-2019).

Expertos financieros coinciden que si el beneficio neto «pro forma» de CaixaBank en los primeros nueve meses de 2010 hubiera sido de 1.192 millones de euros, el nuevo banco se situaría en la posición número 10 de la Eurozona y en la 18 de Europa por capitalización bursátil. Ahora bien, analizando los resultados reales, los presentados por el propio Fainé el pasado 28 de enero, los globales del Grupo La Caixa, se sacan varias conclusiones. Así, la importante generación de resultados de las actividades recurrentes —3.323 millones, un descenso del 8,3% frente a 2009— le ha permitido al grupo hacer frente a mayores dotaciones totales por valor de 2.651 millones. «La Caixa —explica un analista financiero— tiene 634 millones de plusvalías (por rotación de participadas y por una operación con «Global Payments») que dedica a saneamientos, de forma que el beneficio decrece un 13%, algo más que el resultado de explotación». Y ello a pesar de que la cifra de impuestos reflejada es positiva. Es decir, no constituye una carga sino un crédito fiscal. Esto último es debido al fuerte peso de los importes anotados en la cuenta ya netos de impuestos, como los dividendos o el resto de resultados de participadas (que suman más que el beneficio contable), así como el carácter deducible de las dotaciones a la obra social. La explicación no tiene secretos. De hecho, es algo muy recurrente en la caja. Está haciendo limpieza: «mientras no limpies, te crece el beneficio de explotación. Y a la inversa. Eso es lo que ha pasado en La Caixa».

Lo más positivo son los ratios de solvencia: el «core capital» es del 8,6%, una décima menos que en septiembre, pero aún elevado. «El problema que tenía La Caixa es la redoblada exigencia de capital adicional que le iba a suponer Basilea III por sus participaciones industriales y financieras no de control. Pero con la creación de un banco y la reorganización de participaciones podrá minimizar esta exigencia, aparte de apelar al mercado para captar nuevo capital», añade la misma fuente.

Caja Madrid, en cambio, prefirió sanear bien su balance a costa de presentar menores beneficios. Al ser unos resultados que, tal y como está siendo la norma habitual en el sector a lo largo de los últimos trimestres, estuvieron condicionados por las dotaciones, lógicamente se redujo el beneficio neto atribuido: hasta los 256 millones en 2010, un descenso del 3,7% respecto al obtenido en el ejercicio anterior, tras realizar dotaciones por 1.282 millones de euros, lo que le permite iniciar 2011 con un balance «limpio».

Tras anunciar los resultados de la caja, Rato dio paso al turno de los del Banco Financiero y de Ahorros (BFA, formado por Caja Madrid, Bancaja, Insular de Canarias, Laietana, Ávila, Segovia y Rioja). Así, los primeros resultados del nuevo banco-SIP arrojaron 440 millones de euros después de dotar 9.200 millones para ampliar el colchón del «ladrillo» ante lo que pueda pasar, saneando «completamente» el balance y, de paso, encarar las nuevas pruebas de «stress test» con las máximas garantías posibles. De los 9.200 millones, Rato explicó que 5.900 millones estarán destinados a sanear créditos, cubiertos en un 61%; 1.800 millones, para encarar deterioros de la cartera de inmuebles del banco, con un saldo de adjudicados de 7.402 millones cubiertos en un 33%; y los 1.500 millones restantes, para ajustar el precio de la cartera de valores.

Liquidez y muy especialmente solvencia, pues, fueron una constante en el discurso del presidente del BFA, cuyo «core capital» se sitúa ligeramente por encima del 7%, según los resultados «pro forma». Algo menos del punto porcentual que exige el Gobierno, por lo que uno de los retos que afronta el banco este año, tal y como anunció el propio Rato, sea el de «salir a cotizar antes de final de año».

Sea como fuere el camino que tome cada cual —siguiendo a una u otra entidad analizada—, el destino del sector tiene una triple salida futura. Uno, las cajas más capitalizadas se convertirán en bancos y estarán en Bolsa. Dos, las cajas que se hayan podido sanear a través del Estado serán vendidas a otras entidades ya viables, sean españolas o sean extranjeras. Y, tres, las que no lo hayan conseguido tendrán que ser declaradas en quiebra y cerradas de forma ordenada.

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