El gobierno británico relaja su política fiscal a siete semanas de las elecciones

El ajuste fiscal se relaja. En su declaración del pasado otoño, Osborne había anunciado un superávit de 31.700 millones de euros para 2019-20, que obligaría a reducir el gasto público a niveles de los años 30 del siglo pasado. Pero ahora lo reduce a un superávit de 9.600 millones de euros. Es decir, habrá más generosidad en el gasto público de la prevista.

El discurso fue claramente triunfalista, con frases como «Gran Bretaña está pisando fuerte otra vez» , y con el ministro ufanándose de que «este año creceremos más rápido que cualquier otra economía avanzada del mundo».

El Gobierno conservador confirmó las rebajas fiscales que se habían venido avanzando, por ejemplo, el listón a partir del cual se empieza a pagar el 40% en el impuesto sobre la renta se eleva de las 42.385 libras actuales a 43.300 . También aumenta el nivel de ingresos a partir del cual se empieza a pagar tributos, fijado hoy en 10.800 libras y pasará a 11.000. También anunció una reducción del 1% del impuesto sobre la cerveza, y de un 2% del whisky y la sidra, un guiño nada anecdótico en un país de entusiastas del alcohol.

La oposición laborista, que tiene su punto débil precisamente en la economía, desdeño los anuncios de Osborne: «Les ha fallado a las familias trabajadoras. Con este presupuesto la gente pensará que el Gobierno no está de su parte», valoró Ed Miliband. Su ministro de Economía en la sombra, Ed Balls, habló de «recortes fiscales para ricos”. En la tribuna Osborne intentó pasar página del “trabajo duro y los sacrificios del pueblo británico», porque según él ya llega la tierra de la leche y la miel: «Estamos viendo la verdadera recuperación. Gran Bretaña está trabajando otra vez».

Los planes de recorte del gasto público concluirán, según la previsión gubernamental, un año antes de lo previsto. La caída espectacular del barril de crudo y la baja inflación, que será del 0,2 este año, han dado un gran margen de maniobra a las arcas del Estado.