«Siempre quería su rioja y su ABC»
Los trabajadores que coincidieron con Isidoro Álvarez recuerdan las rutinas de su presidente en El Corte Inglés
«Siempre quería su rioja y su ABC»
Ninguno de sus trabajadores habla mal de «don Isidoro». Así le mientan al recordarle. Aunque un camarero privado solía atender a Isidoro Álvarez en las oficinas de El Corte Inglés de la calle Hermosilla, a él le gustaba pasearse por los diferente grandes almacenes madrileños para integrarse como un cliente más ... . Hasta tal punto que esperaba la fila como si no fuera «don Isidoro». «Si teníamos jaleo en el restaurante y había cola para entrar, él decía: “Tranquilo, el cliente es lo primero”», comenta un encargado.
Incluso llamaba por teléfono para pedir cita en las peluquerías donde cada 25 días se cortaba el pelo. Alternaba entre la tienda de Luis & Tachi de El Corte Inglés de Castellana y la de Goya. Y esperaba su turno y pagaba el servicio como cualquiera. Y si había mucho ajetreo en la peluquería, esperaba recorriéndose las instalaciones tranquilamente.
Su último corte fue el pasado 28 de agosto. «Cuando venía siempre quería su ABC. Pedía que se lo guardara. Recuerdo un día en el que solo quedaba uno; se lo dimos y, mientras él lo leía, otro cliente solicitó el diario. Le dijimos que estaba utilizándose. Pero don Isidoro se levantó con el periódico y se lo dio con gran amabilidad», relata otro operario.
Fiel a sus rutinas
«Recuerdo la primera vez que le corté el pelo -hace más de dos décadas-. Ahí casi me temblaba el pulso. Le pregunté que cómo lo quería y me dijo: “ No sé”. Así que me callé y lo hice lo mejor que sabía. Pedía el mismo corte», cuenta.
Don Isidoro a veces desayunaba en El Corte Inglés de Princesa; otras comía en el de Goya o en Castellana. En el restaurante de Preciados era difícil que se le viera. «Quería pasar desapercibido», afirman. «Le he servido comidas unas cuantas veces. Era un amante del jamón. Siempre quería su rioja . También le gustaba mucho el arroz y los calamares», revela otro trabajador. Era un hombre de costumbres, fiel a sus rutinas. Tampoco fallaba a su traje azul y su corbata negra.
El trato de «don Isidoro» a sus empleados era cordial. «Saludaba y se despedía de todos». No se escuchan críticas sobre el que fuera presidente de esta institución madrileña. «Puede haber quejas por otras cuestiones de la empresa, pero sobre don Isidoro, no. Pese a que no era accesible, sino más bien callado y frío, todos nosotros le apreciábamos. Era muy respetuoso con el trabajador y eso se valora de forma muy positiva», considera otro empleado.
Banderas a media asta
Un minuto de silencio a las doce de la mañana, una sintonía tranquila en todas sus plantas y todas las banderas que coronan la entrada de los principales establecimientos de la cadena a media asta. Ésa fue ayer la forma en la que el El Corte Inglés dijo adiós a su presidente. El funcionamiento, dentro, era como el de un día cualquiera.
«Pero es que él no hubiera querido que el cliente hubiera visto alterado nada», afirma un trabajador de esta institución. «Sabíamos que estaba mal, pero tampoco se esperaba su muerte. Nos quedamos perplejos con la noticia. Pero la actividad sigue y hay que continuar dando lo mejor de nosotros», manifiesta un responsable.
Noticias relacionadas
Ver comentarios