Por qué la Universidad española no atrae al alumno internacional

Admitiendo las distancias entre las universidades públicas y los centros privados, en los que la multiculturalidad del campus suele ser uno de los principales alicientes –aunque, en la mayoría, la lengua dominante sigue siendo el español de ambos lados del Atlántico–, la pregunta es inevitable: ¿por qué sigue existiendo esa falta de intercambio internacional?

Enfrascado en una complicada revisión del sistema universitario español, el Gobierno prepara una reforma que ya cuenta con el rechazo de la oposición y otros colectivos implicados. ¿Servirá entonces para allanar el camino hacia esa internacionalización o no será más que otro lamentable episodio de confrontación política en el plano de la educación? ¿Puede ser el exceso de titulaciones de Grado y Postgrado en nuestras universidades un elemento de distracción del interés del estudiante extranjero? ¿Hasta cuándo seguirán las universidades y escuelas de negocio españolas jugando en ligas diferentes, tal y como reflejan los rankings internacionales?

Para el rector de la Universidad Camilo José Cela, Eduardo Nolla, la principal traba «es el complicado proceso de acceso a los estudios para los alumnos de otros países. Debiéramos admitir el derecho a solicitar plaza en nuestras universidades a todos los estudiantes del Espacio Europeo de Educación Superior que tengan acceso a esos estudios en sus países de origen. Y que cada institución pueda decidir sus propias pruebas de acceso. Es terrible que un alumno americano brillante que pueda ir a Yale no pueda ingresar con la misma facilidad en una universidad española».

En segundo lugar, Nolla, pone el dedo en la llaga del idioma: «Son pocas todavía las Universidades españolas que disponen de programas exclusivamente en inglés, la lengua franca de la comunidad educativa internacional». Víctor Cazurro, vicerrector de Relaciones Institucionales de la Universidad Isabel I, insiste en esa idea: «Hasta la llegada de los programas Sócrates- Erasmus o Leonardo la Universidad española vivía encerrada en sí misma, y sigue haciéndolo. Otro motivo es la poca preparación lingüística de los docentes y, en consecuencia, la escasa oferta de titulaciones en inglés».

Álvaro Rico, secretario general del IEB (Instituto de Estudios Bursátiles), lamenta «la escasa aplicación práctica y cercana a la actividad profesional real en muchos estudios de Grado, que hace que sean poco atractivos para los estudiantes extranjeros; en sus países de origen, tienen sistemas educativos mucho más completos y enriquecedores desde el punto de vista de la formación integral (teoría, práctica y habilidades) del alumno universitario».

«El número de programas ofrecidos en España por las diferentes universidades y escuelas no es en sí un problema –expone Richard Lander, director de Relaciones Internacionales de ESIC–. La cuestión es si el enfoque de los programas y los servicios adicionales aportan suficiente valor para que un alumno venga a España a vivir y estudiar».

«Nuestro claustro –continúa Lander– está formado por profesionales en activo, muchos de ellos directivos de reconocidas empresas nacionales y multinacionales. Tanto si son españoles como si son de otro país, pueden transmitir un know-how actual adquirido en empresas que a su vez han afrontado el reto de internacionalizarse».

Para José Luis Piñar Mañas, vicerrector de Relaciones Internacionales de la Universidad CEU San Pablo, «quizá el exceso de titulaciones confunda a veces, pero no hay que olvidar que el alumno extranjero sabe bien dónde quiere llevar a cabo su estancia internacional y selecciona en función de la calidad de las enseñanzas ofrecidas. Esto es lo que permite a nuestra Universidad recibir anualmente más de 500 alumnos extranjeros de unas 300 universidades de más de 30 países».

Diego Rodríguez-Vila, asesor de Admisiones de la Universidad de Saint Louis en Madrid, no confía en que «una ley que no esté apoyada al menos por los dos grandes partidos cambie nada. Hay Comunidades autónomas que se niegan a implantar la reforma , y el partido de la oposición ya ha prometido derogar la Ley en cuanto llegue al Gobierno». A su juicio, «dificulta mucho las cosas que cada carrera esté “encapsulada” en una facultad, un concepto que no existe en EE.UU. Si un alumno extranjero quiere matricularse en una clase de español y otra de biología, puede ser que las dos clases estén a kilómetros de distancia».

Por último, Diego Tellkamp, director de Negocio Internacional de la Universidad Europea, concluye que la Universidad española no será internacionalmente reconocida «hasta que no tenga profesorado y alumnado internacional; convenios con universidades y compañías prestigiosas fuera de nuestras fronteras, donde los estudiantes puedan adquirir el perfil que el mercado laboral hoy necesita; titulaciones en inglés u otros idiomas; planes de estudio actuales, diseñados de acuerdo a las demandas del mercado de trabajo global y formación transversal en competencias, habilidades y valores necesarios para integrarse en él».