el baúl de los deportes
Orantes ganó el US Open y le dieron 9.000 euros y un coche que explotaba
Hace 50 años, 7 de septiembre de 1975, el tenista español sorprendió al mundo derrotando al legendario Jimmy Connors en la final de Nueva York
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Iniciar sesión«Matador Orantes cortó orejas y rabo en Forest Hills». Benditos tópicos cuando son empleados para alabar un gran éxito del deporte español. Así sucedió hace 50 años con la victoria de Manuel Orantes (6-2-1949 en Granada) en uno de los cuatro ... grandes torneos (Grand Slam) del tenis mundial, el Abierto de Estados Unidos (US Open), entonces denominado Campeonato de Forest Hills, barrio de Nueva York donde estaban ubicadas las pistas.
La final se celebró el domingo 7 de septiembre de 1975, y Orantes ganó, contra todo pronóstico y por la vía rápida (6-4, 6-3 y 6-3), al ídolo local y número uno del mundo, el legendario Jimmy Connors. De ahí las loas de los medios de comunicación estadounidenses: «España hoy se destaca en las primeras páginas de todos los diarios de Norteamérica», informaba el diario ABC (10-9-1975).
Ganador del US Open 1975 y pionero de nuestro equipo 🇪🇸 de tenis.
— Museo del Deporte ® (@DeporteMuseo) February 6, 2023
Manolo Orantes (6/2/49).#leyenda pic.twitter.com/ZQXzQFYNNH
«Tan pronto como Manuel Orantes hizo su entrada en el estadio, donde habían más de 15.000 personas congregadas para observar el juego, comenzaron a oírse aclamaciones de: 'Orantes, Orantes, olé, olé'. Jimmy Connors, el contrario de Orantes, se ha considerado siempre, de acuerdo con la opinión de cronistas norteamericanos, un deportista fuera de serie, un batallador inconquistable frente a cualquiera de sus adversarios.
Pero en la noche del domingo, Connors, haciendo su mayor esfuerzo para llevar a su casa la copa de Forest Hill, pensó que se encontraba en una plaza de toros, porque peleaba contra un español, y que él era el 'miura' furioso que destriparía al 'torero' en el ruedo con una red en el medio. Pero resultó todo lo contrario: se encontró con un 'matador' que lo dejó al final del torneo 'sin rabo ni orejas'.
Sentados en los últimos asientos de la parte más alta del antiguo estadio de 52 años de edad se hallaban unos cien mexicanos que habían viajado desde la Ciudad de México hasta el West Side Tennis Club para vitorear a su compatriota Raúl Ramírez, pero después que este fue eliminado de la competición, para estimular con su presencia y sus aplausos a Orantes. El espíritu hispánico quería hacerse sentir sin limitación de fronteras geográficas ni políticas. El organizador del grupo mejicano allí presente, un ingeniero civil y profesor universitario, Frank Laborde, agitaba su pañuelo blanco en los momentos cruciales e inmediatamente sé agitaban también todos los demás.
'Eso es lo que hacemos en la plaza de toros', dijo Laborde. 'Esa es la señal del público para pedir el rabo y las orejas del toro'. Orantes no necesitó para 'eliminar' a su contrario ni espada, ni capa. Sólo utilizó, sin alardes, ni aspavientos, su raqueta, sus piernas y su brazo privilegiado; no solamente para convertirse en el campeón del torneo, sino para alzar igualmente, con legitimo y sano orgullo español, la copa de Forest Hill».
En realidad, los cronistas norteamericanos no sabían muy bien qué decir ni qué escribir. Porque el triunfo de Orantes fue uno de los más sorprendentes e inesperados de la historia del tenis y del deporte:
«Connors es norteamericano, una figura mundial del tenis, número uno mundial hasta ahora. Había ganado en la semifinal de forma que puede decirse concluyente al rubio sueco Bjorn Borg y, por ello, era favorito. Pese a las simpatías de Orantes, que se ha sabido crear entre los aficionados principalmente creo yo por su actitud aquí y en otros torneos y principalmente por cómo se ha sabido comportar frente a Nastase, el gran favorito era Connors. El 'New York Times' no daba ayer noticia de Orantes y sí de Connors. Por una emisora de radio ayer mismo ya hablaban de la final entre Connors y Vilas, pues consideraban que el argentino iba a ganar al español. Hoy, antes del partido, todos consideraban a Connors como el campeón y para nada o muy poco contaba Orantes. Incluso cuentan que por la televisión en varias ocasiones en lugar de citar a Orantes, el locutor ha nombrado a Vilas. Es decir, había convencimiento de que la final la iban a jugar Vilas y Connors y convencimiento también de que Connors iba a ser campeón» (ABC, 9-9-1975).
En España, por supuesto, fue noticia de portada. Y, pese al desfase horario, mereció abundantes páginas interiores en los periódicos. Entre las crónicas, la firmada por José María Carrascal, entonces corresponsal del diario Pueblo en Nueva York (luego sería corresponsal y columnista de ABC) bajo el título «Orantes repite la hazaña de Santana en Forest Hills»:
«En un partido de fábula, y les aseguro que no exagero absolutamente nada, Manuel Orantes ganó ayer el campeonato norteamericano de tenis, en Forest Hills, a Jimmy Connors, el 'superstar' capaz, según se decía, 'de ganar incluso sobre una pista de agua'. Fue tenis puro, en el que la técnica se impuso a la pegada y la inteligencia a la simple fuerza. Supertenis, como oí a un comentarista, jugado por Orantes como sin esfuerzo, como si fuera lo más fácil del mundo, arrebatando punto tras punto al niño mimado de este público. Connors nunca pudo hacer su juego, nunca pudo imponer su ley, nunca fue capaz de imponer su ritmo, demoledor cuando se le deja.
Jugar con Orantes era como jugar con una pared que devolvía todas las pelotas, y no sólo las devolvía, sino las cruzaba, adelantaba, atrasaba, bombeaba, hacía los puntos más inesperados. Su juego fue, a la vez, eficaz y colocadísimo, suave y efectivo. Nunca cayó en la trampa de devolver golpe por golpe, sino al revés, tocaba las pelotas con cariño, casi como si tuviera miedo a hacerles daño. Ante ello, Connors tenía que subir, bajar, recorrer la pista de un extremó a otro, tratando en vano de imponer su poderoso ritmo de juego. Empezó, como siempre, confiado, jaquetón, con ese aspecto de niño que va a tragarse el mundo que gasta. Su expresión empezó a cambiar a partir del segundo set, y en el tercero nadie recordaba haberle visto así: confuso, frustrado, sudoroso, oyéndose sus jadeos en todo el estadio...
Al acabar Connors movía la cabeza como si aún no lo creyese, mientras Orantes daba por primera vez rienda suelta a la emoción arrojando al alto la raqueta, cayendo de rodillas y cogiéndose la cabeza con las manos. Poco después, en un inglés excelente daba las gracias, enarbolaba la enorme copa y decía lo contento que estaba. Manuel Orantes, hasta ahora siempre a la sombra de Manuel Santana, ha empezado a brillar con luz propia en las pistas internacionales.
Su victoria tiene un valor especial, porque mientras Connors llegó a la final con relativa facilidad, a él le tocó eliminar a Nastase y Vilas, dos de los contendientes más fuertes. Anoche (sábado 6 de septiembre ) su match con Vilas se prolongó tres horas y cuarenta y cuatro minutos, para acabar ganando después de haber perdido los dos primeros sets. Eso ya es una hazaña, y no pudo acostarse hasta las dos y media de la madrugada. Hoy se había levantado al mediodía para desayunar e irse directamente al estadio…
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…Y permítanme añadir algo por mi cuenta: fue uno de los mejores comentaristas alemanes, Sebastian Haffner, quien escribió que el Campeonato del Mundo de Fútbol jugado el año pasado en su país tendrá más importancia histórica que toda la política acontecida en el mismo. Pienso que no exageraba, que el deporte es ya bastante más que un juego. Más el deporte profesional, con toda la responsabilidad que lleva consigo.
Orantes ha hecho hoy por España aquí más que cuantos en un campo u otro han tenido relación con este país en los últimos años. Su juego seguro, disciplinado, efectivo, armonioso, presentó a millones de americanos —debo decir que me han llegado inmediatamente llamadas hasta de Tejas— una imagen de España que nada tiene que ver con los caprichos goyescos, los espectáculos insólitos y el desgarro interior. Gracias al segundo Manolo, que ya es primero».
Tras el partido y la ceremonia de entrega de trofeos, los premios y las declaraciones de los protagonistas:
«'Ha jugado increíblemente' ha dicho Connors, mientras le entregaban un cheque de doce mil dólares y la copa de plata. Se recordó que el año pasado Connors había ganado la copa de oro. 'No creí nunca que me pudiera ganar y menos en tres sets', ha añadido el desilusionado Connors, para corroborar: 'Y desgraciadamente para mí, así ha sido'.
Orantes, por su parte, cuando recibió cheque de 25.000 dólares (casi millón y medio de pesetas —9.000 euros— ) y la copa de oro, dijo en inglés correctísimo que a muchos ha sorprendido: 'Este triunfo es para mí una gran cosa. He ganado y he inscrito mi nombre en la lista de los grandes triunfadores de este torneo. Me siento muy afortunado. Ayer tuve suerte al ganar a Vilas, pero jugó muy bien. He disfrutado mucho y estoy contento de verdad'. Tras recibir el cheque y la copa, representantes de una confederación bancaria le entregaron las llaves de un coche, un Ford Pinto. Al darle las llaves al tenista español le dijeron: 'no es un coche muy grande, pero gasta, poca gasolina'».
El citado vehículo tiene su anécdota particular. Resulta que está considerado uno de los coches más peligrosos jamás fabricados. Presionado por la creciente oferta de modelos compactos ofrecidos por las marcas japonesas, Ford fabricó uno de diseño atractivo para la época, ligero y a buen precio. Lo hizo deprisa y corriendo, en apenas dos años, y salió a la venta con graves problemas de seguridad.
El principal, la ubicación del depósito de combustible, justo detrás del eje trasero, provocaba que el coche explotase con facilidad en caso de colisión. Así al menos 500 personas perdieron la vida en accidentes relacionados con el Ford Pinto. Tal fue la mala fama popular que alcanzó dicho modelo, que años después, la película 'Top secret' ironizó sobre ello en una mítica escena.
Al día siguiente, Orantes acudió a celebrar su éxito a la embajada de España en Nueva York:
«De 'uno de los éxitos más colosales del deporte español' calificó el embajador de España Jaime de Piniés, el triunfo del tenista español Manuel Orantes en Forest Hills. En una recepción ofrecida por los señores de Piniés, extraordinariamente concurrida por las figuras y personalidades del deporte, el mundillo diplomático y una entusiasta colonia española, el brillante tenista español, con pantalones vaqueros y camisa abierta, era la viva estampa de modestia, la simpatía y la emoción irresistibles de su personalidad.
'Estas veinticuatro horas han transcurrido tan rápidamente —dijo— que no sé cómo expresarlo; pero es tan bonito estar tan lejos y sentirse como en casa'. Tenía a su esposa Virginia, inseparable, al lado.
En unas breves palabras trazó Jaime Piniés la semblanza del triunfador y lo que su hazaña significaba para él y para la juventud española. 'Vosotros, Manolo Orantes y otros deportistas como tú, que lográis esos triunfos incomparables en deportes importados significáis mucho para todos nosotros, los españoles. Nos dais el ejemplo nunca bastante encomiado de triunfar en el extranjero, en arena extranjera, en las técnicas extranjeras'
'Para templar, mandar —dijo Piniés— cuando tú, Manolo Orantes, te encontraste con ese monstruo de las pistas de tenis, esa fuerza extraordinaria y velocísima que es Connors, un astro de primera magnitud, un verdadero toro, supiste traerlo a tu terreno, lo paraste, templaste tus golpes y acabaste mandando en él'»
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