Los daños colaterales de un año sin Rafael Nadal

No estará en su cita con París y su ausencia, no solo en la Philippe Chatrier, sino también en Wimbledon y en US Open, en principio, desentraña el enigma que nadie parecía querer ver de cómo será el tenis sin Roger Federer -retirado en septiembre del año pasado- y sin Rafael Nadal.

Las puertas se abren de par en par para los que llevan años esperando su momento. Los Tsitsipas, Zverev y Medvedev que han vivido los últimos años a rebufo todavía de lo que dictaminaban el suizo y el español, aunque todavía tienen a un Novak Djokovic más hambriento que nunca. Se les han unido en los últimos meses los Alcaraz, Sinner y Rune, que ven la autopista libre tras haber aprendido de los maestros por la televisión y de los errores de sus mayores ya en la pista.

«Depende de si juega Nadal», admitía Djokovic ante la pregunta de si se veía con posibilidades de ganar este año en París. Porque seguirá siendo el balear la referencia en la Chatrier, ahí están sus 112 victorias por solo tres derrotas (Robin Soderling en 2009; y Novak Djokovic en 2015 y 2021 -la edición de 2016 se retiró antes de jugar la tercera ronda por una lesión en la muñeca izquierda), un 97,3 % de efectividad). Ahí están sus catorce mordiscos en 18 ediciones disputadas; ahí está el homenaje del propio torneo, en una impresionante estatua en la entrada del recinto, a la altura de quien le da nombre.

En un síntoma de lo que llegaría después, este idilio con París comenzó con obstáculos: el balear no pudo disputar sus primeros dos Grand Slams parisinos por dos lesiones; la de 2003 en el codo, la de 2004, en el pie. Pero a partir de 2005, la Philippe Chatrier se convirtió en su casa y su feudo.

Bajo su batuta y su superioridad han pasado Federer (cuatro derrotas en otras tantas finales), Djokovic (8-2 en el cara a cara en este torneo) y otros 72 aspirantes que se convencieron de que Nadal en París es «el mayor reto del tenis», como llegaron a catalogar sus propias víctimas. Fueron cuatro ediciones sin perder un solo set (2008, 2010, 2017 y 2020), y encadenó 39 triunfos desde 2010 hasta 2015.

Un idilio que se rompe este año después de que la lesión no haya podido superarse en tiempo y forma. Fueron cayendo las opciones (Montecarlo, Barcelona, Madrid, Roma), pero no el anhelo de los aficionados, que soñaban con que Nadal retorciera un poco más la lógica para protagonizar un más difícil todavía: morder la Copa de Mosqueteros sin haber pisado un torneo antes.

No ha sido así, por el dolor en el psoas ilíaco y con el dolor de asumirlo, de otra cicatriz que lo deja fuera de juego y con la incógnita de ver si el túnel tendrá una salida satisfactoria. Pero se establece un nuevo orden con su ausencia. Para empezar, un dato que habla del extraordinario viaje de Nadal en el mundo del tenis: al perder los 2.000 puntos que cosechó con su decimocuarto mordisco en Roland Garros, saldrá del top 100 por primera vez en veinte años, desde el 14 de abril de 2003, con 17 años, cuando todavía no había mordido ningún título. Y si su baja continúa hasta final de año, solo le quedarían 45 puntos, por lo que saldría incluso del top 500.

Como los que dirimen de una manera objetiva quién se convertirá en el mejor de todo los tiempos. Ahí está la carrera que quería mantener el balear con Djokovic. Empatados con 22 Grand Slams, París iba a convertirse en la batalla de las batallas, pero no se producirá en este 2023. Podrá haber más citas con el serbio. Nadal quiere que haya más citas con el serbio. Se da una pausa para volver competitivo y despedirse como él quiera. El ranking protegido -una media de los tres primeros meses lesionado ante una baja de más de seis- le permitirá entrar en cualquier torneo en su regreso -no como cabeza de serie- y también tendrá invitaciones. Quién no querría ver a Nadal una última vez.