Muguruza se queda a las puertas del cielo

Expuesta a un trajín agotador, Muguruza empezó el sábado con lo justo, delatada por un rostro que descubría su cansancio . Lleva una semana de día sí y día también en la pist a y pesan las piernas y la cabeza, una tormenta de emociones con las que convivir en estas jornadas de locos en Singapur . Con todo, la ilusión movía a la española, dispuesta a hacer algo único, disparada con esos 22 años que invitan a pensar en un futuro dorado.

Después del bombardeo de Kvitova, Radwanska ofrecía todo lo contrario. La polaca es una tenista sedosa, única en su especie y capaz de desquiciar a cualquiera . Mueve la bola, busca ángulos, varía los efectos y propone algo distinto en estos tiempos de puntos a tres golpes. De ahí que Muguruza, cuya virtud es que tiene recursos para casi todo, tuviera que adaptarse a la situación, tratando de imponer, eso sí, la iniciativa.

La española rompió para empezar y a partir de ahí se perdió en las artimañas de Radwanska. Cuatro juegos consecutivos catapultaron a la polaca, que intimidó con ese 4-1 preocupante. Para frenar la sangría, Muguruza llamó a Sam Sumyk (su entrenador) en esta especie de tiempo muerto que tienen las tenistas para supuestamente escuchar lo que dice el técnico. Muguruza ni asintió, pero lo entendió todo. Ahí empezó un nuevo partido.

A su regreso a la pista, la española encontró la luz, recuperó la desventaja e incluso tuvo opciones de ponerse con 5-4 y saque, pero el primer capítulo se resolvió en el tie break, un agónico desenlace y de una importancia brutal. Muguruza tuvo que volver a remar desde la adversidad , aguantó los mil globos que le tiró Radwanska y levantó otro 4-1 en su contra. La valentía casi siempre tiene premio.

En 59 minutos, Muguruza dio el primer paso hacia la meta , una lección más de madurez y talento resumida en ese punto final lleno de alternativas. Gritó con todo el alma y se liberó de la ansiedad, una permanente remontada con premio.

Y ahí se produjo un giro. Radwanska tuvo que proteger su muslo derecho con un aparatoso vendaje después de reclamar la atención de los médicos en un parón de tres minutos que enfrió muchísimo a la española . Se destensó en el primer juego del segundo set y tocaba, otra vez, revertir la situación, aunque esta vez desde un 4-0 en su contra. Más estrés para Muguruza.

Directamente, cayó de pleno en la trampa de su menuda enemiga, bola por aquí y bola para allá sin cometer un solo error y llegando a todo. La número tres de la WTA parecía atrapada , consumida y con la lengua fuera, extenuada y sin tensión en el rostro. Hubo una tibia reacción, pero fue un espejismo y el pulso llegaban a un tercer set cargado de emoción. Todo o nada por seguir en el Masters.

La inercia de la cita concedía a Radwanska un favoritismo lógico. «No puede más», pronosticaba el agorero de turno sobre Muguruza, argumento de peso si se atiende al maratón de estas semanas. Y la bola se hizo aún más grande cuando empezó perdiendo su saque en el set decisivo, un 3-0 que parecía insalvable .

De hecho, Garbiñe estaba sentenciada y se relataba su defunción con cierta pena y compasión, abandonada por los primeros servicios cuando más los necesitaba. Perdía 4-1 y apenas había motivos en los que creer , pero se agarró a una cuerda y volvió a la semifinal, trasladando las dudas al otro lado de la pista. Un último esfuerzo titánico para imaginar otro epílogo.

Le faltó rematar cuando Radwanska le exigió llegar, como mínimo, al tie break. En el duodécimo juego, la española no jugó como debía y estrelló un revés en la red que ponía punto y final a su viaje . Es el primero de muchos, seguro. Muguruza es una estrella.

Y en la final también se cuela otra jugadora que se clasifico de rebote. Petra Kviotova , que en la fase de grupos terminó con dos derrotas, superó a Maria Sharapova por 6-3 y 7-6 (3) y este domingo se medirá a Radwanska por el título de maestra.

«Un sábado ajetreado», vaticina Garbiñe Muguruza , que es la viva imagen de la felicidad. Desde Singapur llegan noticias que certifican el ascenso de esta brillante jugadora, nueva estrella de la raqueta que impulsa al tenis femenino para soltar lastre y dejar de hablar en pasado. A la hora de los churros ( 08 horas, Teledeporte ), Muguruza disputa la semifinal de la Copa de Maestros en individuales contra Agnieszka Radwanska , y ya para el vermú, sobre las 13 horas, se juntará con Carla Suárez por hacerse con un hueco en la final del torneo por parejas. Es doble trabajo, pero también el doble de esperanza.

Por lo queda, tan cerca el cierre de campaña, la española va a por todas. El viernes, en un esfuerzo titánico, superó a Petra Kvitova por 6-4, 4-6 y 7-5 , un triunfo repleto de orgullo y amor propio ya que le bastaba con sumar un set para asegurarse las semifinales. Por momentos, y después de apuntarse la primera manga, pareció darse por satisfecha, pero quiso rematar a lo grande y se impuso en un encuentro de idas y venidas, seguramente la tarde menos vistosa de la semana aunque terminara con final feliz. «Tuve que luchar internamente para seguir en la pelea. Ha sido un partido durísimo y estoy muy contenta porque he sabido sobreponerme a esas dudas y sacar el partido adelante», explicó Muguruza.

Por momentos, se vio a una tenista exhausta, tan exigida en este tramo final de la temporada que el cansancio está más que justificado. Hizo final en Wuhan, ganó Pekín y se fue directamente a Singapur para preparar esta cita, que es de las que le gustan porque tiene luces y repercusión. «Es genial estar en esta posición» , admite Muguruza, encantada en su camino hacia el ático. «Son semifinales en individual y dobles y va a ser una buena prueba para mí. Es increíble, solo estoy pensando en estar a la altura. Va a ser un fin de semana muy ajetreado».

Hay motivos para soñar en grande, más que justificado el favoritismo que se le concede por cómo se está comportando. Después de una fase de grupos impoluta, con tres de tres sobre enemigas zurdas y de entidad, llega ahora a Agnieszka Radwanska , que pasa a ser todo lo contrario a ella. La polaca tiene, seguramente, la muñeca más sedosa del circuito, una especie en extinción en estos tiempos de bombarderas, mente privilegiada para mover la bola de lado a lado de la pista y buscar el fallo ajeno. A favor de Muguruza, las cuatro victorias de este 2015 sobre ella (4-2 en el cara a cara) y la autoestima, que la tiene por las nubes.

La hispanovenezolana compite, además, contra el peso de la historia. El tenis femenino lleva tanto con la cantinela de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez que por fin hay heredera. De hecho, desde 1993 que una española no estaba en las semifinales del Masters. Y encima, también en dobles hay opciones de abrazar un trofeo, pues el tándem Muguruza-Suárez funciona. Se miden a las checas Lucie Hradecka y Andrea Hlavackova , a quienes derrotaron este mismo año en la final del torneo de Birmingham.