MOTO3
El sueño hecho realidad de José Antonio Rueda, el hijo de Gustavo y Almudena con un talento especial para las motos
MUNDIAL DE MOTOCICLISMO
Su padre, que lo ha acompañado desde sus inicios, cuando era aún un crío, destaca «su mente fría, tranquilidad y capacidad de trabajo, que se toma muy en serio siempre»
El sevillano José Antonio Rueda, nuevo campeón del mundo de Moto3
José Antonio Rueda, en el podio del Circuito de Mandalika, en Indonesia
Mientras asumía lo que había conseguido en el 'corralito' o parque cerrado del Circuito de Mandalika, el espacio en el que se ubican las motos de los tres primeros clasificados, a José Antonio Rueda, el flamante campeón mundial de Moto3, lo felicitó todo el ... mundo, como corresponde. Desde todos los integrantes de su familia que lo acompañaron hasta Lombok, en uno de los momentos más especiales de su vida, pasando por todos los técnicos de su equipo, los jefes Aki y Niklas Ajo y hasta Carmelo Ezpeleta, CEO de Dorna Sports, que es la promotora del Campeonato Mundial de Motociclismo. Todos querían felicitarlo y escuchar las primeras palabras de quien lució antes de la carrera sus habituales calcetines desparejados, uno de cada color, como uno de sus más reconocidos amuletos. Allí, en el corralito, guardó más tiempo de lo habitual porque no hubo vuelta de honor (su padre, de hecho, se fue hasta la curva 10 a esperarlo) tras acabarse la carrera en la penúltima vuelta por la bandera roja justificada en el accidente sufrido por su paisano David Muñoz, hospitalizado con fractura de fémur.
El disgusto del competitivo piloto brenero, que será candidato al título de la categoría en 2026, contrastaba con la felicidad del palaciego, que en sus primeras declaraciones a los medios oficiales del Mundial se acordó en primer lugar de su padre, Gustavo, «por darme todo lo que me ha dado y enseñarme todo lo que sabe de la vida». La familia Rueda Ruiz, de siete componentes, ha hecho muchos sacrificios para ayudar al segundo de sus hijos, José Antonio, al que se le detectó pronto un talento precoz para el mundo de las dos ruedas. Donde marcaba diferencias era encima de una moto. Empezó a tres meses de cumplir los siete años. Ya despuntó en la MKV Racing School, escuela emplazada muchos años en Alcalá del Río y que ahora tiene una sede en Sanlúcar de Barrameda, en un karting del padre del conileño Marcos Ramírez, siendo lugar de encuentro para entrenar, cuando el calendario lo permite, de los cuatro andaluces del Mundial.
«Todos los padres ven que sus hijos son buenos, pero si te lo dice una persona, otra y otra... es que algo le verían al niño. Me lo decía todo el mundo, que 'este niño tuyo tiene algo especial, lo vemos en la pista'. Los padres somos los menos indicados para decir algo así de los hijos, porque para nosotros siempre son los mejores, pero si te lo dice mucha gente...», comenta Gustavo. Ya en sus inicios, siendo apenas un crío que no levantaba una cuarta del suelo, le vieron algo diferente a José Antonio. «En la escuela se pensaban que el niño tenía más experiencia con las minimotos. Estaba muy verde, me dijeron, pero se quedaron flipando con lo que hacía con la moto para no haberla cogido nunca. No vea cómo iba el niño. La moto se la compró mi madre, su abuela, y lo apuntamos en la escuela», rememora su progenitor.
Una furgoneta y una tienda de campaña
Explica su padre que al principio de esta historia contaron con la ayuda de familias de Utrera como los Condeu, que les dejaba un coche de segunda mano para los desplazamientos a los circuitos, o los Gutiérrez Cobos. «Nos echaban un cable económicamente también», señala el padre del campeón, que aún conserva en casa la Opel Vivaro de 2002 que fue testigo de esas primeras andanzas cuando la ilusión y el deseo de disfrutar del crío encima de la moto podían mucho más que todas las dificultades del camino. «Con esa furgoneta nos íbamos para arriba y para abajo. Dormíamos en ella o en la tienda de campaña. Como no había para hoteles, nos teníamos que aviar así». Y de ese modo pasaban los fines de semana de las carreras.
Fue creciendo, ascendiendo en el escalafón, probando nuevos campeonatos (Moto4) e incluso pasó un tiempo en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat en el que hizo amistad con Mari Boya, piloto de automovilismo de FP3. «Es muy trabajador y se lo toma muy en serio siempre. Cada vez que se monta en la moto, va a trabajar, no a echar un rato. Eso, desde siempre, desde que empezó en la minimoto hasta que comenzamos en los circuitos grandes. Está ahí gracias al talento que tiene, pero es muy trabajador», presume Gustavo.
El carácter no le ha cambiado a José Antonio, hombre tranquilo. «Mente fría, le digo, porque él se lo toma con más calma que nosotros», dice el padre, que al término de la carrera en Indonesia desvelaba que el niño se había echado antes una pequeña siesta «porque dice que le relaja mucho». «Sí, es muy tranquilo. Yo le he dicho a veces que le tengo envidia de cómo es», indica su progenitor, que lo ha acompañado siempre que ha sido posible.
José Antonio, segundo de cinco hermanos, quiere a su familia cerca. El mayor, Gustavo, tiene 24 años, y la menor, Ángela, sólo seis. Emilio, Carmen y, por supuesto, Almudena, la madre, completan la fotografía familiar de este campeón recién investido que guarda tanto parecido en su carácter con sus paisanos de Los Palacios que han logrado hitos increíbles sobre un campo de fútbol. «Son muy trabajadores, por eso salen tantos de aquí. Los chavalillos así que empiezan tan pronto y son tan currantes se parecen en ese sentido. Creo que es gracias al esfuerzo que ellos hacen; si no fueran tan trabajadores, sería imposible que pudieran estar dónde están», considera su padre, responsable también de los valores que desprende su hijo: «De serie no los llevan normalmente, pero si al niño se lo inculcas, cogen el camino, el buen camino».
En el caso de José Antonio, 26º campeón español, ese camino lo está marcando al ritmo de gestas que nadie con anterioridad había conseguido. En 2022 fue el primer piloto en sumar un doblete en categoría júnior (luego lo hicieron Piqueras, Carpe y Uriarte) y, tres años después, se ha convertido en el primer sevillano y andaluz en conquistar un título mundial. «Ser un poco más constante y estar enfocado siempre» son para Jordi Gallardo, jefe técnico del piloto, las claves de este 2025 mágico al que aún le faltan cuatro carreras y que se ha saldado de momento con nueve victorias, trece podios y cinco poles. El triunfo de Rueda en Mandalika, según informó DAZN, es el número 300 de un piloto español en categoría pequeña (172 en 125cc y 128 en Moto3). Nada más proclamarse campeón, ya pensaba en lo que viene: Moto2. Y no se achica Rueda ante el siguiente desafío: «Voy a seguir luchando por mis sueños», anticipa. Palabra de campeón.
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