De Ricky Rubio a Simone Biles: parar en la élite para cuidar la salud mental

No solo las lesiones físicas han acabado con las grandes promesas, sino que el desgaste psicológico también ha supuesto un duro golpe para algunas estrellas. Alejarse del deporte que les dio las mayores alegrías se ha convertido en una de las soluciones más empleadas por algunos de ellos para conseguir hacer frente a este infierno. De hecho, el base español no es el primero que antepone el cuidado de la salud mental al devenir de su carrera profesional. Antes de Ricky, muchos ya marcaron precedente a la hora de decir 'basta' a los pensamientos más oscuros que puede traer la élite.

Simone Biles se erigió hace apenas un par de años como toda una referente a la hora de hablar abiertamente del desgaste físico y mental que puede provocar la competición de élite a los deportistas. La gimnasta estadounidense, en plena cúspide de su carrera profesional y a un paso de convertirse en la mejor de la historia, decidió renunciar a los Juegos Olímpicos justo antes de la final por equipos por un bloqueo mental. «Simplemente no quería seguir», confirmó la cuatro veces medallista de oro, que aseguró que no se trataba de un problema físico, sino de priorizarse a sí misma por encima de la competición. «Mi salud física y mental vale más que todas las medallas que pueda llegar a ganar», argumentó entonces la campeona.

Ahora, casi 700 días después de anunciar su retirada, Biles vuelve a sonreír sobre un tapiz de gimnasia, tras centrarse en su estabilidad psicológica y reconectar su mente y su cuerpo. «Perdonad que he estado un poco perdida por ahí. Muy contenta de volver al escenario de la competición», escribía Biles en Twitter tras confirmar su presencia en el Core Hydration Classic de Chicago.

Aunque el caso de Biles ha sido uno de los más sonados de los últimos años, muchos otros deportistas han tratado de dar voz a uno de los lados más oscuros de la élite. No todos ellos pueden hacer frente a las expectativas que hay detrás de una vida de dolor y sacrificio para llegar a lo más alto. Algo similar le sucedió a Naomi Osaka que, tras conseguirlo todo en el tenis femenino, acabó sucumbiendo en su batalla con la depresión.

Para la japonesa, al margen de las expectativas que ella misma se había impuesto, el verdadero infierno fue lidiar con la presión mediática que sentía. La ganadora de cuatro Grand Slam llegó a ser número uno del mundo antes la edición de Roland Garros de 2021, donde abandonó el torneo y fue multada por la organización por negarse a dar una rueda de prensa frente a los periodistas. «Pensé que prefería la multa a pasar por eso con mi energía», reveló la nipona en el pódcast 'Mountaintop Conversations'.

Osaka se prepara ya para hacer efectivo su regreso a las pistas en 2024, tras retirarse temporalmente del tenis en septiembre de 2022 para ser madre junto a su novio, el rapero Cordae. En su mente, la intención de regresar más fuerte que nunca y volver a conquistar una corona del tenis femenino como ya había hecho antes.

Incluso los deportistas más grandes de la historia han tenido que hacer frente al desgaste mental que supone la alta competición, y si no que se lo digan a Michael Phelps. El histórico nadador estadounidense no solo es uno de los más brillantes competidores de la historia, sino que también ha tratado de visibilizar los problemas mentales a los que hacen frente muchos atletas.

Phelps vivió en su propia piel los efectos de que este tema fuera un tabú durante sus años como profesional. El nadador trató de ocultar durante años su batalla contra la depresión detrás de las innumerables medallas que consiguió, algo que finalmente salió a la luz una vez retirado. Tenía miedo de que confesar que convivía con una enfermedad mental pudiera ser «una señal de debilidad» a la hora de medirse a sus rivales en la piscina. Sin embargo, este silencio le acabó llevando poco a poco hasta un infierno que acabó manifestándose en drogas, alcohol, pensamientos suicidas y, finalmente, una retirada que le sirvió para reencauzar su vida.

Los años lejos del agua le han ayudado a dar un nuevo sentido a su vida profesional, dedicada ahora a la prevención de la salud mental de los deportistas, algo que él evitó hacer durante sus años como deportista. «Demasiados atletas olímpicos se han suicidado, no quiero perder a un solo miembro más de mi familia olímpica», reconoció el propio Phelps.

La retirada definitiva es muchas veces la única opción para los deportistas, incluso cuando estos viven el mejor momento de sus carreras. Esto es lo que le sucedió a Nico Rosberg que, contra todo pronóstico y tras proclamarse campeón del mundo de Fórmula 1 en 2016 por primera (y única) vez, decidió anunciar su adiós definitivo al automovilismo. Al piloto aún le restaba un año de contrato con la escudería Mercedes, pero, tras cruzar la línea de meta, supo que no le quedaba otra opción si quería seguir siendo feliz: «He escalado mi montaña, estoy en la cima, así que así está bien. Durante 25 años en el mundo de la competición mi sueño ha sido convertirme en campeón del mundo de Fórmula 1. Con trabajo, dolor y sacrificios, este ha sido mi objetivo... y ahora lo he conseguido».

Años después, Rosberg acabaría confirmando que uno de los grandes motivos que precipitó su brusca retirada de la Fórmula 1 había sido la presión por las expectativas: «Tenía miedo de que en algún momento no sería lo suficientemente bueno y ningún equipo estaría interesado en mí. Prefiero renunciar antes de que sea demasiado tarde. Quería decidir mi propio destino», explicó el alemán, para el que convertirse en el mejor había pasado por una renuncia a su propia identidad para seguir corriendo.

Tampoco es Ricky Rubio el primer baloncestista español que ha hablado abiertamente de los problemas de salud mental que sufren muchos deportistas. El alero del FC Barcelona y la Selección española Álex Abrines ya se sinceró en 2019 sobre la depresión que le obligó a apartarse de las pistas mientras todavía jugaba en la NBA, concretamente en los Oklahoma City Thunder. En un vídeo publicado en julio de ese mismo año, el español incluso confesó haber empezado a tener «miedo» del baloncesto: «No te podía ni ver. Incluso llegué a odiarte».

La carrera de Álex Abrines pasó de ser un auténtico sueño, al alcance de muy pocos, a tornarse en una pesadilla de la que fue muy difícil salir. «Pedí la ayuda a los míos y recurrí a los mejores profesionales para recuperar la felicidad que sentía. Decidí decir 'basta'», explicó entonces, anunciando su regreso a las canchas y su fichaje por el FC Barcelona, donde sigue militando casi cuatro años después. El mallorquín es la viva imagen de que decir adiós y trabajar en el cuidado de uno mismo es a veces la única solución para poder salir del pozo.