Ricky Rubio aparca el baloncesto para cuidar su «salud mental»

«He decidido parar mi actividad profesional para cuidar mi salud mental. Quiero agradecer todo el apoyo que he recibido de la FEB para entender mi decisión. Hoy La Familia tiene más sentido que nunca. Gracias. Pediría que se respetara mi privacidad para poder afrontar estos momentos y poder dar más información cuando sea el momento», afirma Ricky en su comunicado.

Un duro e inesperado golpe para el grupo liderado por Sergio Scariolo, que desde que comenzara la concentración la pasada semana, mostraba una amplia sonrisa por recuperar al base catalán, quien no pudo participar en el último Eurobasket por una lesión de rodilla. En los primeros días, Ricky sonreía, muy arropado por Rudy y Llull durante los actos, las sesiones de fotos y los primeros botes de balón. Incluso gastaba bromas a los más jóvenes, como Usman Garuba, que ponía cara seria mientras Rubio le chinchaba.

Pero algo se torció a mediados de esta semana cuando, sin previo aviso, el jugador se desvaneció de las actividades del equipo. No se le vio por el pabellón municipal Triángulo de Oro, situada en la calle Bravo Murillo de Madrid, centro de operaciones de la selección en esta primera fase de preparación para el Mundial. Pero de eso trata la salud mental. Las heridas son internas, no se ven, pero sangran tanto como otra cualquiera. Y a Rubio le ha pedido la mente dar un paso al lado.

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Sorprende, además, que desde que finalizó la temporada NBA y el base volvió a España para sus vacaciones, siempre había mostrado mucha ilusión por volverse a enfundar el rojo y amarillo. «Tengo muchas ganas de selección», explicó a los micrófonos de Movistar durante un partido de playoffs entre Joventut y Real Madrid al que había acudido. Se notaba morriña en sus palabras e incluso pareció abrirse una posible vuelta al baloncesto europeo, un poco quemado Rubio por las lesiones al otro lado del Atlántico, que le tuvieron apartado durante más de un año de las canchas (volvió el pasado 13 de enero a vestirse de corto con los Cleveland Cavaliers, con los que tiene contrato hasta 2025).

En mayo de 2016, cuando falleció su madre a causa de un cáncer de pulmón, Ricky Rubio confesó haber «pasado por una depresión». «Durante la mayor parte del año siguiente a su muerte, vivía enfadado. Culpaba a muchas cosas. Culpaba al baloncesto. Culpaba a las personas a mi alrededor por cómo me sentía. Le eché la culpa a todo. Pasé por una depresión», explicaba el base en 2019 en un articulo en 'The Players Tribune'.

Ahora prima la salud mental de Rubio y todo el conjunto ha cerrado filas entorno a él. Lo principal es protegerle, que se recupere, cueste lo que cueste y durante el tiempo que sea necesario. «En La Familia, las personas van siempre antes que los resultados. Todo mi amor y apoyo para Ricky. También mi admiración por su transparencia y por su habilidad para, una vez más, liderar con el ejemplo», escribió Scariolo en sus redes sociales. Apoyo que se multiplicó en compañeros y antiguos camaradas, como José Manuel Calderón: «Nos conocemos desde hace muchos años y sabes lo que pienso de ti. Te quiero mucho. Estamos contigo. Mucho ánimo», esgrimió el extremeño en Twitter.

Puede sonar frívolo pero, además del golpe moral que esto supone para la selección, la baja de Rubio también es dura en lo deportivo. Ricky era el núcleo del equipo, su alma, el astro en el que todos confiaban cuando la pelota quemaba. Su ausencia en el Eurobasket fue parcheada de forma brillante por Lorenzo Brown, pero el estadounidense con pasaporte español renunció al Mundial para cuidarse de una serie de problemas físicos tras una exigente temporada con el Maccabi de Tel Aviv.

Solo hay un jugador disponible para esta posición, el malagueño Alberto Díaz, un especialista defensivo, y no se sabe si Scariolo tirará de lo que tiene o llamará a un nuevo jugador. Otra opción sería incluir en la convocatoria a Juan Núñez, que es uno de los chicos de oro de categorías formativas que el italiano se ha llevado a la preparación para que entrene con la absoluta. El base, canterano del Madrid y campeón de liga este temporada con el Ulm alemán, ya tuvo minutos en el partido ante Venezuela y siempre ha estado rozando una convocatoria oficial con la absoluta.

Lo que está claro es que la baja de Rubio lo cambia todo. La selección viaja el lunes a Málaga para medirse a la Eslovenia de Doncic (viernes 11) y a Estados Unidos (domingo 13), dos pruebas exigentes donde los interrogantes se comenzarán a despejar y ver si este equipo, capaz de las gestas más improbables y maravillosas, es capaz del más difícil todavía. Antes de saltar al campo, sus integrantes no gritan «España», ni «Equipo» ni «Familia». Gritan «Muro», porque son más duros que el cemento.