Fútbol

Vuelve el VAR y vuelve Benzema

Liga santander

El Real Madrid vence en Valladolid en un partido discreto que no dominó del todo. Courtois fue decisivo y Benzema hizo doblete

Después del Mundial infantino-qatarí, volvía la Liga de Tócame Roque, que nunca defrauda. La novedad, tras el recurso del Barcelona, es que Vinicius podrá ahora acudir a la justicia ordinaria cuando le acosen los laterales derechos sambafóbicos.

El recuerdo del Mundial estaba demasiado ... vivo. Recordábamos las carreras de los argentinos y de los franceses, el ritmo intenso, y el contraste con el ralentí del Madrid se hizo evidente.

El partido era lo que cualquiera esperaría el día 30 de diciembre después de un Mundial. Daba miedo pensar en aguantar noventa minutos. Por fortuna, unos primeros toques de Benzema aligeraron el juego y hubo una ocasión de Asensio con mano de un defensa que pudo ser penalti. La mano era clara, pero quizás el VAR se preguntó para ignorarla aquello de la dirección, si iban o venían: ¿adónde van las manos? La respuesta en España la sabemos: al pan.

El partido y con ello todo lo que rodea a un partido, los gritos, polémicas, las concentraciones tácticas, iban desembocando en Vinicius de un modo natural, como sin querer. Por él llegó una gran ocasión de Benzema, que falló con estrépito.

El partido era blando y el rendimiento del Madrid, con una suave curva ascendente al principio, fue tomando otra en sentido contrario. Su centro del campo era solo de tres hombres, pero sin pivote defensivo claro. No había presión fuerte, ni recuperación, y la blandura se fue haciendo permisividad, recibimiento… Courtois ya tuvo que sacar un gran tiro de Roque Mesa en el 36. De nuevo pensábamos en el Mundial. De Qatar se salió con la sensación de que el fútbol es velocidad y, preferiblemente, negritud, y el Madrid, con los pases de ballet de Ceballos y Kroos parecía estar haciendo un fútbol de dos mundiales atrás.

Todo era Vinicius, y en la banda derecha, Carvajal y Asensio eran dos catetos de la hipotenusa de Valverde. Si ese partido lo estuvieran haciendo con la España de Luis Enrique, de boca de los aficionados saldrían grandes improperios y condenas culturales sobre el toque, pero con el Madrid parece que tienen otra aceptación. Asensio produce una pereza de la que quizás no tiene culpa. Es una pereza generacional, de expectativas frustradas, es como ver en pantalón corto un error nuestro, como enfrentarse al fracaso, a una relación rota, a un gran estropicio que cometimos. ¿No sería mejor pasar página? Asensio no solo nos condena a un fútbol diagonal, tangencial, escaqueante y sin reprís, es que nos recuerda lo crédulo que fuimos, todas las ilusiones defraudadas…

Pero si eso lo produce el bueno de Asensio, su unión con Carvajal aboca a un estado de desesperación progresivo. ¡Eran un bocadillo de polvorones de fútbol!

El sopor no impedía advertir que, a medida que se acercaba el descanso, el Valladolid se iba quedando con la posesión… La posesión, ya ves tú, dirían los 'hegemónicos' del atroz entorno, ¿quién quiere la pelota pudiendo no tener la pelota?

Era el del Madrid el típico fútbol de baño maría, de ir notando el lento chup chup, el guisadito paciente del abuelo Carletto, ya tan entrañable y nuestro como el panettone.

El 51% de la Liga, su mitad más uno comercial, es Vinicius contra el lateral de turno, Fresneda esta vez. Suelen ser grandes duelos. El resto parece menor. Del Mundial deberíamos haber aprendido la lección, pero decidimos tomarla con Luis Enrique. La lección era compararnos, homologarnos, medirnos, proyectarnos hacia fuera para ver qué somos… Y somos muy poquito. La Liga es un bodrio considerable y su atractivo empieza a ser la pura arbitrariedad videoarbitral, prima hermana de la gubernativa, y la astracanada disciplinaria, siamesa de la judicial.

Ancelotti, sintiendo el tedio, cambió entera la banda derecha, pero era Courtois quien tenía que prolongarse quitándole un gol a Sergio León. La parada fue extraordinaria, una extensión tensa de belga extraño, toda su flema hecha reflejo tirante, en realidad, ¡una erección humana! Una gran parada en los límites del gol es siempre una erección humana, el portero hecho miembro todo él, pero miembro defensivo, no penetrante sino privativo. Qué cosa extraña, a la vez instintiva y contraintuitiva, es un gran portero moderno… Por eso en Courtois hay ese ligero asomo sicalíptico, una galanura paradójica mayor que la del delantero centro.

El partido estaba para sacar la ristra del tópico castellano y preguntarse si no estaremos ante la aberración, hasta ahora desconocida, de una temporada con dos pretemporadas, cuando un remate de Rudiger provocó las manos de Javi Sánchez, penalti de VAR, de espaldas, porque estaba de espaldas, que Benzema marcó.

La sensación es que el marcador solo podía abrirse con una manos así, de las de ahora, de menor categoría. El VAR es el gran 10 de la Liga, el 'fantasista', el abrelatas.

Las protestas locales dejaron al Valladolid con uno menos, y así quedó lastrada su improbable reacción. Camavinga entró y ya no pareció que el Madrid jugara con uno más, sino con dos. Una gran jugada suya la aprovechó Benzema, engordando así un partido que no había sido bueno.

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