Fiebre de sábado noche

Era cuando se sugería que alinear en partidos de Segunda B a un jugador que había costado 45 millones de euros era una suerte de provocación madridista para el resto de clubes de la categoría. Reconozco que temí por la integridad física del chaval, que no debía entender demasiado de lo que ocurría a su alrededor, pero, entre chanzas, Vinicius se rehízo, continuó encarando y fallando y, contra toda lógica, fue también capaz de eludir el hospital. Así que baila, Vinicius, baila.

He visto cosas que no creeríais. He visto cómo se montaba el show alrededor de una denuncia falsa de racismo cometida por un futbolista del Cádiz sobre otro del Valencia y se saltaba a la comba sobre la presunción de inocencia del teórico agresor y cómo a un delantero le decían en Mallorca que se fuera a recoger plátanos o en el Camp Nou le llamaban macaco sin que nadie se rasgara demasiado las vestiduras. El delantero en cuestión, claro, era Vinicius. Por penúltimo, el crack brasileño, que lleva cuatro largos años en nuestro país, ha tenido que asistir a la nacionalización exprés de un señor de apellido Brown y que llevaba aquí un fin de semana largo.

¿Cómo no va a bailar Vinicius si casi nadie creyó en él, si ha sido objeto de chanzas y de chistes continuos y hoy es el mascarón de proa del vigente campeón de Europa y un gol suyo valió La Decimocuarta? ¿Cómo no va a bailar si fue carne de memes y ahora vale cuatro veces más de lo que pagaron en su día? Baila, Vinicius, baila.

Baila bachata y kizomba, rumba y salsa, tango y merengue y, sobre todo, baila mucha samba. Convierte Madrid en un inmenso sambódromo. Baila porque te va a dar igual si no lo haces y seguirán buscándote las cosquillas y acusándote de todo. Encara, dribla, dispara, marca golazos y baila. Sé feliz y baila hasta que ya no puedas más. Conviértete en el nuevo John Travolta. Que suenen los Bee Gees, 'listen to the ground, there is movement all around'. Que hierva la fiebre del sábado noche.