esbozos y rasguños
Cuando el ruido se apaga
El Madrid ya no busca tanto quién es, sino cómo y cuándo quiere ser
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Iniciar sesiónTras una semana en la que la humareda del 'caso Vinícius' opacó la victoria en el Clásico, la Bota de Oro de Mbappé y hasta el acuerdo de paz en Oriente Medio, el Madrid recibía a un Valencia que, incluso en sus horas más ... bajas, siempre ha sabido pescar en aguas revueltas en sus visitas al Bernabéu. La amenaza che, sin embargo, duró bien poco: el Madrid pudo dejar el partido resuelto al descanso, con los blancos llegando a gustarse por primera vez en lo que va de temporada.
La zurda de Arda Güler es un putt sobre el green: un golpe suave y certero con su bota izquierda basta para dejar la pelota lista, servida para que Mbappé solo tenga que empujarla. Su sociedad parece el principio de una bonita (y fructífera) amistad sobre el campo.
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Xabi, un perdón que deja dudas
Rubén Cañizares
La pieza que aún desentona en un once ya bastante afinado está en la banda derecha. Lo mejor que puede decirse, por ahora, de Franco Mastantuono, el talento argentino de 18 años, es que no parece un talento argentino de 18 años. Lo cual no sabemos si es del todo bueno o malo. Se le ve voluntarioso, trabajador, responsable, generoso en los esfuerzos defensivos y en la presión. Pero quizá eso no sea lo que uno espera al incorporar una promesa así: se busca descaro, imaginación, brillo. Algo diferente, especial. Cuando se asoma a la frontal y combina entre paredes, deja entrever un poco de eso. Pero la realidad es que, pese a la confianza de Xabi Alonso, su inicio está dejando algo frío. No tanto por lo que es, sino por lo que no es. Sudar la camiseta es condición necesaria pero no suficiente. En Anfield, salvo sorpresa mayúscula o baja de última hora, parece claro que jugarán Brahim o Camavinga. Serían tres de tres los partidos importantes en los que el argentino se cae del once.
La temporada, al fin, empieza a ordenar las piezas. El Madrid ya no busca tanto quién es, sino cómo y cuándo quiere ser. Hay señales: el entendimiento entre Arda y Mbappé, el retorno de Bellingham a su nivel natural, la sensación de que el equipo, por momentos, vuelve a flotar. Quedan flecos, claro, pero también una certeza: si el ruido de la alarma antiincendios que parece sonar día sí y día también en Valdebebas se apaga un instante y la histeria colectiva se rebaja, lo que asoma es fútbol. Del bueno.
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