El debut

Queremos que con cada balón que toque el francés salten chispas. Que regatee a todos, que chute a gol desde cualquier lado, que ponga el modo turbo y deje atrás a todos los defensas. Que nos enamore en cada jugada. Que recupere ese tiempo perdido con sus idas y venidas. Que haga magia. Y si eres especial todo el rato, dejas de ser especial.

La irreal temporada pasada de Bellingham tampoco ayuda demasiado en esta gestión de las expectativas, la verdad. Porque ningún fichaje estrella tuvo nunca un impacto tan inmediato y sostenido en su estreno como el inglés. Le ha puesto la barra muy alta a Mbappé. Y eso puede ser muy bueno o muy malo. Un incentivo interesante o una comparación continua. Marcamos de momento la primera opción.

El caso es que se vio a un Real Madrid agotado y acalorado en Mallorca tras el esfuerzo realizado en el partido de la Supercopa disputado esta misma semana en Varsovia. Puede que Ancelotti tuviese demasiada fe en el fondo de los suyos repitiendo su once. Tampoco estuvo particularmente ágil el entrenador italiano con los cambios. El Madrid necesitaba frescura de piernas y solo se fue enredando más y más con el paso de los minutos. Y Son Moix se iba convirtiendo poco a poco en un arrozal de Vietnam, lleno de humedad y emboscadas.

Este nuevo Mallorca de Arrasate tenía fe en sacar algo positivo de este partido. Y así fue. Después de 15 minutos vertiginosos en ataque del Madrid, se le fundieron los plomos al poco tiempo. Y no vimos, desde luego, al mejor Mbappé. Tocará esperar al partido de casa de la próxima semana contra el Valladolid.

Veremos si las expectativas con él se van suavizando poco a poco o si, por el contrario, se van recargando más aún estos días tras esta primera salida en falso.