La broma infinita

Por momentos Wembley parecía demasiado ancho y largo para el Real Madrid. Los jugadores blancos no llegaban, no conectaban, no acertaban. El BVB amenazaba y arañaba. Y al final fue lo de siempre. El guionista de la Champions League se puso a teclear febrilmente y le terminó dando una salida digna a su protagonista predilecto. Quedan más entregas de esta exitosa y saga taquillera. Del mismo modo que Sherlock Holmes no moría en la catarata Reinchenbach aunque si hasta así lo había querido y escrito su propio autor, el Madrid nunca muere en la Copa de Europa.

El héroe de la noche terminó siendo Dani Carvajal con ese inesperado remate de cabeza que abrió el marcador. No sé a cuánto se pagaba un gol de cabeza de Carvajal entre una defensa llena de jugadores alemanes conocida como el Muro Amarillo, pero no creo que estuviera entre los pronósticos más recomendados por la inteligencia artificial. El chico con raya en medio que puso la primera piedra de Valdebebas lleva ya seis Copas de Europa, como de pequeño nos contaban que había conseguido Paco Gento, al que se le veneraba como a una especie de dios mitológico, figura en la que se mezclaban las aguas de la realidad con las de la leyenda como en ese punto mágico del estrecho donde se junta el agua del Atlántico con la del Mediterráneo. Carvajal ha tenido no pocos disgustos y problemas de lesiones a lo largo de su carrera, con algunas temporadas más complicadas que otras, pero siempre ha sido titular e importante en todas las finales. Y ahora tiene al fin su premio y reconocimiento individual: goleador y hombre del partido. Seis Copas de Europa. Seis son casi siempre demasiadas cosas, sea lo que sea de lo que estemos hablando. Por no hablar de quince.

Al final fue Zidane, bajo el cielo de Londres, quien le entregó la Copa de Europa al Real Madrid y todo pareció quedar en una gran broma privada. La broma infinita.