Real Madrid, el inicio de una nueva era que arrastra el viejo problema del gol

Alaba y Odegaard son los únicos refuerzos reales que el italiano ha recibido hasta ahora en este difícil reto. En cambio se han marchado Sergio Ramos y Varane. El defensa austriaco viene a coger el mando de la defensa, huérfana de poder con esas dos importantes bajas. El centrocampista noruego duda si quedarse o marcharse al Arsenal, donde será titular fijo con Arteta, porque aquí deberá luchar por los minutos y tiene mucha competencia con Modric, Valverde y Lucas Vázquez.

En estas condiciones, con un solo fichaje verdadero, Alaba, el técnico recibió desde su contratación la orden de explotar el talento de los jóvenes para hacer la revolución desde dentro. Zidane no la hizo. No creía en Vinicius, de quien pidió su cesión, ni en Militao, que se ganó el puesto cuando el cúmulo de bajas obligó a ponerle para demostrar que es un central de altura. También mantuvo demasiado tiempo en la suplencia a Valverde, que se ganó la titularidad la temporada pasada. Vinicius, reserva al principio, también salvó a Zizou en partidos clave como los vividos ante el Sevilla y el Liverpool, además de otras muchas actuaciones relevantes. El entrenador francés estuvo en la picota y los jóvenes le salvaron. Ahora, Ancelotti ha sido fichado para que cuente con ellos como los nuevos fichajes. Debe dar sitio a Rodrygo, a Valverde, a Militao, a Vinicius y a los canteranos Miguel y Blanco. Odegaard se sumará al barco si se queda para pelear por un puesto. El entrenador ha venido para realizar el cambio que Zinedine no hizo. El Alavés será su primer examen.

Sin adquisiciones para potenciar la plantilla, Ancelotti se apoyará en los jóvenes y en la necesaria aportación de veteranos de toda la vida a los que conoce bien. Bale, Marcelo, Benzema, Nacho, Modric, Isco , Carvajal, Casemiro y Kroos vivieron con él la Champions en Lisboa y la Copa en Mestalla con aquella galopada del delantero galés. Luego ganaron también el Mundial de Clubes en Marruecos, con goles de Ramos y del propio Bale. La llegada de Pintus al club tiene como misión principal obtener la mejor puesta a punto de los viejos rockeros. El preparador físico turinés ha labrado la excelente forma de Gareth Bale y de Modric, cuyo cuidado en al alimentación y en el descanso son el modelo a seguir.

Es un Real Madrid con su esquema clásico, el que Ancelotti aplicó hace siete años, que requiere savia nueva, regeneración y mayor velocidad de crucero con la energía de Militao, Valverde, Vinicius, Rodrygo, Miguel y Blanco. Ceballos, lesionado para un mes , pertenece a este segmento de un cambio que se basa en la necesidad de mayor potencia, sin tocar la idea de juego.

Capítulo aparte merece Hazard. Es la asignatura más dura para Antonio Pintus. Debe devolver el mejor estado físico a un jugador que lo perdió a lo largo de dos años de lesiones y recaídas. Si el belga responde, será el verdadero fichaje ofensivo de la nueva plantilla.

Es un Real Madrid que ha decaído en capacidad de remate desde que Cristiano Ronaldo se marchó del club. Es el problema del equipo desde hace tres años. Benzema dio un paso al frente cuando el portugués se fue, pero no es un ariete puro, es un centrocampista que juega en ataque, y su treintena de tantos por campaña, buena cifra, no cubre los casi cincuenta que el luso firmaba entonces.

El francés asume la responsabilidad del gol en solitario, porque después no hay otro delantero que se sume a la causa, y esa carencia es fundamental en momentos clave. El conjunto blanco conquistó la Liga hace un año gracias a una explosión magnífica de Benzema en once jornadas finales inolvidables, sin público en las gradas. Pero el número nueve no puede abarcar todos los goles. Necesita otros compañeros en esa misión. Y nadie se sube al carro. Bale, Asensio y Hazard deberían hacerlo. Es una carencia de este Real Madrid en su reto de luchar por la Liga.

La vuelta al Bernabéu, el 11 de septiembre, con 32.472 espectadores permitidos en un aforo del 40 por ciento, será otro aliciente para la plantilla y para la afición, que no presencia un partido en vivo en el coliseo de Chamartín desde la victoria sobre el Barcelona por 2-0 en febrero del año pasado. El rival será el Celta, en la cuarta jornada.

Ancelotti no piensa en ello. Quiere que sus hombres se concentren en las tres finales que deben disputar primero a domicilio en este mes de agosto. Desea que los futbolistas ataquen esos encuentros como si fueran de Champions.