Real Madrid
El partido que Florentino Pérez nunca perdía
A vueltas con el no de Mbappé, tan difícil de creer tras una inagotable ristra invicta de síes
La ciencia detrás del Real Madrid: el secreto de las remontadas
El Real Madrid perdió donde nunca pierde. En un fichaje galáctico, la gran habilidad de Florentino Pérez desde su llegada a la presidencia, la que le ha reportado una celebrada reputación, donde es (o era) implacable e imbatible. Y este desenlace, que Mbappé se le escurra de los dedos en el último segundo ... , cuando oficial y personalmente lo creía tener más que cerrado y agarrado, ese giro imprevisto de última hora que lo llevó del Bernabéu al Parque de los Príncipes, y que desvía la atención de ese Real Madrid-Liverpool de la Final Champions , no solo es difícil de mirar con naturalidad, sino hasta costoso de creer.
Porque el dueño de ACS aterrizó ya así en el Real Madrid, o precisamente gracias a eso. A un golpe de despacho en el proceso electoral de julio de 2000 que dejó boquiabierto al personal, le hizo ganar los comicios, sumergió al Barcelona en una crisis de la que le costó salir y cambió, casi, las reglas del mercado. Al fichaje de Luis Figo, raptado del baúl del que ahora llaman su eterno rival con la fórmula de la cláusula de rescisión, fijada entonces en 10.000 millones de pesetas (60 millones de euros). Una barbaridad de cifra y una operación impensable que el dirigente pactó como candidato y que se aseguró, en caso de incumplimiento, con una penalización por la mitad.
Paulo Futre, que medió en ese negocio, confesó años después que Figo no quería irse del Barça , pero que aceptaron el acuerdo con Florentino convencidos de que no ganaría (Lorenzo Sanz acababa de conquistar la octava Champions para el Madrid). Y que cuando se impuso, aunque lo intentaron, no hubo de forma de dar marcha atrás. Joan Gaspart no quiso que el Barça corriera con los gastos del farol de su jugador y este tuvo que irse. Pero en el caso Mbappé, pese a que durante meses también se dio por hecho, no aparece esa indemnización para afianzar un acuerdo que ahora se vende solo se produjo de palabra. Las corbatas del fútbol, agentes y directivos, no dan crédito.
Pero no fue solo Figo y esa inesperada jugada de presidente recién llegado al fútbol la que cimentó la biografía de Florentino como un genio de los fichajes. Convencía al jugador por complicado que pareciera su club de origen, pagaba mucho y los volvía rentable: Zidane (77,5 millones de euros) , Ronaldo (45), Beckham (37,5), los célebres galácticos fueron llegando al club blanco progresivamente por cantidades desorbitadas que luego no resultaban despilfarros. Conseguía amortizarlos con los derechos de imagen y multiplicando la proyección del club y su dimensión comercial. Le dieron peor resultados las contrataciones menos rimbombantes y también menos costosas.
En su segunda etapa en la poltrona del Real Madrid, tras su estampida de 2006, volvió a exhibir su capacidad de persuasión para hacerse con nombres ilustres de lugares empinados. Así también logró hacerse nada más volver con Cristiano (94) o Kaka (67), y más tarde con Bale (101) o Modric (35) del Tottenham (con la rebeldía de los jugadores como aliados para la negociación) o Hazard (115). Nadie se le resistía. Solo Neymar, al que en el fondo renunció tras ver el baile de comisiones que engordaban artificialmente la operación, y los jugadores del Atlético de Madrid, aunque no tanto por el rechazo del futbolista (al Kun y a Forlán los tuvo y hasta arrastrados), como por el temor a las represalias de Miguel Ángel Gil Marín, el dueño del club rojiblanco. De esa casa solo logró arrancar a Theo, pero con el visto bueno de su vecino. Y hasta a Courtois, el mismo que gritó como colchonero canciones ofensivas hacia el Madrid, le convenció para desdecirse y vestir de blanco. Y lo de De Gea fue por el retraso de un fax, no porque el jugador no quisiera.
Así que nadie le había dicho a Florentino que nones. Hasta que llegó Mbappé, que ya en 2018 prefirió el Mónaco y ahora le contestó que no después de decirle que sí . Y lo raro, por más jeque que hubiera enfrente, es que a Pérez la cambiada le pillara desprevenido. Justo a él que ahí ganaba siempre.