Fútbol / Final de Champions
La ciencia detrás del Real Madrid
La explicación científica a las remontadas blancas: especialistas en la mente opinan que los futbolistas han construido una memoria que les aporta una fe indestructible
El partido que Florentino Pérez nunca perdía
Ignacio Romo
«Los campeones no se hacen en los gimnasios. Los campeones nacen de algo que ellos mismos llevan dentro, algo muy profundo, un deseo, una aspiración, una visión, un sueño». Mohamed Ali dejó clara con su frase la fuerza de la mente como el ... factor más importante del éxito en el deporte. Lo psíquico por encima de lo físico, la cabeza como motor de los logros del cuerpo. Algo que vuelve a rondar en las tertulias de fútbol a las puertas de la Final Champions entre Real Madrid-Liverpool.
Los psiquiatras, los psicólogos del deporte, los especialistas en 'coaching', asisten este año con interés y perplejidad a las remontadas del Real Madrid, estudian esa inexplicable energía que parece hacer posible cualquier reacción improbable, esas remontadas impensables del equipo blanco. La calle lo resume a través de ese meme genial en el que Guardiola advierte a Klopp al oído: «No marquéis gol, es una trampa». ¿Y la ciencia? ¿Tiene respuesta al repetido fenómeno?
El doctor Javier Quintero, jefe de Psiquiatría del hospital Infanta Leonor de Madrid, indica que «lo ocurrido en las noches europeas del Madrid es una lección de vida para todos, basada en una fe inquebrantable, en una admirable capacidad de luchar hasta el pitido final, de nunca bajar los brazos». «Esa actitud la vemos alguna vez en otros deportistas, todos ellos con una característica común, porque es precisamente esa actitud la que diferencia a los buenos deportistas de los más grandes. Y esta es una lección aplicable para cualquiera. Esa manera de forjar una actitud en la vida que alimenta un pilar de resiliencia que nos acercará a nuestros sueños. Eso sí, si nunca dejamos de creer, porque ahí reside la clave», añade.
En opinión de Quintero, «el fútbol, como la vida misma, es un estado de ánimo». «Todos deberíamos aprender a nunca desfallecer por muy complicado que parezca el reto. Al final, solo hay un camino hacia el éxito, esforzarse un poco más, pues la vida no es cuestión de suerte. Para la gestión emocional, el deporte es un magnífico campo de aprendizaje. Aprender a ganar y a perder, a entender que no siempre las cosas salen como uno las planea, a manejar la competitividad de una manera equilibrada, a gestionar el esfuerzo, ya que siempre se puede ir un poco más lejos o más rápido y, por encima de eso, aprender a creer en uno mismo, siempre acompañándolo con la capacidad de trabajo», resume.
Julieta Paris, psicóloga de deportistas de alto rendimiento, estima que «las remontadas del Real Madrid son uno de esos fenómenos deportivos imposibles de replicar. No puede trasladarse esa energía a ningún otro lugar. No es posible reproducir lo que sale de las entrañas. En todo caso, la única opción asequible es crear las circunstancias que lo hacen posible, que no son otras que la certeza absoluta, la certeza de ese 'lo hicieron porque no sabían que no se podía hacer'».
Explica Paris: «En nuestro panorama de trabajo con deportistas ha surgido un nuevo concepto. 'Las remontadas del Madrid'. Porque surgen de una posibilidad que solo se da en circunstancias únicas, en ambientes de máxima presión y urgencia». Utiliza Paris un símil astronómico para interpretar lo que sucede en esas reacciones mágicas: «Un equipo no difiere de una constelación estelar, ese conjunto de estrellas que, agrupadas, forman una determinada figura. La figura que constituyen los jugadores de un equipo capaz de semejantes remontadas se basa no solo en la confianza (creer que se puede) sino -y he aquí lo trascendente- en que no existe la duda, es decir, en ningún momento se plantean que no pueda suceder. La 'no duda' es algo que va más allá de la certeza. Es el manejo del tiempo kairótico, el percibido. Es el recordar que un partido no termina hasta que termina porque es horrible esa tendencia a que un equipo se dé por muerto cuando todavía quedan minutos de juego».
Paris, antropóloga y psicóloga, añade que el Madrid «se deja mecer por los ánimos de una afición que tampoco duda. Esa es otra variable clave, porque los equipos respiran la energía de las gradas lo mismo que un bebé respira la de su madre. Es haber creado memorias en las que lo imposible se convirtió en improbable, lo improbable en probable y lo probable en certeza. No es algo que pueda reproducirse en otro equipo, con otra constelación, otro público y otra historia, pero sí es algo en lo que creer y a lo que aspirar. Y ahí es donde arranca todo».
Motivación desatada
Desde Barcelona también siguen con interés el suceso. El psiquiatra Josep Antoni Ramos Quiroga , jefe de servicio del hospital Vall d'Hebrón, añade un factor de aplazamiento, quizá hasta de pereza, en las reacciones de los futbolistas merengues: «Desde una perspectiva mental, viendo la evolución del Madrid en la Champions, sus futbolistas han tenido un comportamiento muy típico de la persona con TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad) y alto cociente intelectual. Procrastina hasta el final el trabajo, hasta las últimas partes de los partidos, los minutos finales, y es en ese momento, ante una presión descomunal, cuando resurge una motivación desatada, un estímulo tremendo que acaba dando lo mejor del equipo».
Según el doctor Ramos, la clave del Madrid se cimentaría además en la calma para afrontar esos minutos finales con la urgencia de transformar el resultado. «En los jugadores del Madrid no emerge la ansiedad de verse en el borde del abismo, surge la seguridad debida al pasado, a un convencimiento basado en la historia reciente. Es esa sensación de 'otras veces ya lo hemos hecho'. Y, del mismo modo que los futbolistas del Madrid piensan así, en los contrarios aparece un estado de duda y ansiedad, porque saben que los madridistas en el pasado lo han hecho. Al final, esto tiene un efecto brutal en el equipo rival: los lleva a una disminución de su propio rendimiento».
El Bernabéu se desplaza el sábado a París. Quién sabe si con el poder científico de sus remontadas imposibles.
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