«Déjà vu» en el Bernabéu

«No voy a hablar de lo que sucedió con los entrenadores anteriores, pero van a jugar todos, porque Keylor es muy bueno, Marcelo no te digo, Isco también es muy bueno», destacó el responsable del Real Madrid al cuestionarle por esos cambios tan significativos en el once. Pero rápidamente advirtió que aquí no hay titulares fijos. «También jugarán Thibaut (Courtois) y Reguilón, que lo hizo muy bien. Todos van a tener oportunidades».

Sesenta y cinco mil espectadores presenciaron el retorno del mito y agradecieron especialmente la titularidad del costarricense, a quien «Zizou» defendió a capa y espada cuando Kepa se puso a tiro de veinte millones de euros en el mercado de invierno del año pasado.

Isco y Marcelo, reservas a lo largo de dos meses, volvieron a sentir sensaciones en el césped. El malagueño había disfrutado únicamente de dieciocho minutos, frente al Barcelona, en los últimos doce encuentros. Ayer jugó una hora. El lateral brasileño había protagonizado cuarenta y dos minutos en diez partidos. Ante el Celta disputó los noventa completos. Zidane recuperó también a Bale, un Guadiana en el once de Solari. Y dos de estos suplentes en la etapa precedente, Isco y Bale, anotaron los goles.

Zidane hizo una apuesta por los futbolistas de calidad, para señalar que el trabajo destructivo también es fundamental: «Todos estos jugadores poseen calidad y el aspecto físico es igualmente importante. Defendimos bien». Ensalzó a Ceballos, que la temporada pasada se quejó de su carencia de minutos: «Dani lo hizo bien, especialmente a la hora de defender».

La afición ovacionó a «Zizou» cuando se mencionó su nombre en las alineaciones y cuando saltó al césped para colocarse en el banquillo. No salió al ruedo en su reestreno, se quedó pegado al banquillo. No quería ser protagonista, aunque era imposible taparse. Saludó raudo a Fran Escribá, preparador celtiña, y se situó inmediatamente en su asiento.

El francés lo pasó mal en el primer tiempo, con un Real Madrid sin profundidad, lento, y cogió el toro por los cuernos en el intermedio. Habló con sus hombres y pidió jugar raso y entrar en el área. Asensio debía penetrar dentro. Su equipo se transformó. Creó ocasiones y llegaron los goles. «Arreglamos cosas. Llevábamos veinte centros por arriba y había que pisar el área con balón. Lo hicimos y marcamos dos goles».

Tras nueve meses con predominio del idioma francés en casa, a Zidane le cuesta volver de nuevo al español. Sonríe cuando se equivoca. Le fue difícil decir «no estamos en el recreo» cuando valoró que los jugadores no se examinan cada día ante él con vistas al futuro. Ya los conoce. «No voy a decidir quien continuará por lo que haga en un partido. Eso se decidirá a final de temporada». El técnico también se ríe cuando se dirige a los franceses en nuestra lengua, porque entrenar al Real Madrid significa hablar todo el día en español. Su sonrisa es su bandera. Ha lanzado elogios para todos sus pupilos, no critica a nadie. Es su táctica 4-4-2 externo al fútbol.