Ahora más que nunca

Tampoco es nueva la discusión, un poco de «corrala», del presidente y el capitán. Cuando uno llegó por primera vez al Campo de Estrellas (antes Chamartín) era septiembre de 1964, Di Stéfano acababa de marcharse mal, al Español, tras una fuerte discusión con Bernabéu al término de la final de la Copa de Europa perdida ante el Inter. Sería el comienzo de una maldita tradición. Después mal se iría Hierro; mal se iría Raúl; mal se iría Casillas, mal se iría Cristiano y el único que no se había ido mal como jugador, Zidane, se fue mal como entrenador. ¿Qué vio Zidane en el vestuario que le hizo poner pies en polvorosa de allí? Todo se explica ahí.

Para un novelista esa conversación entre el presidente y el entonces entrenador es clave. Allá ellos. También pasarán y el Madrid seguirá ahí. Por eso, ahora más que nunca un madridista debe estar con el equipo, ¿cómo? pues llenando hasta final de temporada el Bernabéu como si estuviera en juego la Liga, la Copa, la Champions y hasta el Trofeo Carranza. Porque es el Madrid, el mismo aunque el rostro cambie y los nombres pasen y haya tardes de gloria y noches de miseria. Ahora más que nunca con el equipo, que no son estos o aquellos jugadores, éste o aquél presidente, que es solo un club, pero nada menos que éste.