Natación
Ledecky, imbatible e inagotable
Análisis del fenómeno Katie Ledecky: cómo nada, por qué lleva tanto tiempo en la élite, cuánto le queda
Carlos Arévalo, paladas de disciplina y oro
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Iniciar sesiónSe presentó al mundo en Londres 2012. Apenas 15 años, pizzas con sus compañeros de instituto, disfraces por Halloween, deberes, su primer oro olímpico en 800 metros libres. Ha pasado una década. Ha cambiado el instituto por la Universidad, contratos profesionales, otros dos oros olímpicos, ... cinco oros mundiales -todos los disputados-, récords y más récords. Katie Ledecky, dueña del 800 ayer, hoy y mañana.
La estadounidense hace tiempo que dejó de competir contra las rivales. Algunas veces solo están a un segundo; la mayoría de las veces, a más de tres. Ledecky compite contra ella misma. Como en cualquier competición, dicen, pero más acrecentado porque nadie nada como ella. «Ledecky es una nadadora que tiene una superioridad aplastante entre las chicas porque su manera de nadar se asemeja a la de los chicos. Es una fuerza de la naturaleza», indica a ABC Santiago Veiga Fernández, profesor y experto en biomecánica de natación y análisis de rendimiento en la Universidad Politécnica de Madrid. Así se explica el fenómeno Ledecky: «Las chicas suelen flotar más y tener un nado de crol más continuo y lineal, donde apenas hay cambios de ritmo dentro de la brazada. Visualmente, el avance es más uniforme. Pero Ledecky nada un estilo de crol que en inglés se traduce como 'crol de galope', y que suele ser típico en la forma de nadar de los chicos, sobre todo en pruebas de fondo y medio fondo. Este tipo de crol se caracteriza por el hecho de que se lanzan hacia delante más con el brazo dominante. Visualmente es como si fueran un poquito a golpes, no es tan uniforme. Usar la fuerza para nadar de esta manera ayuda a que el rendimiento sea mejor, pero debes tener la fuerza suficiente. Y Ledecky es de las pocas chicas que tiene esta fuerza y que, por tanto, aplica esta manera de nadar. Y con muchísimo éxito».
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Ledecky ganó en Londres 2012 su prueba de 800 con un tiempo de 8:14.63. La medalla de plata fue para Mireia Belmonte, con un tiempo de 8:18.76. No siempre ha tenido tanta ventaja con respecto a sus perseguidoras. En Tokio 2020, por ejemplo, invirtió 8:12.57, y la australiana Ariarne Titmus llegó detrás, a 8:13.83. Pero, lo normal es que sus carreras, casi desde la mitad del recorrido, necesiten dos cámaras: una para ella y otra para todas las demás. En Río 2016, logró el oro con un tiempo de 8:04.79, récord del mundo; Jazmin Carlin llegó segunda, 12 segundos después (8:16.17).
Talento, cuerpo y diversión
«Para fenómenos así influyen muchos factores. Primero está la tipología: visto desde fuera su cuerpo no parece nada especial, pero a la hora de aplicar fuerza en el agua es donde marca la diferencia. Por otro lado, sus niveles de fuerza y fuerza específica aplicada en el agua son tremendos. Muy superiores, desde fuera, de lo que suele ser el resto de nadadoras. Le permite competir casi con los chicos», prosigue Veiga. Y subraya un tercer factor: «Sin duda, le gusta entrenar. Puedes tener a alguien con esas cualidades, pero si no es consistente es imposible estar tantos años en la élite. Y Ledecky lo es. Si no le gustara sería imposible que siguiera con esos resultados durante tanto tiempo».
Ha pasado una década y la colección de medallas aumenta sin que hayan surgido rivales que se lo hayan impedido. Al contrario, han fomentado una extraordinaria capacidad de adaptación y de competitividad en la estadounidense, que también en cuanto al crecimiento tiene algo especial: su cuerpo no ha sufrido un gran cambio físico en el desarrollo de niña a mujer. Lo normal es que, en este proceso, las chicas acumulen más grasa y se ensanchen las caderas, pero Ledecky mantiene la figura propicia para nadar, y para ganar, y para mejorarse a sí misma. «Desde que comenzó a triunfar no ha tenido año a año una evolución tan tremenda. Desde 2012 ha sido capaz de mejorar sus marcas personales y algunos récords, pero su mayor virtud ha sido la consistencia en el rendimiento. Ser capaz de rendir a un nivel muy cercano a su mejor marca, de ir mejorando poco a poco y mantenerse en este nivel de la élite toda la década», subraya Veiga.
Fuera del agua Katie siempre sonríe. Le gustaban el fútbol y el baloncesto. Recibió una beca de deporte y estudios en Standford. Se graduó en Psicología en 2020. En la cámara de llamadas, las rivales evitan cualquier contacto si la ven con la capucha puesta. No está esperando para salir, está convirtiéndose en Ledecky. Dueña indiscutible del 800; desde Londres 2012 ha ganado todas las veces que se ha lanzado en esa distancia. Nadie, hombre o mujer, había conseguido cinco oros mundiales en la misma prueba. También está imbatida en 1.500, oros en los Mundiales de Barcelona 2013, Kazán 2015, Budapest 2017 y Budapest 2022 (causó baja en Gwangju 2019 por enfermedad); oro en Tokio 2020, primera vez que era prueba olímpica.
Ni más alta ni más grande
Y se desenvuelve con contundencia en pruebas más veloces, como la de 400 metros (oro en Río, plata en Tokio, 4 oros mundiales y una plata), y tampoco se le da mal el 200 metros (oro en Río 2016, oro en Kazán 2015 y plata en Budapest 2017, y cuatro oros y una plata en relevos). No se atreve con los 100, aunque fue plata en Río en relevos. «Su forma de nadar es compatible y adecuada para fondo y medio fondo, pero para máxima velocidad tendría que cambiar el estilo y sería contraproducente. Con independencia del nivel de fuerza absoluta, en velocidad se suele ser muy explosivo, y eso es difícil adquirirlo en entrenamientos».
Siete oros olímpicos. Diecinueve oros mundiales (y tres platas); solo Michael Phelps tiene más (28). ¿Son comparables? Por éxitos, sin duda. Por estilos, no. «Phelps era un prodigio técnico. Por su antropometría de brazos largos, pies muy grandes, su laxitud, su dominio técnico en los cuatro estilos, en el nado ondulatorio. Sus habilidades técnicas eran muy superiores a lo normal. Se movía como un pez. En Ledecky no es tanta superioridad técnica, sino de fuerza y físico con respecto al resto. No es más alta, no tiene manos o pies más grandes. Visto desde fuera, su cuerpo no parece nada especial, pero a la hora de aplicar fuerza en el agua es donde marca todas las diferencias».
Pasan los Mundiales, pasan los ciclos olímpicos y ahí sigue Ledecky, sin que se observen en sus brazadas fecha de caducidad; al contrario, ha cambiado Standford por Florida para entrenar en el grupo en el que estaba Caleb Dressel. Nadar contra chicos para seguir siendo la mejor entre las chicas. «En natación no es un problema de que físicamente no aguante o que su rendimiento decaiga. Lo que suele pasar es que no aguantan la disciplina y la dedicación que requiere, que es un volumen de horas altísimo. Especialmente nadadores que empiezan con un régimen tan brutal de dedicación desde edades tan tempranas». Ledecky es, por ahora, imbatible e inagotable.
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