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Drogas, depresión, abusos: la canción triste de Barcelona 92

el baúl de los deportes

Notas desafinadas y sombrías en la triunfal sinfonía de la cita celebrada en España hace 30 años

Un jeque kuwaití, un árbitro ucraniano, un misterioso maletín

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Cobi acabó arruinado y malviviendo en la calle. O casi. Para ser realistas, fue Javier Mariscal, creador de aquella mundialmente famosa mascota de los Juegos Olímpicos celebrados el año 1992 (25 de julio a 9 de agosto) en Barcelona, quien hizo pública en 2015 ... su precaria situación económica y personal. El diseñador valenciano confesó en la revista literaria 'Gurb' haber sufrido un episodio de «depresión muy gorda» y llegó a decir que ejercía de «mantero».

En esa entrevista, Mariscal relata que en 2008 se le juntaron un desengaño amoroso y el cierre –ERE mediante- de su estudio, donde daba trabajo a 40 personas. A partir de ahí, la ruina: «Abro la tienda y ya no viene nadie. Tengo que ir a la calle a poner una manta en el suelo para poner sombreros y cosas, a ver si la gente viene y me compra». Días después matizó tan impactantes declaraciones. Eso sí, confirmando su insolvencia económica: «Lo de que soy mantero solo era una licencia poética. Fue un modo gráfico de contar mi situación».

La interpretación universal de la sinfonía de Barcelona 92 sigue sonando a éxito, alegría y orgullo colectivo, pero 30 años después de la celebración de aquellos Juegos la partitura ha ido dibujando también movimientos oscuros y dramáticos tañidos por varios de sus protagonistas. Son fragmentos desafinados de una melodía inolvidable.

Tragedia en el waterpolo

El más triste, sin duda, reposa en el fondo de la piscina olímpica de Picornell, donde la selección española de waterpolo logró la medalla de plata. Lo peor no fue perder la final ante Italia (8-9) tras jugar tres prórrogas. El palo más duro llegó años después, el 11 de marzo de 2006, cuando Jesús Rollán (Madrid, 1968), excelso portero de aquel equipo de leyenda, se suicidó en La Garriga (Barcelona).

En el libro 'Mañana lo dejo', su amigo y compañero de selección Pedro García Aguado (Madrid, 1968) lo cuenta sin maquillaje: «Jesús lo fue todo para el waterpolo y para los que fuimos sus amigos, pero su trágica muerte no lo debe convertir en ningún mito. Que nadie crea que decidió quitarse la vida de una forma consciente y meditada. A Jesús nos lo quitó una enfermedad psiquiátrica agravada por su adicción. Y en eso no cabe ningún tipo de heroísmo ni de conducta consecuente».

Pedro García, Toto, sabe muy bien de lo que escribe. Porque él también se paseó por el borde del abismo. Vivió unos cuantos años asomado al precipicio de quienes no aciertan a poner fronteras entre el éxito deportivo y la vida: «Vivía sin pensar en los demás, sin tener en cuenta las consecuencias que tenían mis actos, sobre los otros y sobre mí mismo. Entré en una dinámica en que me divertía, bebía, jugaba al día siguiente y marcaba cinco goles. Y creía que el mundo era eso, sin más. No maduré cuando me tocaba, porque aprendí a vivir así: éxitos deportivos, noches de diversión, éxitos deportivos... ¿Relaciones personales? Se acaba una y empieza otra. Ni siquiera sentía dolor al romper con una chica. Llevaba, ya a los 18 años, la vida de un adicto. Sin que en ese momento se me pasase por la cabeza que me estaba convirtiendo en uno».

Alcohol y drogas

Pedro y Jesús consumían alcohol y drogas (cocaína y pastillas). «La adicción es una realidad que acostumbra a negarse en el deporte. Los entrenadores detectan que hay consumo abusivo de alcohol en jugadores que salen cada noche de fiesta, imaginan, si no conocen a ciencia cierta, otros consumos, pero los consideran una etapa pasajera», asegura Toto en su libro.

A Pedro García le costó muchos años afrontar en serio su problema. Tras varios intentos fallidos, el 4 de abril de 2003, «dos días después de mi última fiesta», se puso en manos de un psiquiatra e inició un tratamiento de desintoxicación. Desde entonces, es conocida su labor con jóvenes problemáticos en el programa televisivo 'Hermano mayor' y ha sido también director general de Juventud de la Comunidad de Madrid.

Jesús Rollán, en cambio, no lo consiguió. «No encontró los recursos para seguir viviendo y que otros, con ayuda, sí hemos encontrado –escribe Toto-. Es la cara más triste de una juventud perdida por la inmadurez, la vida desenfrenada y, evidentemente, una patología que ya iba con él, pero que en otras circunstancias se podría haber atajado o, como mínimo, haber controlado».

La droga también golpeó a Faustino Reyes, un pipiolo que no había cumplido la mayoría de edad cuando se colgó la medalla de plata de boxeo (peso pluma) en Barcelona 92. No supo digerir el éxito y se fue a la lona. «Tiré mi vida. Llegué a gastarme 40 millones de pesetas en un año y medio por culpa de la droga», reconoció hace años. Afortunadamente, supo levantarse.

Intentó seguir vinculado al deporte en Berlín –donde residían su mujer y su hija-, pero no se adaptó. Tras pasar por un centro de desintoxicación en Francia, Reyes trabajó recogiendo aceitunas, vendiendo en mercadillos y hoy dirige una escuela de boxeo en Marchena (Sevilla), su pueblo.

Dopaje

El año pasado, el polémico doctor Eufemiano Fuentes sembró dudas sobre la cosecha de medallas españolas -22- en Barcelona. «Yo creo que usaban EPO los atletas españoles en el 92, pero no se daba positivo. He guardado el secreto profesional. No estoy dispuesto a entrar en una guerra sin cuartel. Las medallas no van a caer. Sé que algunos medallistas de Barcelona 92 recurrieron a sustancias dopantes. No es demostrable pero sí me pueden querellar y no me quiero ver en un tribunal», declaró durante la entrevista emitida en 'Lo de Évole', programa de televisión de La Sexta.

«He usado medicamentos dopantes antes de que fueran prohibidos y cuando fueron prohibidos recurrí a otros, para estar siempre fuera de la línea que era peligrosa. El sistema me lo pidió a mí, yo trabajé para el Gobierno en los años 80 y no quise volver a hacerlo en 2004. Era un adelantado y quizá por eso fui tan solicitado», añadió Eufemiano.

En 2105, Maribel Medina, escritora y esposa del exatleta Andrés Martínez Modrego, ya había denunciado que «antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 se reclutó a una serie de médicos españoles y se les instruyó en técnicas de dopaje en distintos países, uno de ellos Australia. En esa época empezó a extenderse la EPO. Barcelona 92 fue un éxito total, pero no así en los siguientes Juegos (Atlanta 1996 y Sidney 2000). Andrés hizo un relevo de la antorcha olímpica, pero ha tirado a la basura todas las medallas que consiguió en su vida... »

Las cifras oficiales de los Juegos españoles son: 9.356 deportistas participantes de 169 países, 1.848 controles antidopaje y 5 positivos. A los estadounidenses Jud Logan (martillo) y Bonnie Dasse (peso) se les detectó clembuterol; a la bielorrusa Madina Biktagirova (maratón), norefedrina; a la lituana Nijole Medvedeva (longitud), mesocarb; y a la china Wu Dan (voleibol) le encontraron estricnina.

Además de los citados testimonios de Fuentes y Medina, el exagerado vigor físico de las nadadoras chinas fue comidilla habitual en la Villa Olímpica. Tiempo después se destapó el dopaje sistemático de numerosos deportistas del gigante asiático.

También se denunciaron años más tarde casos de dopaje protagonizados por competidores presentes en la cita de Barcelona. Entre ellos, Carl Lewis –oro en salto de longitud y en relevos 4x100- y Dennis Mitchell, también oro en 4x100. Ambos, atletas estadounidenses.

Abusos sexuales

Más sangrantes fueron los casos de abusos sexuales padecidos por algunos deportistas olímpicos. El más impactante, por su cercanía, el confesado por el atleta español Antonio Peñalver, subcampéon olímpico de decatlón en Barcelona.

En diciembre de 2016, tras conocer la denuncia presentada por dos jóvenes tinerfeños contra el exseleccionador nacional Miguel Ángel Millán, Peñalver acudió a comisaría. El atleta, nacido en Alhama de Murcia en 1968, declaró que cuando tenía 13 años Millán también había abusado de él reiteradamente. La Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife condenó al entrenador a 15 años y seis meses de cárcel.

La confesión del medallista murciano provocó una conmoción social y supuso un desahogo para la víctima. «Es el fin a una situación terrible que todos pensábamos que no existía y la regeneración de muchas personas que llevábamos más de 20 años en un silencio doloroso y perverso. Ya está bien. Los males del abuso y de la manipulación total no empiezan a curar hasta que no empiezas a vomitar todo el veneno», afirmó Peñalver.

Similar veneno vomitó en su cuenta de Facebook la ucraniana Tatiana Gutsu (Odesa, Ucrania, 1976) tras 27 años de silencio. «¿Quién me violó en Sttutgart, Alemania, en 1991? Vitali Scherbo (Minsk, Bielorrusia, 1972). El monstruo que me ha mantenido aterrorizada en mi propia prisión durante tantos años. Sé que intentarás defenderte, pero mis detalles son mucho más contundentes que tus palabras. Ahora soy más fuerte que nunca y no podrás doblegarme nunca más», escribió en 2017.

Gutsu, que en Barcelona 92 se colgó dos oros, una plata y un bronce en gimnasia artística, formaba parte del Equipo Unificado (ex Unión Soviética). Precisamente era compañera del bielorruso Scherbo, también gimnasta, que logró seis oros en aquellos Juegos.

Muy doloroso fue también el sufrimiento desvelado por Karina Oliveira. Clasificada para los Juegos de 1992, la gimnasta argentina sufrió una grave lesión: fractura y desplazamiento de una vértebra. Empeñada en competir, viajó a Barcelona, pero su estado físico la apartó del equipo, así que no pudo alojarse en la Villa Olímpica. Unos compatriotas residentes en la capital catalana le ofrecieron su casa y allí se alojó junto a uno de los ayudantes del entrenador principal. 26 años después, en 2018, Oliveira denunció que ese técnico –del que no quiso desvelar su nombre- había abusado de ella desde los 14 años.

Su relato es espeluznante: «Primero fueron besos. Después fue avanzando y aparecían frases como 'esto es nuestro, no se tiene que enterar nadie'. Yo no había tenido relaciones amorosas con nadie. Tenía 14 años. En Barcelona, además de la frustración deportiva tan grande, cada vez que íbamos al piso, sucedían los abusos. Yo tenía tantos dolores que no sentía las piernas. Existían los masajes y terminaban de la manera en que no tenían que terminar. Yo conviví con él. Estábamos solos. En España continuó lo que empezó acá (Argentina), pero allá se pasaron unos límites aberrantes». A los 16 años, «anulada» deportiva y personalmente, Karina abandonó la gimnasia.

Escándalos y reproches

Después de colgarse dos medallas en Barcelona -bronce en individual y plata en dobles junto a Conchita Martínez-, la popular tenista Arantxa Sánchez Vicario (Barcelona, 1971) ha protagonizado una espiral de problemas familiares y económicos, la mayoría aireados públicamente, que desembocaron en duras acusaciones, rupturas y causas judiciales varias todavía pendientes.

Peor le fue ante la Justicia a Iñaki Urdangarín (Zumárraga, Guipuzcoa, 1968), miembro de la selección española de balonmano que finalizó quinta en los Juegos de 1992. Se casó con la infanta Cristina de Borbón en 1997 (se separaron en enero de 2022), abandonó la actividad deportiva en el año 2000 y se dedicó a diversas actividades empresariales que le acabaron costando la libertad. Así, fue sentenciado a cinco años y diez meses de cárcel por graves delitos económicos. Tras cumplir dos tercios de la condena, el pasado mes de marzo salió de la cárcel alavesa de Zaballa en libertad condicional.

Daniel Plaza (El Prat de Llobregat, Barcelona, 1966) sufrió mucho más en la política que en el duro deporte que practicaba. El campeón olímpico de 20 kilómetros marcha en Barcelona también tuvo que pasar por el juzgado. Concejal de Educación y Deportes (Partido Popular) en el Ayuntamiento de Torrevieja, en 2012 los partidos de la oposición municipal denunciaron la realización desde el teléfono móvil oficial de Plaza de 49 llamadas a números de contactos y servicios sexuales.

El exatleta sostuvo desde el principio que él usó ese teléfono «única y exclusivamente» para asuntos relacionados con su trabajo como edil, pero presentó su dimisión «por agotamiento a causa del linchamiento político y mediático». En 2015, la jueza archivó el caso y el que es primer deportista en lograr un oro olímpico para el atletismo español se preguntó: «¿Quién me pide disculpas?».

Hubo otros olímpicos que al bajarse del podio ni siquiera tuvieron oportunidad de triunfar o fracasar. No fueron capaces de adaptarse a la vida diaria y buscaron en vano alguna de aquellas manos que les palmeaban la espalda bajo los focos de la fama.

José Manuel Moreno (Amsterdam, 1969) firmó el primer oro español en Barcelona al ganar una de las pruebas de ciclismo en pista (kilómetro contrarreloj). Años después se bajó de la bicicleta y denunció la escasez de apoyos: «Me hicieron muchas promesas, muchas ofertas. La Federación Española de Ciclismo, empresas... pero al final, de lo prometido nada. Si fuera americano o australiano, me habrían tratado de otra manera».

«Cuando compites, todos son amigos. Cuando te retiras, te cuelgan el teléfono», declaró en 2017 Javier García Chico (Barcelona, 1966), bronce en salto de pértiga. Paradójicamente, en septiembre de 2018 su teléfono sí sonó. El Centro de Tecnificación Deportiva CAEP de Soria le llamó para comunicarle que, tras 14 años de servicios, ya no contaban más con él.

Hace una década, Carolina Pascual (Orihuela, 1976), medalla de plata en gimnasia rítmica (concurso completo individual), desveló que sufría: «Me van muy mal las cosas. Estoy saliendo adelante como puedo, pero quiero levantar cabeza. Después de Barcelona, me rompí un pie, estuve nueve meses con muletas, engordé, bajé mi estado de forma y, a pesar de todo, gané una medalla de plata en mazas en el Mundial de Alicante del 93. Tenía que haber aguantado hasta los Juegos de Atlanta, en 1996, ahora lo veo. Pero no nos cuidaron como debían. Si nos hubieran mimado más, nos hubieran comido la cabeza, hubieran estado más encima, quizá habría continuado. Pero no me cuidaron...». Actualmente, a la 'Princesa de Barcelona 92' –tenía 16 años- le va mejor. Sigue vinculada a la gimnasia rítmica, entrena a niñas, imparte master class y colabora con el Comité Olímpico Español (COE).

«Viva Barcelona»

La sublime canción oficial de los Juegos también quedó escrita para siempre con un acorde muy triste. Titulado ´Barcelona´, el conocido tema musical fue compuesto por Freddie Mercury y Mike Moran con la idea de ser interpretado al unísono el día de la inauguración olímpica (25 de julio de 1992) por el líder del grupo británico de rock Queen y la soprano española Montserrat Caballé.

Sin embargo, en 1987 Mercury supo que era portador del virus VIH, y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) provocó un rápido deterioro en la salud del músico inglés. Caballé conoció desde el primer momento esta circunstancia y ambos procuraron adaptar sus apretadas agendas para grabar el himno de Barcelona y coincidir en varios escenarios. Especialmente emotiva fue su actuación del 8 de octubre de 1988 en las fuentes de Montjuic con motivo de la llegada de la antorcha olímpica a la Ciudad Condal.

El 24 de noviembre de 1991, a la edad de 45 años, Freddie Mercury falleció. Y en su funeral sonó, entre otras canciones, ´Barcelona´:

«…Y haz que tiemblen los pilares de los cielos,

sacudiendo todas nuestras vidas.

Barcelona - Qué horizonte tan bello.

Barcelona - Como una joya bajo el sol.

Por ti seré gaviota de tu bello mar.

Barcelona - Suenan las campanas.

Barcelona - Abre tus puertas al mundo.

Si Dios quiere.

Amigos hasta el final.

¡Viva Barcelona!»

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