Paula Badosa dijo adiós por un golpe de calor pero no es una excepción en los Juegos Olímpicos. En el horno japonés, con temperaturas próximas a los 40º y una humedad superior al 70%, competir en condiciones es una quimera. Sin el resguardo ... de una sombra y con la única protección de una gorra, la lucha es contra el rival y contra el propio cuerpo, que desfallece. Badosa tiene que retirarse en silla de ruedas, mareada.
Daniil Medvedev sufre entre punto y punto. Suspira, se apoya en la raqueta con visibles gestos de agotamiento y recibe por dos veces atención médica. Carlos Ramos, el juez de silla, le pregunta si puede seguir jugando, a lo que el ruso responde con un golpe durísimo, que queda sin respuesta.«Puedo terminar el partido, pero puedo morir. ¿Queréis que muera de calor? ¿Si muero, serás tú responsable?».
En el Ariake Tennis Park, sin público, solo jugadores, jueces y recogepelotas absorben el calor. «Estaba listo para caer en la cancha», dijo después del partido. Pero aun así Medvedev ganó. 6-2, 3-6, 6-2 sobre el italiano Fabio Fognini para llegar a los cuartos de final. Badosa, sin embargo, no pudo soportar esa sensación mareante de asfixia.
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