Barça y Laporta: tras el espejismo, la realidad

Ganar una Liga siempre es importante, pero las condiciones en que el Barça lo ha hecho esta temporada no pueden disimular que el club va a la deriva; y los primeros que lo saben son los propios socios, que aunque de puertas para fuera celebraran ayer el título con fingida euforia, a la hora de pagar, que es lo importante, demuestran su escepticismo y falta de interés en el juego y el devenir del equipo.

A la insensatez de cerrar el Camp Nou para llevar a cabo las obras de golpe -justo lo contrario de lo que ha hecho Florentino Pérez para reconstruir el Bernabéu-, y la extravagancia de trasladarse a Montjuic, hay que añadir los precios desorbitados con que Laporta pretendía grabar los abonos del estadio provisional, que además no garantizaban a los socios un asiento fijo ni que pudieran acudir a cada partido que desearan, por mucho que a principio de temporada hubieran pagado para asistir a todos. El nuevo sistema obliga a los abonados a comunicar al club su voluntad de asistir a tal encuentro con cinco días de antelación.

Laporta ha vuelto a demostrar que vive en la improvisación permanente: los gastos son excesivos, las líneas crediticias, un delirio, y la previsión de ingresos tiene siempre que corregirse a la baja. El presidente empieza a ver cómo su cuento de la lechera del círculo virtuoso no acaba de tener una relación adecuada con la realidad. Ni los socios están interesados en Montjuic, ni este año tendrá las famosas palancas que tuvo el verano anterior para derrochar en unos fichajes que apenas han dado para ganar por 1-0 o 0-1 un campeonato localista, pobre, menor y desprestigiado como esta Liga de Tebas convertida en una parodia de lo que la Liga y la Primera División eran hasta que la Premier entendió el negocio del fútbol del futuro y Tebas prefirió hacer ver que no lo entendía para quedarse anclado en el pasado y conservar su poder.

Con el altísimo precio de estos abonos, Laporta pretendía pagar, como mínimo en parte, la inasumible deuda del club. Las restas ya están hechas y las sumas empiezan a no dar.