El valor y el precio

El talento está en la Premier. Y el que todavía no está, huye hacia ella. Tanto en el terreno de juego, como el de los banquillos y en los despachos. Mateu Alemany en el Aston Villa se une a Unai Emery en la dirección técnica del mismo equipo, y a Ferran Soriano, Guardiola y Txiki Beguiristain en el Manchester City. También esto ocurre, lógicamente con jugadores y entrenadores de otros países europeos, con ligas igual o más tristes que la nuestra; pero con la diferencia de que la Liga no siempre estuvo en este pozo y fue un referente mundial de gran éxito hace apenas 15 años.

Tendrá algo de ridículo que Laporta celebre a lo grande un título tan devaluado, pero lo verdaderamente grave es el alto precio que además le ha costado. Un precio que no guarda proporción con el valor de lo conseguido y que sólo redunda en la mayor gloria del presidente, aunque sea a cambio de arrasar a la institución. Las famosas palancas que activó al principio del verano pasado no eran otra cosa que el patrimonio del club, que alegremente se fundió en fichajes más que discutibles y llevados siempre a cabo a través de managers amigos o de socios de su hijo, con lo que no es demasiado difícil tener una idea de cómo se repartieron los beneficios. Esta Liga es el principio del final del Barça como club que pertenece a sus socios, porque entre las palancas y el crédito inasumible para las obras del Camp Nou, la sociedad anónima es el inevitable próximo paso.

Pese a la consecución del trofeo, y pensando más a largo plazo, el Barça no ha conseguido forjar a un equipo capaz de competir en Europa, y las ideas de fichajes que más han sonado en los últimos días giran alrededor de un posible retorno de Messi, un jugador acabado, que ya en su última etapa barcelonista no sirvió para competir en serio en la Champions y que este año ha hecho el ridículo en el Paris Saint-Germain. Que por una mezcla de factores, entre ellos uno emocional muy potente, Messi y su selección ganaran el Mundial de Qatar, no significa que este chico esté todavía en condiciones de liderar el tipo de proyecto deportivo que el Barça necesita para volver a la primera división europea.

Una liga es una liga, pero esta concretamente quedará mejor en las estadísticas de títulos ganados que en los vídeos que con el tiempo veremos de los partidos uno a uno. Al Barcelona le ha hecho falta muy poco para ser el mejor de un grupo desanimado, casposo, y cuyos diferentes integrantes tienen en la capacidad de resistir su mayor argumento futbolístico, francamente aburrido para el espectáculo televisivo. El afán del presidente de la Liga, Javier Tebas, por aferrarse al poder, impide al fútbol español tener una competición nacional más atractiva y de más calidad, y cuando baja el interés bajan los ingresos, y cuando bajan los ingresos es imposible disponer de los grandes jugadores que hacen que brille el sol de nuestro fútbol de cada día.