El clásico de la Liga no existe

Guardiola tiene clara su táctica: no hay que hablar del «derbi» ibérico por antonomasia porque la polémica debilita a su equipo. El entrenador azulgrana aconseja a sus futbolistas no opinar del Real Madrid para regatear el posible escándalo. Les indica que no concedan entrevistas. Él no las da nunca. Opina que siempre habrá malas interpretaciones con la intención de encender la mecha y el perjudicado será el Barcelona. Subraya que el «ataque» de Mourinho respecto al Sporting y su crítica al flojo rendimiento de Villa al principio del campeonato, en comparación con Benzema, confirman la conveniencia de su postura: no entrad al trapo.

Pep tiene una posición muy clara respecto a su equipo: juega mejor cuando el ambiente no envenena el partido porque el jaleo afecta a su fútbol. La crisis sufrida frente al Villarreal durante veinte minutos de anarquía, producto del enfado por el gol anulado a Messi y del inmediato empate del conjunto amarillo, es el ejemplo que el técnico catalán presenta a sus pupilos como muestra de lo que no debe suceder. No quiere que sus jugadores se ofusquen. No desea que escuchen las declaraciones del rival. Pretende que no respondan ni a Mourinho por el «caso Preciado» ni a Cristiano Ronaldo por su respuesta al 0-8 de Almería: «A ver si nos meten ocho a nosotros».

El preparador del Barcelona está tan obsesionado como equivocado con el entrenador del Real Madrid, porque el portugués no caldea el gran partido de la temporada. Al menos por ahora. Al revés. Quita tensión desde Holanda. Advierte que las declaraciones de CR7 respecto al 0-8 de Almería eran lógicas: «Si alguien quiere entender esas palabras como una chulería, no es así. Cristiano tiene razón al decir que el Barça no meterá ocho goles al Madrid, ni nosotros se los marcaremos a ellos. Es imposible que esto suceda entre dos equipos de gran nivel, aunque en fútbol nada es imposible».

El preparador blanco, por una vez, coincide con Pep en no echar leña al fuego, aunque su propósito es diferente. Pretende jugar un clásico limpio, sin excesos que den paso a la dureza en el césped, porque esa situación tampoco le conviene. Por eso, apaga cualquier atisbo de hoguera: «No reservo jugadores aquí —en Amsterdam— pensando en el encuentro del lunes. Hay muchos días por delante. Solo haré cambios obligado por las lesiones. Carvalho e Higuaín tienen pequeños problemas musculares y quien más me preocupa es Khedira». El alemán sufre una lesión en los isquiosurales de la pierna derecha y es posible que no dispute su primer clásico.

Fiel a su nueva estrategia dialéctica, Mourinho regateó ayer la batalla de Barcelona y sí lanzó dardos, sin citarle, a Manuel Preciado al valorar el expediente abierto por la Comisión Antiviolencia a los dos técnicos: «Hay gente a la que ya le hemos hecho publicidad suficiente, no quiero hablar más de ello».